- ¡Está lloviendo! - gritó Kate señalando a la ventana. A juzgar por la expresión de la mamá de los Bieber, y por el intercambio de miradas entre Justin y Nicholas, eso no era nada bueno.
Se apresuraron a levantarse de las mesa estos dos últimos, y todos los demás los veíamos con interés. Abrieron completamente las pesadas cortinas, y nos encontramos con un ambiente totalmente hostil, obscuro y tenebroso. Se veía la electricidad del cielo, las nubes grises y los campos lejanos bastantes tenebrosos. ¿Por qué tanto alboroto? ¿Qué no estaban acostumbrados a que lloviese ahí? Digo, ¡Era Londres-llueve-todos-los-días-del-año-Inglaterra!
- Oh mierda... - susurró Justin volviéndose hacia nosotros. Pattie los miró consternada, y con un suspiro se alzó de hombros.
- Supongo que les diré a las amas de llaves que preparen habitaciones para todos. - ¡¿Habitaciones?! ¡¿Nos quedaríamos a dormir ahí?! Miré a Justin, el cual me observó con un rostro de total tranquilidad, como si fuera algo de todos los días. Genial... una noche ahí.
...
- ¿Por qué le temen tanto a la lluvia? - pregunté alzando una ceja, sentándome al lado de Justin en el sofá de la sala. Nathalie y Bruno se encontraban acaramelados en el sillón del frente, y Nicholas y Caroline no se veían por ningún lado. Me pregunté entonces si eso no sería extraño para Pattie, ver a todos sus hijos... menos a la menor. Digo, si Rony o Yo hubiéramos faltado a alguna de esas reuniones familiares en el pasado, nuestra madre hubiera sentido un gran vacío en su pecho...
- No es solo lluvia, Ely. A ninguno de nosotros nos gusta conducir mientras el cielo se está cayendo fuera del coche. - Lo observé por unos segundos, y él se sintió incómodo. Apartó la mirada, y rió chuscamente. - ¿Que me miras?
- No sé. - admití, y sonreí quedamente. - Supongo que, tienen razón.
- No supongas, la tengo. - asintió, y se cruzó de brazos sobre su pecho.
Quería preguntar, en verdad quería... pero no sabía si sería lo correcto. ¿Debía de sacar ese tema a la luz? Mi curiosidad era mayor, sin lugar a dudas.
- Oye...
- Oigo. - sonrió, y echó su cabeza al respaldo del sofá. Yo inconscientemente, y consiente de que así sería el único modo en que él no me vería, recargué mi mejilla en su hombro.
- ¿Jennelle nunca viene a esta clase de días? - cerré los ojos estando recargada en su pecho, y sentí como su respiración se anuló.
Contesta contesta contesta; No me odies no me odies no me odies no me odies.
- No desde hace unos cuantos meses. - Justin subió su brazo hasta mi hombro, y me abrazó. - Tal vez unos ocho.
- ¿Ocho meses? - Me separé de su hombro, pero su brazo seguía sobre los míos. - Wau, eso es... Triste. - Él no contestó; se limitó a asentir y hacer pequeñas muecas con los labios.
Nathalie y Bruno comenzaron un ataque de besos, lo cual me hizo sentir muy incómoda; miré hacia la mano de Justin en su pierna.
En ese momento, me sentía infinita: Cuando estaba con él, una serie de reacciones químicas ocurrían en todo mi cuerpo. No podía dejar de reírme como tonta, y mis mejillas siempre están rosadas (¿él lo notara?) siempre quería que me mirara, o que al menos intentara hacerlo, sin importar que al final fuera cobarde y apartara la vista; siempre quería hablarle, quisiera recargarme en su hombro y no hacer nada mas aparte de estar todo el tiempo junto a él. Mis sentidos se agudizaban; a su lado hasta el roce de su codo con el mío era una revolución. Era más consiente de todo, de su cuerpo, del mío, de los movimientos de ambos; Estaba conscientemente inconsciente de los demás, porque sé que están ahí, y sé en qué tiempo y espacio estoy, pero al tenerlo todo frente a mis ojos el resto no importaba, no me interesaba en lo más mínimo.
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Una escritora sin amor.
RomanceUna escritora Sin Amor Ella, es una chica llamada Elizabeth. Con 19 años, busca entrar a la universidad con una Beca estudiantil para Literatura, y se encuentra con un pequeño concurso de la misma institución que puede hacer que la cantidad de su b...