Salva el día

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Nathaniel, ya listo para volver sobre sus pasos y salir pitando de ahí, fue detenido por el agarre fuerte de su brazo. Adrien, a su lado, miraba, de una manera un tanto extraña, a la criatura. Nathaniel no supo interpretarla en lo absoluto. Entonces el rubio lo jaló consigo, mientras la criatura estuviese distraída con todas las demás personas, ellos huyeron.

Adrien, guiando a Nathaniel entre las personas y tomando algunas calles. Mejor alejar al chico de eso. Y él ya se las arreglaría para hacerle de su papel de superhéroe lo más rápido posible.

Nathaniel se dejó arrastrar por el otro chico, e intentaba seguirle en todo lo que cabía el paso. Él escuchaba los gritos aterrorizados de las personas y como la criatura se iba desplazando y destrozando las edificaciones (o todo en general) que se le ponían en frente. Hubo un punto en que Adrien se alejó del pelirrojo, dejándolo suelto.

— ¡Vamos! —exclamó Adrien, continuando con el rol de guía, mientras se dirigía a una calle paralela a la que se encontraban.

Nathaniel, algo tembloroso y no tan hábil, le siguió el paso... dejando cada vez más espacio entre los dos. Se estaba cansando. Porque, él no corría... nunca. Y tampoco era por flojera, sino que nunca se le había dado el hacer algo de ejercicio, nada en lo absoluto. Y eso le estaba costando en aquel momento.

La criatura se movía tan lento o rápido como quería, no obstante no era demasiado rápida como para dar alcance a todas las personas que se le estaban escapando. Porque, lo que hacía, era atrapar a las personas y prácticamente engullirlas. Éstas quedaban atrapadas en el interior de lo que parecían raíces que se extendían más y a mayor rapidez cada vez.

Nathaniel, por el cansancio, se detuvo en la esquina de una calle, y por un momento cerró los ojos fuertemente, en un intento de recuperar el aire. De improviso, escuchando el crujido de una roca al venirse abajo, los abrió espantado.

— ¡Cuidado! —Fue lo que escuchó antes de que el pedazo destrozado de concreto le cayera encima, aprisionándolo.

Adrien, ya había notado que Nathaniel no corría demasiado rápido, no obstante él continuaba avanzando. Hasta que escuchó el mencionado crujido. Y ahí, volvió sobre sus pasos lo más rápido que pudo. Intentó hacer que Nathaniel se moviera de ahí. No fuera ser que se lastimase... o peor.

Cuando el pedazo de concreto cayó, levantando una nube de polvo, Adrien se detuvo y cubrió su rostro. Eso ya era suficiente. No podía alejar a Nathaniel de la criatura, porque ahora él estaba atrapado. Lo cual comprobó por la forma del pedazo de edificio huevo que cayó, será suerte esa. Al acercarse a la estructura caída y notar que el chico estaba en medio de ésta, parecía estar bien, el rubio pudo sentirse un poco (solo un poco) menos nervioso. Adrien, tenía que detener aquello de inmediato. Así que salió corriendo de allí.

No era como si Adrien jamás hubiese estado por aquellas calles. Siempre que podía vagaba por la ciudad en la noche, y sabía que cerca de ahí había un callejón. Sería un lugar perfecto para transformarse en Chat Noir.

Y así lo hizo. Plagg apareció de entre sus ropas e hizo lo de siempre, decirle algún que otro comentario burlón (aunque algo mordaz en aquella ocasión). Adrien no le prestó atención al típico comentario que el kwami hizo, y solo se transformó.

— ¡Plagg, transfórmame!

Se escuchó, así callando de inmediato a la pequeña criatura. Al segundo siguiente, el famoso héroe de París apareció para salvar el día. Solo faltaba que Ladybug hiciera su propia aparición, la cual ya era requerida desde hacía unos minutos atrás.

El "felino" subió hasta el techo de los edificios a su alrededor. Así logrando ubicar a la 'criatura' que estaba causando estragos en la ciudad. La criatura, veloz y dando caza a las personas, serpenteaba por las calles. Se pegaba a las paredes y desde ahí capturaba a las apuradas y espantadas personas que intentaban escapar. Por cómo avanzaba andaba derrumbando algunos trozos de las estructuras a su alrededor. El joven héroe inspeccionó con rapidez lo que parecía ser. Un enorme capullo que era su propia boca, y atrás de ella había un rastro enorme de algo verde.

Todo gracias a Alya.Where stories live. Discover now