Recuerdos Pasados (Actualizaciones lentas)

3. Boda en un nido de serpientes. Parte II

Boda en un nido de serpientes. Parte II

Bajo el enorme rosetón de la pared, un mago ministerial oficiaba la boda en tono solemne. Avril no había llegado a "conocer oficialmente" a los novios todavía. Estaban sentados junto a Alphard en donde lo habían dejado, lejos del resto de su familia para que ambos hombres pudieran disimular bien los bostezos. A Avril no le entró sueño ninguno, pues estuvo todo el rato intentando evitar que tanto Sirius como su tío intervinieran en el enlace. Y no podía olvidarse de James.

El chico estaba sentado justamente detrás de ellos con los encantadores Fleamont Potter y Euphemia Potter, sus padres. Eran dos magos sangre pura cuyo estatus poco les importaba, amables y risueños en trato. Cuando Sirius le mostraba a todos los invitados, James había llegado por detrás colgándose de él. Se habían abrazado como si hubieran estado separados por años en vez de un día. Su exageración resultaba cómica, sobre todo cuando se lanzó a abrazar también a sus padres adoptivos como él los llamaba. Se los presentaron a Avril, y estos poco tardaron en decirle lo mucho que sus hijos hablaban de ella y que estaba invitada a pasar el tiempo que hiciera falta en su casa.

Con los malos recuerdos que la mansión le traía y la ponían algo sensible, Avril deseó más que nunca que Harry estuviera allí para conocerlos.

- Oye Avril – James echó el cuerpo hacia delante para susurrarle al oído -. Ahora es tu turno de subir ahí.

- Ni con un confundus logras que me case en esta casa – le respondió en el mismo tono bromista, pero diciéndolo completamente en serio.

James rió todo lo bajo que pudo, pero su madre se encargó con un buen sopapo en la nuca que no contestara y no volviera a hablar en los próximos tres minutos.

- ¿Y dónde te casarías entonces? – volvió a la carga, con la cabeza de Sirius también en la conversación. De vez en cuando Alphard lo llamaba para que le repitiera lo que hablaban porque no les oía -. Es decir, ya sabemos que te vas a casar con Canuto aquí presente – y apoyó su mano en el hombro del mencionado -, pero dudo que quieras casarte en su casa por ejemplo. Porque has visto Grimmauld Place, ¿verdad?

- Sí, la he visto. Y por supuesto que no quiero casarme ahí. Y además, ¿por qué me emparejas con Sirius? ¡El huye del matrimonio!

Eso último lo dijo algo más alto de lo normal, pero por suerte coincidió en el preciso instante en que todo el mundo aplaudía debido a que la pareja ya estaba casada.

- Oh vamos. Sabes que te quiere – la sonrisa de James ocupaba toda su cara -. Y lleva obsesionado contigo un montón de tiempo.

- Es verdad – intervino el susodicho mientras todos se ponían de pie para ver cómo los recién casados avanzaban por el pasillo central -. ¿Quieres saber cuáles han sido nuestros temas de conversación estas vacaciones?

- Yo te lo digo – Euphemia Potter se adelantó a los chicos y la tomó ligeramente del brazo para que se le acercara -. Han hablado tanto de ti y Lily Evans que estoy segura que os conozco mejor que vosotras mismas.

El sonrojo de Avril se extendió por toda su cara, jamás esperando que la madre de James Potter se metiera en la conversación. La buena mujer echó la vista atrás un segundo para ver a los dos muchachos cortados de repente, con las palabras perdidas y rió antes de seguir diciendo:

- Bueno, no solo de vosotras. El quidditch y los aparatos esos muggles... ¿cómo se llamaban? ¡Motos! Sí eso. Esos también entraron en la conversación. ¿Qué era lo que decían Fleamont?

El mago carraspeó aclarándose la garganta.

- Canuto, ¿has visto cómo brillan los ojos de Lily cada vez que se enfada? Son tan verdes que no puedo apartar la vista de ellos – dijo el señor Potter imitando perfectamente a su hijo James. Después cambió a imitar a Sirius -. ¿Y tú te has parado a ver el pelo de Avril, Cornamenta? Siempre suelto, tan negro como una noche sin luna. No me extrañaría ver estrellas centelleando entre sus hebras de cabello.