CAPÍTULO LXIX

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-¡Dios, anoche bebí como un animal!- Se llevó ambas manos a la cabeza, era obvio que le dolía. Sentía que todo giraba a su alrededor y la cama volaba, al punto que debía aferrar sus manos a la sábana porque creía que en cualquier momento saldría disparada del colchón.

-Y me follaste en un baño público como animal, también- La sonrisa de medio lado delataba que no estaba molesta.

-¿Me perdonas?- Hizo su carita de perro regañado.

-No te estoy reclamando- Su voz era tierna. Sus ojos brillaban de felicidad. Ella sin duda se encontraba perdida.

Perdida en aquella mirada verde.

Perdida de amor por Lauren Jauregui.

No necesitaba preguntarle cómo se sentía, era capaz de reconocer esa terrible resaca que estaba carcomiendo el sistema nervioso de su novia a Kilómetros.

Y así...Sin necesidad de emplear palabras para comunicarse, Camila supo lo que la mujer de su vida pedía a gritos contenidos en el silencio. Así que dio media vuelta y tras unos cuantos pasos hasta llegar al tocador, tomó una jarra con jugo de naranja para verter parte del contenido en un vaso de cristal con muchos hielos.

Hizo su camino de vuelta hacia la cama y le entregó dos aspirinas junto con el zumo.
-Sobredosis de acido acetilsalicílico...No es mágico y no desaparece por completo el malestar, pero sin duda hará que te sientas mejor- Depositó un suave beso en sus labios.

Lauren se bebió todo el líquido al hilo. Sin duda se encontraba sedienta, tan pronto la había besado, Camila había notado la deshidratación típica que el organismo experimenta tras una borrachera porque sus labios estaban secos. -Es posible que no me vaya sentir mejor- Comentó resignada.

-Calma, mi vida, es natural que te sientas fatal, pero no hay resaca que dure cien años, mucho menos después del desayuno que te voy a preparar-

¿Camila Cabello cocinando para ella? Eso sí que sonaba tentador, sin embargo...-Tengo Náuseas- Dijo Lauren con pesar. Desconocía si el origen de dichos síntomas eran mero producto de la enorme cantidad y revoltura de alcohol que había ingerido la pasada noche o si la verdadera culpable era la decisión que acababa de tomar.

Así es. Le iba a contar todo a Camila, tal y como se lo había sugerido la señora Hansen.
-¿Quieres vomitar?- La Fotógrafa le ofreció su mano en caso de que requiriera ayuda para levantarse y llegar hasta el baño, ya que de pronto la piel de Lauren se encontró tres tonos más pálidos que de costumbre. Pero Jauregui rechazó la oferta con la cabeza -Solamente dame más jugo, por favor-

Tan pronto Camila le entregó el nuevo vaso lleno, la ojiverde se llevó las dos aspirinas a la boca y tragó. -Estás muy pálida, mi amor- Acarició su frente que se sentía algo caliente.

-Necesito decirte algo- Soltó de la nada. Sintiendo las orejas ardiendo y una capa de sudor que se apoderaba de la palma de sus manos.

-¿Que me amas?- Los ojos chocolate estaban tan llenos de ternura. Era de esas contadas ocasiones que percibía a su prometida tan indefensa y le provocaba enormes deseos de cuidarla y llenarla de mimos.

-Te amo, esa es la verdad más grande que he dicho en toda mi vida- Ella negó con la cabeza y un terror indescifrable inundó aquel par de Esmeraldas -Pero lo que voy a decirte es importante y...-

-Todo ésta bien, mi amor- La tomó de la mano al percibir esa tensión que se apoderaba de su chica. -¡Lauren, estás sudando!- Exclamó al notar que las manos de la ojiverde transpiraban frío. -¿Qué está pasando?- Ahora sí sonaba preocupada.

-Pasa de todo, Camz- Bajó la mirada completamente avergonzada -Te juro que no me alcanzan las palabras para expresar mi arrepentimiento-

-Me estás asustando, Jauregui-

MISIÓN, VISIÓN, VALORES Y OBJETIVOS DE UNA EMPRESA NO CUMPLIDOS. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora