Capítulo 1.

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La mañana de mitades de agosto se había extendido debido al otoño. Pronto la nieve caería como lluvia sobre la ciudad de Nueva York, donde se supone se cumplían los sueños, o eso creían las personas que se mudaban aquí. Miré mi reloj y noté mi considerable atraso, después de que mi última secretaria renunciara por volver a Italia, mi trabajo y mis agendas se habían desordenado, agradecía que al menos Normani me despertara esta mañana con un mensaje. Acelere un poco y de un momento a otro un auto se atravesó en mi camino. Frene fuertemente haciendo que las ruedas chillaran.

—¿Qué demonios? —Maldije y toqué la bocina varias veces para que se apartara. Cuando pude volver a conducir, saqué el dedo del medio por la ventana. Llegué a la empresa y Ally se encontraba en la entrada, como una de mis socias y mi amiga, estaba al tanto de mi situación.

—Llegas tarde y la junta ya empezó. —Dijo tecleando en su teléfono y caminando a mi lado. Pulsé el botón del ascensor y entramos.

—Lo sé, lo sé. —Suspiré con frustración. —Culpemos a la Italiana. Ella renunció.

—Después de la junta tendrás tiempo de elegir otra secretaria. —Me miró sonriente y las puertas del ascensor se abrieron revelando a un piso entero lleno de oficinas, al final, el salón de conferencias. Caminé junto a Ally y entramos de manera que todos los socios se levantaron de sus sillas para saludar.

—Buenos días, lamento la tardanza. —Dije señalando que tomaran asiento y así lo hicieron. —Hoy tenemos que hablar de la nueva inversión de Jauregui International. —Sonreí. Los socios comentaron sus ideas y al cabo de una hora, se había extendido la junta, por lo que tuvo que posponerse.

Me sentí agotada y Ally se carcajeó. —Alto ahí Jauregui, aún tienes trabajo que hacer. —Me hizo levantarme y me llevó hasta mi oficina, pasando por una sala de espera sumamente llena. Esto tardará un rato.

Camila's POV

Había llegado temprano a la cafetería, por lo que salude a mi jefa y tomé asiento frente a la barra antes de empezar a trabajar. Para cuando el reloj apuntó a las siete, la cafetería abrió y tuve que colocarme mi delantal, nada parecía fuera de lo común. La misma pareja de siempre saludó a todos y tomaron asiento junto a la ventana, pidiendo el desayuno de siempre. Minutos más tarde, un señor de la tercera edad tomó asiento en la barra y pidió sólo un café. Los chicos del vecindario acostumbraban a desayunar y tal como todos los días, hoy sucedió.

—¿Terminaste? —Preguntó mi jefa, Lisa. Asentí y me giré cuando la campana de la entrada sonó, había llegado la última cliente matutina. Una señorita de unos ojos verdes esmeralda y cabello negro, su piel era blanca y siempre llevaba algo negro. Como de costumbre se sentó al fondo del lugar y me acerqué a tomar su orden.

—Lo mismo de siempre. —Dijo mirando su teléfono sin siquiera mirarme. La única vez que habíamos cruzado palabras, fue la primera vez que vino y pidió su orden, desde entonces, siempre decía lo mismo y yo jamás contestaba. Al cabo de veinte minutos le entregue su orden y ella sonrió. —Gracias. Quiero café.

Serví la taza y se la lleve pero al colocarla, ella me tropezó y el café cayó en su pierna.

—Oh, Dios, lo lamento. —Tomé una servilleta y antes de poder limpiarla ella me tomó de la mano, la miré fijamente a los ojos y me quedé sin palabras. —To...tome.

Le entregué la servilleta y ella se limpió, podía notar el rojizo de su piel desde mi altura. Me alejé y ella me miró molesta. —Ten más cuidado.

—En serio, lo lamento. —Me disculpé.

—Deberían despedirte, este traje es sumamente costoso, ¿sabías? Apuesto a que no. —Se carcajeó.

BOSS | Camren Where stories live. Discover now