Déjate llevar

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Atención: Este capítulo contiene escenas sexuales (o intento de). Si no quieres leerlo, simplemente dirígete a la parte de la nota al final del especial.

Sus cuerpos estaban calientes, se rozaban con insistencia para intentar fundirse juntos. Sus bocas estaban pegadas, mientras sus lenguas jugueteaban a un ritmo acelerado.

Y ahí, cuando la temperatura de sus cuerpos como sus propias hormonas iban de un lado al otro, hubo un segundo donde realmente nada más existía. Pudiera ser que para ambos, estando juntos, el tiempo se detuviera y el mundo desapareciera en variadas ocasiones. Esa fue una de ellas.

Aunque el momento no lo hubiesen podido predecir por todo lo que había pasado en aquella semana.


Bueno, igual, toda la semana y la pasada no tuvieron casi ningún contacto. Adrien había sido secuestrado por su padre y estaba siempre ocupado con eso de ser modelo. Y Nathaniel, por otro lado, estaba metido en un concurso. Sí, un concurso, para poder ganarse una beca en una de las mejores escuelas de arte.

Eran los últimos días que los estudiantes tenían para poder ganar un puesto en la escuela, fuese de una manera o de otra. El concurso acabaría al día siguiente y Nathaniel se encontraba en una sala espaciosa donde había expuesto una de sus mejores pinturas, dándole paso para llegar a la final. Así ganaría un puesto, una beca, y una carta de recomendación.

Quienes estaban de jueces eran algún directivo del colegio, como Jean-Marc Bustamante*, y algún artista (ex-alumno) reconocido para echar la mano. Ese año era el turno de Jean-Pierre de Roux**, relativamente joven artista francés que regresaba a ver a las nuevas generaciones.

Por supuesto de Roux había visto varios aspirantes al único puesto que tenían. Esa era la razón por la que aún no terminaba el concurso. Había talentosos jóvenes en aquella sala. Y el que más captó su atención fue un cierto joven pelirrojo que aquel día, ya casi un viernes, estaba guardando sus cosas, "desmantelando" su zona de exposición.

Casi todos los otros jueces y participantes (rechazados) se habían retirado. Quedaban unos cuantos más, y entre ellos los finalistas.

—Mírenlos, los finalistas del concurso —de Roux, se había acercado lo suficiente para quedar entre los dos chicos que habían pasado a la final.

Monique Leon*** era una chica de cabello castaño y sumamente rizado, con una mirada regia y del color al chocolate amargo, destacaba entre los demás chicos y chicas pálidos de la habitación. Se le veía siempre vestida de colores primarios. Aquel día llevaba puesta una boina roja brillante que aplacaba un poco su cabellera esponjada; una camisa amarilla abajo de un overol azul por la mezclilla; y para finalizar unos tenis igualmente amarillos.

Tanto la chica como Nathaniel se voltearon para ver a de Roux. Alto, algo musculoso, bronceado, y con una sonrisa casi perfecta. Era un joven bastante mayor que parecía casi un adolescente por su jovial tono.

—Quiero decirles que estoy muy feliz de que ustedes dos —señaló a cada uno, a Monique y Nathaniel, respectivamente, mientras decía—, hayan pasado a la final, ya están a sólo un pequeño paso de ingresar a esta maravillosa escuela.

Monique hizo una expresión que claramente ponía: 'Lo sé, soy genial'. Nathaniel, muy al contrario, optó por desviar su mirada, hizo más bien una mueca y farfulló un agradecimiento. Él agarró algunas de sus cosas y comenzó a irse. Monique se quedó hablando con de Roux un rato más. Pero de Roux mantuvo fija su mirada verdosa sobre Nathaniel y aún más, en su trasero, hasta que desapareciera saliendo de la estancia.

Todo gracias a Alya.Where stories live. Discover now