Un poquito de creatividad

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La peor hora para Nathaniel había llegado; Ciencias. Aunque le agradaba más aquel día que muchos, muchos otros que había vivido anteriormente. ¿Por qué? Por el tan simple hecho de estar en silencio. Aunque había bastante bullicio rodeándolos, pero ellos guardaban silencio, distancia y trataban de no verse la cara. Aquello había sido levemente reconfortante. Adrien había "osado" volver a sentarse en el asiento vacío correspondiente a su lado. En su simple y modesto asiento vacío que disfrutaba más que nada en aquella infernal hora. Sin que nadie le viese, molestase o distrajese a su lado. Aquello había cambiado semana y cacho atrás. Era viernes, y la verdad, había sido el día más tranquilo de todos. Tan tranquilo que se había quedado dormido, siendo arrullado por el escándalo de sus compañeros.

Aunque Nathaniel no sintiese su mirada, Adrien le estaba observando desde hacía más de diez minutos. Y es que el pobre pelirrojo llegó muerto a la clase, aprovechó que no estaba el rubio aún en el salón y quiso echarse una pestaña, no obstante acabó así. Adrien tenía una pequeña sonrisa. En realidad eso le parecía bastante tierno. Suspiró y volteó al frente.

Algunos compañeros habían traído algo de material, otros solo información, parecía que se estaban tomando en serio aquello. No era como si a Adrien el proyecto le pareciese un juego o algo parecido. Pero no habían avanzado nada desde el inicio, ya que no podían comunicarse. Nathaniel se perdía en sus cavilaciones, y Adrien, no importaba cuantas veces lo repitiera. No lograba hacer que el pelirrojo le hiciese caso. Y eso le molestaba. Jamás había pasado algo así, y se estaba impacientando.

Vio como la maestra se levantaba de su silla y comenzaba a ir por cada lugar. Eso no se veía bien. El rubio volteó a donde su compañero continuaba entre sueños. Tendría que despertarlo.

—Nathaniel —murmuró el rubio.

El pelirrojo no lo escuchó, pues claro que siguió durmiendo. Adrien se le acercó y comenzó a moverlo, con suavidad y esperando no llamar la atención. Echó algún que otro vistazo y se aseguró que todos estaban distraídos, con materiales, la maestra o cosas que ni siquiera tenían que ver con la materia. Y así continuó el intento de despertar al pelirrojo. Cuando captó algo más que la pesada y calma respiración del chico, algo parecido a pequeñas quejas ahogadas. Ahí se acercó a su oído y le murmuró:

— ¡¡Nathaniel!! Despierta —Pero solo escucho alguna queja sin sentido.

¿Por qué era tan difícil poder despertar a alguien? El rubio volvió al asiento vacío atrás suyo. Con algo de nerviosismo vio como la maestra se acercaba. Si llegaba despertaría a Nathaniel y se meterían en problemas. Todos sabían que aquellas maestra tenía poca paciencia con los chicos si no hacían o aparentaban hacer, en lo que cabe, lo que les decía. Y claramente tenía algo en contra de Nathaniel.

El rubio intentó, de vuelta, despertar al pelirrojo, evitando ser brusco. Logrando hacer que se removiera y volviera a murmurar incoherencias. No obstante, no pudo evitar que el pelirrojo acabara en el suelo, todo con tal de alejarse de él. (Nathaniel estaba durmiendo, y solo quería seguir así.) Se escuchó el golpe, un grito, y luego todos estallaron en carcajadas. Nathaniel había despertado de golpe... Por el golpe, y el grito que dio Adrien al verlo caer. La maestra se les acercó con el ceño fruncido.

— ¡Nathaniel Rêveur! Veo que todavía sigue sin tener un interés mínimo en mi clase —exclamó la maestra. La cual pareció ignorar el hecho de que el pelirrojo se encontrase en el suelo, confuso, y sobándose el brazo derecho sobre el cual cayó.

Nathaniel se puso rojo hasta la raíz de sus cabellos, casi podía confundirse con éstos. ¿Qué había pasado? <<¿Qué ocurre?>> El pelirrojo volteó y pudo notar cómo sus compañeros se reían, todo por su caída. La maestra comenzó a callarlos mientras los chicos comenzaban a voltearse al frente y a platicar de nuevo. El pelirrojo luego dirigió una mirada, del todo confusa y avergonzada, a su rubio compañero que se veía igualmente apenado. Adrien seguía sin moverse. Con los ojos sorprendidos y la boca abierta. La verdad mentiría si dijeran que no se había asustado, mucho más si afirmaran que no le importó ser el causante de tal escena.

Todo gracias a Alya.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang