37. Confesión de amor

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37. Confesión de amor

Los cuatro hombres fueron transportados por la magia de los poderes de arcángel a Connecticut. Gabriel reconoció el almacén de la castaña y mostró el camino a los otros cazadores. Una vez llegada al almacén, con delicadeza montó la llave sobre la cerradura y encendió la luz.

Pasaron horas ahí adentro, buscando algo que les sirviera, preguntando a los ángeles si esas cosas realmente servían y demás. Pero ni los dos ángeles ni los dos cazadores pudieron reconocer un arma útil. Se les estaba haciendo tedioso el trabajo contra Moah y también se les estaba acabando el tiempo.

¿Quién, más que Moah, sabría el momento de atacar? ¿Y si no estaban preparados para tal ataque? ¿Cuáles serían las consecuencias? Dean y Sam no podían imaginarse mejor escenario que la destrucción del mundo entero. No habían conocido a Moah personalmente (todavía no tenían el placer) pero muchas de las razones que los ángeles y su pequeña hermana le daban era que él no parecía un tipo razonable o que podía entrar en razón. Era parecido a Lucifer: ángel caído, con una meta y medios para llegar a ella, insistente en tener uno de los Winchester para sí mismo y enojado con el mundo.

—Sam —llamó el ángel entre murmullos. Castiel, además de preocuparse por el Seguidor, se preocupaba por su alma gemela y lo que en ese momento estuviera haciendo. El cazador más alto se dio la vuelta dejando lo que parecía una caja pequeña en una mesa.

—¿Si, Cas? —respondió éste.

—Necesito decirte algo sobre Lily —murmuró el morocho. Observó a su otro mejor amigo, quien hablaba sobre algo en una sección alejada del almacén. Luego miró al castaño—. ¿Recuerdas esa vez que Crowley la secuestró? —Sam asintió. Castiel dudó en decir el pequeño secreto de Lily, pero lo hacía por su bien.

Muy resumidamente, el ángel le contó lo que había pasado con la rubia hacía unas horas. Sabía que Lily se podría enojar, sentir traicionada y miles de cosas más, pero prefería que la rubia estuviese enojada con él antes de muerta por encubrir su secreto. Sam no dejaba de sorprenderse antes las palabras de su amigo. Una vez terminado el relato, negó con la cabeza.

—¿En qué estaba pensando? —preguntó sin esperar respuesta.

—Ella no quería ocasionar más problemas —defendió el ángel—. Dice que es lo que siente últimamente. Que es un problema y que no quiere poner más peso en los hombros de otros.

—Eso la destruirá —comentó Sam con unos ojos de cachorro. Decirle que su hermana estaba sufriendo hacía ya varios días era como decirle que falló en su puesto de hermano mayor. Sam y Dean intentaban todo para poder dar una protección completa y segura a Lily, pero no era suficiente—. Gracias por decírmelo, Cas.

—Te lo digo a ti porque sé que Dean no es una opción —explicó el de gabardina—. No se lo tomaría bien.

Sam asintió. Debía decirle a su hermano, pero antes quería él hablar con Lily. Los dos hermanos Winchester coincidían en muchas emociones depresivas y conflictivas, tal vez eso ayudase a Lily a seguir adelante sin importar sus emociones. El castaño siguió revolviendo artefactos.

Los cuatro siguieron así por varias horas. Incluso salió el sol y ellos seguían buscando algún milagro. Los dos cazadores estaban casi durmiéndose, Sam estaba contra la mesa y su cabeza reposando en su brazo, roncando tranquilamente. Dean se había sentado contra la pared y también roncaba del cansancio. Los únicos que seguían buscando algo que no hubieran visto antes eran los dos ángeles.

Castiel no creía que rendirse era una opción. Y Gabriel necesitaba algo que despejase su mente de Hayley. Observó por una pequeña ventana que el sol renacía sobre el pueblo. Suspiró, toda una noche sin poder encontrar algo en general.

Black Wings [Supernatural]Where stories live. Discover now