Formas de mirar

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La soledad del cuarto me pesaba mas que otros días. Sollozaba en silencio, temblando de solo pensar en tantas emociones juntas. ¿Podía ser posible que el momento de mas ilusión, sea también el de tu mayor pesadilla? Cerré los ojos, y hundí mi rostro entre mis rodillas, sintiendome como una verdadera basura.
Es por eso mismo, que no me quería enamorar. No tolero los Adiós, y aunque este no fue uno como tal, si fue un "adiós" mental donde me di cuenta de que ese amor que tanto añoraba con Justin jamás iba a llegar. 
De repente todo estaba mal.
Había aprendido a no llorar; toda mi vida se basó en ser fuerte, no en dejarme quebrar facilmente. Pero esa es una historia larga.
Desde que tengo uso de memoria, recuerdo los gritos, vasos rotos y lagrimas; aquellos gastan mis pensamientos de la niñez. Mis padres discutían tan frecuentemente como respiraban, por cualquier insignificancia, por cualquier estupidez. Ronny no lo toleraba, y lloraba; yo hice lo mismo, hasta que me cansé de hacerlo. Desde ese día, el día en que me prometí no volver a llorar por ellos, lo cumplí. Ellos discutían, rompían cosas y peleaban, pero no dejaba que eso me afectase. Poco a poco me fui disolviendo en el mundo de los libros; encontraba mejor la idea de vivir en un mundo en mi cabeza que en la realidad misma; cualquier cosa hubiera sido mejor que eso. Tal vez de ahí lleguen mis rarezas. 
A mi madre, le guardé mucho rencor de la infancia. No sabía por qué, pero siempre sentía que ella era la culpable de todo, tal vez por el hecho de que mi padre era muy como yo, y también se dejaba absorber por el mundo de la lectura. Fuera cual Fuera la razón, yo viví mi infancia entre libros, gritos y lagrimas. 
Así hasta que un día, mi papá se fue de la casa. Recuerdo ese día con total perfección: La cocina olía a chocolate caliente, ya que era pleno Diciembre, y la nieve caía como si no hubiera mañana. Antes de ese día, la nieve me gustaba... y el chocolate también. Mi hermana usaba una pijama rosa de gatitos, y yo llevaba un gorro que había comprado ese día en el centro comercial, con la cara de un cerdito en la parte de arriba; recuerdo mis calcetines verdes, destacando sobre mi pijama azul con amarillo. Tomabamos chocolate caliente, en cuanto escuchamos algo romperse desde el segundo piso. Yo actué con la naturalidad de hacía unos años: me quedé callada, haciendo como si nada hubiera sucedido. En cambio mi hermana, alzó la mirada hacia las escaleras con los ojos temblorines, asustada, mirandome y mirando hacia la sala en repetidas ocaciones. Unos cuantos gritos resaltaron, y otra cosa se rompió. Yo miré mi chocolate caliente con atención, observando el malvadisco blanco que flotaba en el delicioso liquido. Se escuchó como abrieron la puerta, conforme se escuchaban distintos gritos y sollozos agudos de mi madre. Solamente capté un par de palabras: "No te vallas". No entendí el contexto de esas palabras, hasta que los gritos cesaron, así como las cosas rotas y los golpes. La puerta de su habitación en el segundo piso se volvió a abrir, pero esta vez con una calma tal que hasta daba miedo. Los pasos toscos de mi padre sobre el piso de madera se fueron intensificando, hasta que al final se escuchó como bajaba las escaleras. Por primera vez, miré a Ronny, la cual asustada había dejado el chocolate en la barra de la cocina. Mi padre apareció entonces con una maleta colgada en su hombro.
- ¿Papi? - preguntó temerosa Ronny. Yo estaba intentando analizar las cosas, los hechos, los gritos, las palabras de mi madre, sus sollozos, diferentes a los de otras ocaciones, y la maleta. Mi papá se estaba yendo de la casa. 
Él nos miró con una tristeza que parecia infinita, y con la mirada y las manos nos indicó que nos acercaramos a él. Ronny salió de la cocina, mientras que yo dejaba mi taza en la barra y me acercaba a mi papá. Nos tomó a ambas de los hombros al mismo tiempo, y nos miraba como queriéndose grabar nuestros rostros en la cabeza. Nunca olvidaré la mirada de un adiós. Nos dijo con palabras nasales "Quiero que vivan felices, sonrientes y armonicamente, no quiero darles ésta vida. Por eso me iré por un tiempo, pero volveré por ustedes. Lo juro". Ronny lloró, y yo simplemente me tragué mis lagrimas, mientras miraba al suelo y me mordía los labios. Ronny se soltó a llorar de un modo desconsolado, abrazandolo, y mi papá aprovecho el abrazo para demostrarle cuanto la quería en sus brazos. Cuando por fin lo soltó, mi papá llegó conmigo, y me abrazó igual de intenso que a mi hermana. "Eres especial, Ely" susurró a mi oido, "No dejes que nadie te haga pensar lo contrario". Después de eso, mi papá simplemente se levantó, y nos dijo Adiós. 
Esa fue la ultima vez que lo vimos, antes de su muerte varios años después. 
La cuestión aquí fue que nunca nuestra familia supo nada del asunto. Cuando ibamos a Nove todo los años, mi mamá fingía como si ella y papá siguieran juntos, como si nada hubiera ocurrido, pero apenas llegabamos al continente Americano, volvíamos a la sombría vida que llevábamos. 
Me había prometido no llorar, y no dejar que nadie me hiciera pensar que yo no era especial; dos promesas rotas en una sola noche, y por el mismo chico idiota. 
Justin era el mas sinico, idiota del mundo.
Me recosté en la fria cama, mirando a travez de la ventana detrás del respaldo como la lluvia caía, al compás en que mis lagrimas lo hacían. Había roto mi promesa de no llorar por un engreído idiota insensible... Bien Elizabeth.
Después de eso, me quedé dormida mientras lloraba en silencio.






...






La cabeza me punzaba cuando el suave sonido de los pajaros de la ventana me despertó. Abrí mis ojos, y me encontré con que aquella no era ninguna pesadilla: La discusión de hecho había existido, el beso fue real, y sus palabras me cortaron la piel tan claramente como lo había soñado. Lo peor es que una pesadilla se vuelva realidad. Así como el mismisimo beso.
Llevé mis dedos hasta mis labios, acariciandolos, siento casi el contacto de Justin con ellos. Entonces, las lagrimas cayeron despavorídas otra vez, pero casi al momento de la septima lagrima, los detuve, y contuve el aire. No podía seguir llorando por Justin.
Tenía prohibido volver a pensar en Justin y yo. Simplemente, prohibido; era una promesa. No podía enamorarme de ese chico... era un idiota. 
Me levanté de la cama, y fui directamente hacia el tocador. Mis ojos se veían a estallar, inchados y rojos como la grana. Mas ridícula no podía verme. 
No me sentía con animos de salir del cuarto; de hecho tenía ganas de quedarme allí encerrada todo el día, y escaparme en la noche. 
Escapar.
Miré hacia el sofá de gamuza que se encontraba a un costado de la cama, donde estaba mi maleta junto con mi otra maleta de ruedas recargada en ese lugar. No tenía por qué quedarme, no me importaría ya la promesa que le había hecho a Justin de ayudarlo; no quería volver a verlo en mi vida. Así que, sin nada que perder, corrí hasta mi maleta y comencé a guardar las pocas cosas que habia dejado fuera en la habitación. No quería quedarme ni un segundo mas en ese cuarto, en esa casa; lo ultimo que deseaba era escuchar el apellido Bieber. 
Pero entonces, alguien tocó a mi puerta. Mis sentidos se agudizaron, y me enderesé sobre la maleta. Mierda, yo...
- ¿Ely? - pero me detuve. No, no era Justin... era Nathalie. - Me pareció escuchar ruidos, ¿Estás despierta?
- Voy. - dije elevando la voz para que me escuchara.
Tampoco quería ver a Nathalie, definitivamente. Era mas que evidente que había estado llorando, y no me sentía con ganas de contarle los pormenores de la pequeña discusión que su hermano y yo habíamos sostenido la noche anterior; simplemente era algo que prefería postergar, aparte de que no podía contarle la verdad de todo. Lo que ella pensaría que ocurrió, era que Justin y yo tuvimos una pelea de noviazgo, algo totalmente diferente a la realidad absoluta. 
No podía dejar pasar mas tiempo, así que fui hacia la puerta, y la abrí. Nathalie primero no lo notó, aunque después de unos segundos su rostro cambió inmaculadamente a terror y preocupación. 
- ¿Estás bien? - No, no lo estaba, y moría por contarselo a alguien, a alguien a quien pudiera abrazar y consolarme. Entonces, recordé algo: Yo ya no tengo que cumplir la promesa de Justin... Se lo iba a contar todo. ¿Nathalie era de Fiar? no sabía, pero poco me importaba para ese momento. 
Negue con la cabeza, y la invité a pasar. Le iba a contar todo, con lujo de detalle, quizás desde que salimos del aeropuerto de Conelly. 





...





La mirada de Nathalie lo expresaba todo: no lo podía creer. Yo me sentía tan liberada después de contarle todo, que hasta sentía las ganas de sonreír; ¿Quién querría sonreir en una situación similar? . 
- No... hay algo extraño aquí. - Nathalie miró hacia el suelo, confundida. - Yo lo observaba, notaba como te veía, eso no era normal. - fruncí el ceño. - No te veía con cara de "amigos", necesariamente.
- Creo que observabas mal, Nathalie. - suspiré. - A juzgar por lo de ayer, soy solamente una amiga. Quizás menos que eso. - Nathalie se levantó del sofá sin mirarme, negando con la cabeza, y con su mano en la barbilla, pensante. Según ella, había algo que no concordaba con nada de eso.
- Justin no es así, Justin jamás hubiera hecho lo que te hizo. - explicó, - algo debió de haberle pasado, por que no es así. Mi hermano es el hombre mas caballeroso que conosco, jamás se atrevería a hacer eso sin una razón. - la miré sin comprender. 
El silencio - ya hasta se me hacía extraño que no llegara - hizo acto de presencia, mientras que Nathalie hablaba consigo misma dentro de su cabeza, y yo del mismo modo dentro de la mía. Si ella decía que no tenía sentido, ¿Cual era el sentido verdadero de las palabras de Justin? 
Miré a nathalie, y ella miró a todo alrededor del cuarto, mirando hacia las maletas perfectamente arregladas. Me miró perspicaz mente, y rodó los ojos. 
- ¿Pensabas irte? - suspiró. - Yo hubiera pensado lo mismo, pero no puedes irte ahora Ely.
- ¡¿Por qué?! - pregunté exasperada. - Lo ultimo que quiero es verlo a los ojos, estar con él, yo...
- Lo se, lo se. - sonrió. - él te hizo sentir mierda... hay que hacerlo sentir del mismo modo a él. - negué con la cabeza, mirando hacia el suelo y juntando mis manos en mi regazo. 
- La venganza no es el modo. - ella me miró con desapruebo mientras yo la observaba incrédula.
- No nos vengaremos entonces... simplemente le abriremos los ojos. Conozco a mi hermano, no te mira como a cualquier otra chica. Te mira con ojos de "no quiero dejarla ir jamás".
- Pues ayer parecía como si quisiera lo contrario. 
- Entonces, le haremos hablar y conseguir un "por qué". Dejamelo todo a mi, nadie conoce mejor a Justin que yo. - ella sonrió, y yo alcé los hombros sin tener mucho que pensar. - Otra cosa. - preguntó de repente haciendo que la mirara. - ¿Que sientes tu hacia mi hermano? - Amor. Eso era lo que sentía, amor puro, amor loco. Un amor tan intenso que cruzaba todo mi cuerpo haciendome estremeser de solo saber que él está al cruzar el pasillo. Un amor tan cardiaco que murió de ilusión al hacerse la idea de un "justin y yo" donde ni siquiera existe un "tu. yo." Nathalie me miró y sonrió. - Exactamente así te ve Justin... que idiotas son ambos, en verdad. 





Una escritora sin amor.Where stories live. Discover now