13. Cuando una serpiente ataca

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Cuando una serpiente ataca

Sus pasos chapoteaban en el agua bajo sus pies a medida que corría. El aire allí abajo era húmedo y frío, desagradable. Podría sentirse feliz si el único mal con el que saliera de allí fuera un resfriado. Ni siquiera era capaz de escuchar el deslizante sonido con el que la criatura se movía a causa de su acelerada respiración y el tamborileo del corazón golpeándole las costillas.

Jodido el momento en el que aceptó abrir aquella cámara para Dumbledore. Jodido el momento en el que llamó a dos aurores a hacer aquel trabajo. Jodido el momento en el que los Merodeadores los persiguieron. Jodido el profesor Grigoriy Popov. Y en definitiva, jodido el momento en el estaban ahora.

No sabía dónde estaban Sirius o James. Sabía que Remus y Peter se habían colado por otras cañerías. Y ya ni hablar de los dos aurores. O sí, esos eran los peores. Y Popov había desaparecido también.

Una mano salió de ninguna parte y la agarró del brazo de improvisto. De un tirón la coló en un pasillo sin salida atrapándola contra la pared. Un dedo se colocó suavemente en su labio mandándola a callar, pero ella no pudo escuchar.

Los ojos grises de Sirius la miraban entrecerrados. Por un momento la mandaron a una etapa anterior que en realidad todavía no había llegado a ocurrir, cuando algo que no le gustaba se interponía delante de él: le prohibían salir o la sopa estaba demasiado caliente.

Permanecía frente a ella dando la espalda a la única entrada y salida del lugar, manteniéndola ahí atrapada y sin moverse.

Su respiración todavía estaba acelerada. Sentía la gota de sudor recorrerle toda la sien. Cerró los ojos tratando de controlarse, pero la mano de Sirius le tapó la boca de repente y por encima de su hombro pudo ver perfectamente la enorme cabeza del basilisco. El aire se atascó en sus pulmones.

Una enorme cabeza de serpiente, cegada por los maleficios lanzados por los aurores.

La serpiente esperó.

Sirius apretó los dientes, aguantando, esperando, con su cuerpo completamente en tensión tapando todo lo que podía el de Avril. Miró sus ojos azules aterrados y sonrió.

Avril supo lo que significaba esa sonrisa y las lágrimas se anegaron en sus ojos: no te va a pasar nada.

De repente un sonido lejano alertó al basilisco que retrocedió y siguió deslizándose por la cañería hacia delante. Una vez su cola hubo desaparecido, Sirius suspiró, quitó la mano de la boca de Avril y unió sus frentes con los ojos cerrados.

- ¿Estás bien? – preguntó a la chica en un susurró.

...

..

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La misma Minverva McGonagall había ido en su busca para hablar con el director. Ahora en su despacho, Avril le había contado acerca del Basilisco y de lo ocurrido en su segundo año. Ella no había estado presente en la pelea, se había quedado atrapada con Ronald y Lockhart por culpa de la negligencia de este último. De modo que todo tuvo que contárselo Harry después, cuando volvió con Ginny viva y el Fénix de Dumbledore.

- Ahora que sé la criatura que nos ataca y sé dónde se esconde, puedo tomar medidas concretas al respecto. Aunque no es esto lo que más me preocupa ahora. Lo que me preocupa es que Voldemort ha hecho el primer movimiento y ha infiltrado a alguien en el colegio para abrir esa Cámara.

- La última vez fue a través del diario – dijo Avril recordando el suceso -. Controló a una amiga mía. Pero el diario está en la Mansión Malfoy. Dudo que se arriesgue a introducir el diario en el colegio para controlar a alguien, sabiendo que estamos buscando los horrocrux que ha creado.

Recuerdos Pasados (Actualizaciones lentas)Where stories live. Discover now