En otras manos

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Alya no pudo esperar más que al inicio de la siguiente semana para comenzar con sus planes. Llegó temprano, como ya se ha mencionado que no acostumbraba. Pero siempre valía la pena esforzarse un poco más en la mañana sólo para ayudar. Y como ya se había esperado, Nathaniel también había llegado temprano. El chico parecía no cambiar de actitud, nunca dejaba de dibujar en sí. La morena se sintió feliz por eso, y con una sonrisa subió los escalones del salón, dirigiéndose a donde Nathaniel. Ah, como eso se parecía a una escena de algunos meses atrás.

—Nathaniel, buenos días —saludó la chica.

El chico pelirrojo, que había tenido su total atención al pedazo de papel y las líneas que trazaba en éste, se tensó. Más, no subió la mirada.

—Hola. Alya —separó las palabras, dándoles una cierta pausa de duda.

La chica morena tomó asiento a un lado del pelirrojo. Y con su enorme curiosidad asomándose, quiso saber qué estaría dibujando en aquel momento.

— ¿Dibujando?

—Emm, sí.

La respuesta del chico no podía ser más obvia por la misma pregunta. Sin embargo, la chica sabía que no era como antes, siempre estaba dibujando pero... Algo había cambiado en su tono de voz. Como si se apenara más que antes. Algo le apenaba. Y la sonrisa de la chica no podría dejar su rostro.

—Oye, Nath. Quiero decirte que el plazo ya casi termina, sólo faltan unos días. Pero también venía a preguntarte si me lo podrías dar antes. Por favor.

No se había hecho a la idea de hablar con la chica en ningún momento, bueno, ni siquiera por ese asunto. Qué más. Sólo había podido estar pensando en algo todo aquel tiempo. Cosa que no admitiría abiertamente. Y por  eso mismo había rehuido de conversaciones y miradas, estaba demasiado avergonzado a pesar de los días. Y eso mismo hizo que Nathaniel no se hubiese dado cuenta que el plazo ya había vencido. A Alya no le importaba, para nada, pero le decía eso porque se notaba de lo distraído que estaba el chico. Seguramente ni la fecha se sabía.

—Está bien —aceptó el chico.

E ignorando a Alya se puso a trabajar de nuevo. A la chica se le quitó la sonrisa del rostro y se le quedó viendo a Nathaniel, esperando a que reaccionara de alguna otra manera. Habían podido formar una linda relación amistosa a lo largo de los días. No obstante parecía volver al inicio. Nathaniel estaba huyendo y ella parecía estar en su camino.

Lo que no se esperaban era que la puerta se abriera. Era demasiado temprano, y sus compañeros bastante flojos como para empezar el día a esa hora. Y aún más fue la sorpresa de encontrarse con la presumida de Chloé agarradita de la mano de Adrien, quien la veía desinteresado. <<No podrá>> pensó algo asustada Alya. Si se había cumplido lo que la chica rubia había estado presumiendo desde un inicio todo se iría al caño.

—Entonces, me dijo que no se podía, y yo le respondí que hiciera lo que tenía que hacer. Ya sabes que tanto odio la incompetencia. Todo lo que pido es posible, sólo que la gente es demasiado tonta —se quejaba la chica al entrar.

Adrien se le quedó viendo con una expresión de aburrimiento. Chloé había insistido en llegar temprano a clases y no entendía porque. Le había despertado y sacado de su cama casi a patadas. Eso no debería ser así, y siempre que hacía algo extraño era porque planeaba algún otra cosa, ahora el tema era averiguar qué quería Chloé ganar con eso.n

Los dos rubios fueron a tomar asiento a su lugar, dejando sus cosas en la mesa. Mientras que dos atentas miradas no se les quitaban de encima. Parecía que ninguno de los dos chicos más ricos del colegio había notado que en el último asiento había dos personas más. Alya se seguía preguntando qué rayos hacía ahí Chloé, a esa hora. Bueno, estaba bien que Adrien hubiese llegado, ¿pero con Chloé, en serio? Adrien no pudo haber cambiado de pensar tan rápido. <<Tiene una mirada de lo más extraña, por no  mencionar su actitud, y al inicio de semana llega agarrando la mano de una chica —sin recalcar que era CHLOÉ—, como si nada.>>

Todo gracias a Alya.Where stories live. Discover now