Ya no hay más que perder.

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Adrien arrastro consigo a su rubia amiga fuera del salón, y a dónde nadie pudiera interrumpirlos.

Y es que ya era suficiente de estar dándole vueltas sin querer encarar las cosas. Era seguro que Chloé sabía lo que le pasaba, y no le diría nada malo. No por algo estaba siempre comentando al pelirrojo.

Cuando llegaron a la sala de música a la que había llevado a Nathaniel antes, fue por fin cuando se detuvo. Estaba segurísimo que ahí no los buscaría nadie; por consiguiente nadie los podría escuchar.

—Adrien, o sea adoro estar contigo, en serio. Pero no me gusta cuando simplemente me agarres y jales para salir corriendo —se quejó su acompañante, zafándose del agarre que tenía Adrien sobre su muñeca.

—Lo siento —se disculpó el chico.

Los rubios se quedaron callados. La chica esperaba que le explicara porque había rechazado estar con 'su amado' pelirrojo para pasarla con ella, si eso era lo que más quería del día, en serio que no entendía porque lo cambiaría. En cambio, el chico pasó a cerrar la puerta, no después de haber encendido la luz en el cuarto y verificar que nadie los seguía.

— ¿Me lo dirás?

Adrien suspiró al tener de nuevo a su amiga enfrente y pendiente. <<Okey, Adrien, puedes hacerlo. Sólo pregúntale>> se intentó dar ánimos. Infló el pecho, sin notarlo, y se quedó aguantando la respiración. A decir verdad se veía ridiculo. Chloé no tardó en estallar en carcajadas por la tontería que estaba haciendo.

—Ya, jajaja, dime porque rayos estamos aquí —le pidió mientras se tranquilizaba. Sí Adrien había intentando verse como un pavo real apenas pudo verde como una gallina.

—Chloé tú sabes lo que me pasa —Su pecho se desinfló mencionando esas palabras, aunque algo mal pronunciadas.

— ¿Estás diciendo que sé sobre qué exactamente? Porque estoy segura que estoy hambrienta y posiblemente tú también.

Adrien se le quedó viendo mal un momento. Sin embargo a la chica no le pareció molestar en lo absoluto, ¿por que lo haría? Ella prefería que le dijeran las cosas claras.

—Chloé, hablo sobre Nathaniel —Al admitirlo el chico desvió un poco la mirada, ¿ahora qué hacía?

La rubia chasqueó la lengua y lo miró aburrida. ¿En serio, eso era todo? ¿Nathaniel?

—No es mi culpa que no sepas admitir tus sentimientos —le dijo. La chica de coleta prosiguió a cruzarse de brazos esperando la respuesta a la defensiva que siempre utilizaba Adrien.

—A eso me refiero.

La simple oración la hizo detenerse. Todo lo que ella esperaba que dijera y cómo actuaría, cambió. <<¿Acaso esto significa...?>> se preguntó. Pero no tenía que hacerse ilusiones. Adrien era un tonto egocéntrico que solo pedía atención de un aún más tonto chico con talento.

—Adrien... —le llamó, con voz sería. Adrien por fin volvió a mirarla—. Eres un idiota que no sabe qué siente a pesar de tener la respuesta en las narices —se quejó la chica.

Le encantaba ver a su amigo siempre querer e intentar tener la atención del pelirrojo. No obstante, de verdad se estaba volviendo tedioso. Desde el primer lugar en que Adrien intentó hacer contacto con Nathaniel lo vio, en los ojos de su amigo, aquella patada que se merecía. Adrien necesitaba a alguien que lo pusiera en su lugar. Y su actitud había cambiado drásticamente a los largo de los meses.

Todo gracias a Alya.Where stories live. Discover now