Paciencia

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El timbre sonó y sus compañeros  salieron como si no hubiese un mañana, o algo más importante que el tan ansiado recreo. El salón se vació rápidamente. Y Adrien se quedó en el asiento a un lado de Chloé.

—Deja tu libro abajo —le indicó la rubia al bajar el libro de historia que continuaba cubriendo el rostro del modelo.

<<¡Demonios!>> maldijo internamente el rubio, pero sí hizo lo que la contraria pedía.

—Lo arruinaste, ¿no es así? —lo afirmó. Era más que obvio. Por fin Adrien había aceptado sentarse a un lado de Chloé, sin que ésta le estuviese insistiendo (ya que se había desocupado "casualmente" el lugar a su lado), sólo por presión social... por esas insistentes miradas—. Porque no por nada estarías sentado a mi lado. Siendo ignorado por "tu mejor amigo", recibiendo las miradas que yo misma recibo desde siempre por parte de... —paró un momento su monólogo, porque no sabía cómo decirlo.

—Alya, Sabrina, y Nino —completó el chico. La rubia, acostumbraba a decirles por apodos, en un intento de herir su confianza, se limitó a asentir. Ella seguiría en lo mismo, no se "rebajaría". Ya era algo extraño que optase en hablar muy seriamente con Adrien.

—Sí, 'ellos' —intentó restarles total importancia al asunto de los nombres. Agregó un movimiento de cabeza y de su mano, indicando que no valían la pena.

Adrien asintió. Estaba más que acostumbrado a la actitud de la rubia. Eran amigos de la infancia... es más, hasta de nacimiento. Era curioso que la madre de Adrien y el padre de Chloé se llevasen tan bien. Entonces, habían estado juntos desde hacía mucho, mucho tiempo. Se conocían muy bien, a pesar de intentar no parecerlo frente a todos. Adrien sabía cuando algo le costaba trabajo a Chloé,siendo esto un ejemplo de esto está el hecho de que la rubia no lograba digerir el que Sabrina en serio parecía totalmente disgustada con ella, y que no le volvería hablar... tal vez nunca.

Entonces eso mismo lo identificaba la rubia. Todos los meses en que Adrien había estado ahí, asistiendo al colegio, ella intentaba ignorar el hecho de que Adrien en realidad no tenía más tiempo para ella... o sus pláticas de siempre. Ya no sabían qué pasaba con el otro. Sólo sí causaba algún problema. Y 'este' se convirtió en un problema.

—Dime, qué le respondiste.

Los ojos de Adrien llegaron a clavarse en la página con más palabras que dibujos históricos. Aquello era lo malo, no pudo haber sido más directo e hiriente.

—Le respondí con la verdad —dijo a secas.

Una de las extremadamente delgadas cejas de la chica rubia se alzó para proseguir su cuestionamiento.

—Para ti, ¿qué significa eso?

Adrien suspiró. Tenía que admitir frente a ella que sus palabras las dijo de sopetón, sin pensárselo siquiera, era una verdad pura y directa.

—Pues, le dije que no estaba interesado y que no la quería de algo más que a una amiga —admitió, desvió la mirada, sí, no había elegido las palabras adecuadas.

Chloé suspiró, eso había estaos terrible, comenzó a masajearse las sienes, porque esa actitud de su amigo le parecía desquiciante. ¡A una chica no le rechazas de ese modo!

—Ah, esa niña se lo buscó —dijo entre dientes.

— ¿A qué te refieres? —se dedicó a seguirle la corriente. Mientras pasarán a otro tema mejor.

—Ya sabes porque, frente a todos, te ando abrazando y diciendo apodos acaramelados...

—Los cuales son molestos —interrumpió.

Todo gracias a Alya.Where stories live. Discover now