Conociendo al señor Bieber.

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Mi corazón tembló cuando llegué a la entrada del cine. Había poca gente, y busqué inconsientemente a Justin con la mirada. No lo veía. 
Eran las 7:05 - me había encargado perfectamente de llegar 5 minutos tarde - y no había señal de el. Me crucé de brazos, y caminé hacia la entrada del cine, donde estaba la cartelera llena de peliculas que ni siquiera sabía las reseñas. No era mucho de ir a esos lugares.
- Me alegra que vinieras. - Su voz me dejó congelada. Cerré los ojos, y tragué gordo antes de abrirlos y darme la media vuelta.
Ahí estaba él, con su cabello perfectamente despeinado, su estilo juvenil y fresco, y con su muy exquisito perfume. Odio admitir que me cortó la respiración. - Traje esto para ti. - alzó la mano y aparté la vista de su bello rostro. Tenía un ramo de rosas rojas. Inconsientemente, sonreí. "Maldito Justin... no había modo en que siguiera enojada". 
- Gracias. - contesté apenada, y tomé el ramo percatandome del pequeño empaque que tenía pegado a un costado. Solté una carcajada al despegarlo del ramo. "Gummyworms", mis favoritos.
- Se que lo tipico es traer rosas y chocolates, pero se que tus favoritos son las gomitas de gusano. - No me atreví a mirarlo, tan solo sonreí. 
- ¿Y las rosas, señor típico? 
- Creí que podrían gustarte - metió las manos a los bolsillos de su pantalón. - Aparte, aquí en Londres es muy complicado conseguir lilas, y si le pedía a Jhon que me llevara a una florería mas posiblemente me hubiera dejado tirado en la calle. - solté una carcajada, y el sonrió con los ojos brillantes. Dios, esos ojos... ¡Maldita genetica que tenía que hacer tan bien su trabajo! Justin era hermoso; su rostro era sencillamente angelical. 
Mis risas se fueron apagando, y lo unico que quedó en el ambiente era el sonido de unas cuantas personas entrando al cine. Me sentí cohibida por unos segundos, y preferí mirar hacia el suelo.
- ¿Vez? - sonrió, y yo elevé mi vista. - Ahí está. Siempre que quiero mirarte apartas tus ojos a otro lado. 
Mis mejillas se quemaron, y no pude evitar morder mi labio mirando otra vez hacia el suelo. 
No podía mirarlo, no cuando el me miraba de ese modo tan... Oh Dios, tan Justin. Sus ojos eran unas pesadas anclas que se clavaban sobre mi. No sabía exactamente que era, pero sus ojos me pedían que los mirara un poco mas, siempre. 
Alcé la cabeza otra vez, pero al hacerlo sentí la proximidad del cuerpo de Justin. Se acercó, y me rodeó con sus brazos fuertes. Yo oculté mi rostro en su pecho, aspirando su aroma. 
- Lo siento. - besó mi cabello, por el cráneo. - Estaba enojado, y hasta yo me desconosco cuando lo estoy. Jamás quise decir todas esas cosas, Yo... yo te aprecio demaciado como para perderte. No puedo perderte. - Sentí temblar. 
No "puedo" perderte. 
Me separé de sus brazos sin decir una sola palabra, y el se alejó un paso de mi, mirandome con detenimiento. Sonreí, y me acerqué otra vez para rodear su cuello con mis brazos. El me abrazó desde mi cintura, y juntó nuestras anatomías. 
- ¿Por qué disfruto tanto tus abrazos? - susurró a mi oído, y mi corazón palpito como 500 veces mas de lo acostumbrado. - Me vas a matar, lo juro.
- No mueras. - bromeé. - ¿Quién me comprará ramos de lilas? - aun abrazados, pude sentir como su rostro se tornaba en sonrisa. - No vuelvas a ser tan idiota, que la proxima vez te costaría mas que globos por toda la casa y flores raras. - el soltó una carcajada, y yo me paré sobre mi planta del pie, separandome del abrazo. Tenía que acabar con ese ambiente rapidamente, no podía dejar que eso "romantico" invadiera el lugar, tomando en cuenta el termino "Solo Amigos". 
- Hay que entrar ya, se nos hará tarde. - Dije sin dejar de mirarlo. El sonrió, y me di media vuelta caminando hasta el interior del cine.





...






- Iré por palomitas. - Dijo el, antes de alejarse de mi vista. 
Caminé hasta las mesas altas del café del cine, y me senté en una de las dos sillas. Dejé sobre la mesa las rosas, y sonreí. 
Me sentía tan maldita sea confundida. 
"Solo Amigos", "Un Trato" "Fingir ser Pareja", todo eso era un dolor de cabeza para mi. ¿Que se suponía que pensara si Justin decía "Es solo un favor" y después me besaba, diciendome que me robaría mas besos? "Tal vez le gustas encerio" pensó una vocesita en mi interior. Sacudí la cabeza, negando internamente. Yo no podía gustarle, nada había cambiado aquí en Londres. Eramos los mismos que en Italia, el mismo Justin, la misma Ely; el estaba pendiente con Sarah, y yo... pues, supongo que yo tenía a Gale. ¿Lo tenía? El me lo había insinuado el día en que volamos hacia Londres. Debería de haberle llamado... 
- Palomitas, refresco y Más gomitas. 
Justin llegó con una charola roja, donde tenía las palomitas, los refrescos y la bolsa de golosinas. Se sentó a mi lado, y apartó un poco las rosas para dejar espacio a la charola. Yo le sonreí quedádamente. Me sentía extraña, como si estar ahí con él fuera algo malo... Necesitaba llamar a Lucille, urgentemente. Ella era la que podría aconsejarme de manera indirecta, la que no tomaría partido como Ronny. Sentí mi telefono pesar aun mas en mi mano gracias a las ganas que tenía de llamar y pedirle consejos... 
- ¿Tienes algo? 
- ¿Por qué haces todo esto? - pregunté nerviosa. Mi voz salió con Naturalidad, aunque un poco temblorina. Justin frunció el ceño, sin comprender mucho a lo que me refería. 
- ¿Hacer qué? - Habló con voz grave. Una sensual, voz grave... Tan sexy. 
- Eso. Esto. - Ni siquiera sabía a donde mirar. ¡¿A que me refería?! Era sencillamente un dolor de cabeza bien puesto. Justin era tan, tan confuso... - Haces cosas como besarme, y decirme que beso mal, pero después volverme a besar e insinuar que no sería el ultimo beso, yo... - Apreté los parpados, y contuve la respiración. - Tus señales me confunden. 
¿Estaba presionandolo demaciado? Eso parecía cuando sus ojos se abrieron con la mirada perdida. El tampoco sabía la razón de sus actos. ¿Eso que quería deir? ¿Que era inconsiente a ellos? ¿Que los hacía sin pensar? 
- Yo... - se calló. No supo que decir. 
- No es de amigos robar besos, Justin. - susurré, y agradecí al cielo que la iluminación en el café fuera de tenues lamparas amarillas, dejando una luz media en todo el luar; así Justin no notaría mi sonrojo. 
Se quedó callado unos segundos, y sin recelo su mano buscó la mia sobre mi pierna. Abrió mi mano con Tranquilidad, y entrelazó nuestros dedos, entrechando mi palma. Esa sensación era de extasis total. 
- Quiero ser sincero contigo. - tenía la boca seca: tragó saliva, y abrió su boca sin aire. "Desearía poder llegar a probar esos labios otra vez...Desearía que me robara otro beso." - Yo... - Justin levantó la vista de la mesa, y observó detras de mi para encontrar un lugar seguro donde mirar mientras hablaba. Pero de repente, algo en su mirada cambió. Su respiración pasó de un "intranquila" a una "sin aire"; su quijada se trabó, y se enderezó en su silla. 
- ¿Pasa algo Justin? - giré mi cabeza por sobre mi hombro, y observé hacia la dirección donde sus ojos se perdieron. 
Un hombre alto, con traje, nos observaba, pero mas a Justin. Cuando volteé, me miró a mi, pero su rostro se mantenía igual de inexpresivo. Volvió a Justin, el cual había pasado de sorpresa a Odio. Algo dentro de mi me lo estaba advirtiendo... Ese era el Señor Bieber.

A partir de ahí, todo pasó muy rápido. El hombre intentó acercarse a nosotros, pero antes de que eso pasara Justin se puso de pie rápidamente, y me tomó de la mano jalandome con el por todo el cine. 
- ¡Justin! - gritó el hombre a nuestras espaldas. Justin se apresuró a salir, y yo miré sobre mi hombro al pobre hombre, mirando a su hijo ignorandolo por completo. Claro, "Hijo" si es que adivinaba a la hipotesis de que ese hombre era su papá, aunque si no lo era ¿Quién pudiera haber sido? 
Salimos a la interperie se la noche. La Luna se posaba sobre el cielo lleno de estrellas, sin ni una sola nube alrededor. Todo hubiera sido perfecto, si Justin no hubiera tenido esa cara de perro al salir del lugar. 
Su rostro aquél día de la discusión que terminó con Besos comparados a los caballos no se comparaba en nada con el Justin que estaba conociendo en ese momento. Sus ojos parecían explotar, y en su brazo resaltaban las venas cuando el apretaba con fuerza el puño. 
No me atrevía a hablar. 
- Vámonos de Aquí. - masculló entre dientes, y tomó mi muñeca, cruzando la calle, mientras caminaba hacia el parque que se encontraba justo al frente. 
Caminamos como por 10 minutos enteros; el jamás disminuyó el ritmo. Nos habíamos adentrado ya en el parque, cuando de la nada suelta mi mano, y se detiene en seco. ¿Debía hablar? ¿Tenía que decir algo? Era pésima consolando a la gente; desde siempre lo había sido. Esa era una de las principales razones del por qué No me gustaba estar presente cuando a Ronny le rompían el corazón... Nunca encontraba las palabras adecuadas que decir. Lo bueno de esos casos era que Yannin siempre se encontraba con ella. Yanni parecía hecha para el trabajo de "consoladora de corazónes rotos", ya que siempre lograba animar a mi hermana. Ese era otro talento mas del cual yo carecía.
El cielo tronó, sacandome un susto. Para cuando volví a parpadear, una suave lluvia caía sobre nosotros. Entonces caí en la cuenta de que había olvidado mi paraguas en el café del cine, así como las rosas, y las palomitas, y los refrescos. "Gracias al cielo que pensaste en tomar tu bolso Elizabeth". 
- Ely.- Descubrí a Justin mirandome fijamente. Sus ojos se veían rojos, como si hubiera llorado por horas. Me quedé sorprendida con el tono de voz tan tranquilo que su boca sacaba. - Te vez mas linda mojada. - bromeó, pero yo no pude disfrutar de su alago. 
- ¿Cómo estás? - pregunté dando un paso hacia el. - ¿Mejor? 
- Lamento haberlo arruinado todo. - susurró. - Ahorita deberíamos de estar viendo una pelicula... Secos. Comiendo y riendo.- miró hacia el cesped. - Lo siento. - acorté el espacio entre nosotros, y con ambas manos levanté su rostro pesado. 
- No lo sientas. - sonreí, y lo besé suavemente en la mejilla. - Ven, vamos a algún lugar menos humedo. - susurré, y el sonrió de oreja a oreja. 





...






- Creo que te debo una explicación sobre todo esto. - Habló Justin, dandole un sorbo a su te. Yo tomé la taza entre mis manos, y me encogí de hombros. 
- No es necesario si no quieres. - no me atreví a mirarlo. - Si quieres contarme, soy toda oidos. Si no, no exigiré nada. - el sonrió, y yo lo miré llevando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. 
- ¿Ves? Dices que eres complicada, pero eres tan sencilla que... - se detuvo sonriente, y se mordió levemente el labio. - Ely, por primera vez quiero compartir todo esto. - de un segundo a otro, su mirada se volvió sombría, llena de... De dolor. - Quiero que sepas todo sobre mi, y sobre lo que me ha ocurrido. Siento que esto es importante... No quisiera ocultarte nada. - ¡Wau! Eso me hacía sentir algo "importante". Asentí, y crucé mi mano sobre la mesa, tomando la suya. 
- Soy toda oídos. - sonreí, y el carraspó su garganta. Se quedó callado unos segundos enteros antes de continuar. 
- Hace varios años, mi familia estaba en el limbo, disfrutando de absolutamente todo. Todos parecíamos estar felices, Nathalie había conseguido un novio millonario; mi padre y el padre del chico eran socios, así que eso haría la vida de todos mucho mas facil. Si se hubieran casado, aquel hubiera sido un convenio nupcial millonario. - Bufó, y continuó. - Mientras tanto, Nicholas y yo estábamos intentando seguir los pasos de negocios de mi padre. El tenía a Caroline, y pues yo tenía a Alice, ambas aprobadas por mi papá. También Jenelle, ella era la bailarina mas destacada en todo el internado, con ofertas de trabajo desde los quince años. Y claro, también se destaca que el matrimonio de mis padres era aparentemente perfecto. Pero tanta perfección desbordaría el vaso. - Tragó gordo antes de continuar. 
<< Un día todo comenzó a desmoronares. Todo empezó cuando Nathalie conoció a Bruno. Ella inmediatamente cayó flechada de él, pero no podía aceptarlo, ya que estaba casi segura de que William, su novio en ese momento estaría a punto de pedirle matrimonio; no podía defraudar a papá. Aun así, ella no se pudo quitar el sentimiento de encima, y conforme el tiempo pasaba, sus sentimientos hacia Bruno crecían, y hacia William disminuían. 
<< El caso es que al final, mi hermana terminó con dar por finalizada su relación con Will, la misma noche que él le propuso matrimonio. - Justin sonrió alegre. - Recuerdo perfectamente verla llegar a la casa con su sonrisa de satisfacción después de haberse sacado el peso de encima. Pero, cuando mi papá se enteró, esa sonrisa se fue. El obviamente no estaba feliz, era lo contrario. Jamás había visto a papá tan furioso con nosotros, menos para Nathalie; el nunca le gritó a ninguna de sus hijas, a Nick y a mi sí, pues eramos "los hombres" y según el nosotros si lo teníamos que aguantar. - elevó su vista a la misma altura que mis ojos. - Todo eso desató un cambio drastico en mi papá. Ahora que lo pienso, creo que después de esa noche fue cuando todos nos dimos cuenta de que había cambiado, y no era un cambio reciente. Quizas era que habíamos estado tan absortos como para darnos cuenta, cada uno en sus problemas... - Cerró los ojos, presionando sus parpados, y los volvió a abrir. - Para hacer las cosas cortas, Nathalie nos pidió que espiaramos a papá, ya que ella presentía que él estaba tramando algo para hacerla volver con William y a la vez alejar a Bruno. Jennly y yo lo hicimos encantados. Pero justo el día en que lo seguimos a todos lados, fue el día en que el se veía con Tracy. 

No. Me. Jodas.

De repente, todo estaba tan claro como el agua: Por eso Justin le tenía tanto coraje a su padre; por eso no quería hablar de su familia, por eso la quería evitar... El señor Bieber engaño a su madre con otra mujer. 
Nos quedamos en silencio durante minutos, donde mis neuronas trabajaron el doble para conseguir una buena conclusión de la idea. 
- Tu padre engaño a tu madre, ¿Cierto? - pregunté, solo para estar segura de que no me equivocaba. El asintió dolorosamente. 
- No solo eso; la engaño con la mejor amiga de Jennelle. 

No. Me. Triple. Jodas. ¡Que maldito desgraciado poco hombre! Jennelle tenía mi edad, ¡¿Él había engañado a su esposa con una mujer que podría ser su hija?! 

Abrí mi boca de la sorpresa, y Justin examinó mi mirada. Se encogió de hombros, como si él ya lo viera normal. 
- ¿Por eso es que Jennelle está separada de la familia? - el asintió. - Pero, si es tu padre quien se equivocó, no tú ni tu madre, ni mucho menos tus hermanos. - El negó con la cabeza rapidamente, como si lo hubiera ofendido. 
- Oh no, no lo confundas. Ella odió a mi padre y a Tracy al saber eso, pero lo odió aún mas cuando, al enterarse, mi madre lo perdonó de un modo tan... ¡tan facil! - reafirmó, - ¡Como si el solo hubiera roto un florero! ¡Una pintura! Jennly no pudo soportarlo. Por eso es que cuando llega a Londres, va a la finca; ellos nunca van a la finca. No puede ver ni siquiera a la "Familia felíz" conformada por mis papás y mis hermanos sin querer romper cosas. 
- ¿Tu madre lo perdonó después de lo que hizo?
- Si. - bufó y rodó los ojos. - Al igual que mis hermanos. Pero ellos por pura conveniencia. 
- ¿Conveniencia? - El asintió, y refunfuño.
- Cuando se le cayó la mascara a mi papá, él no tuvo cara como para prohibirle a Nathalie salir con Bruno, ni tampoco como para negarle a Nicholas de sus lujos como viajes y autos deportivos. - Me miró fijamente, y pude distinguir una cosa: Sufrimiento.
Al final, Justin y yo no eramos tan diferentes a como yo me lo había imaginado. El tenía un pasado, uno que lo seguiría por el resto de sus días hasta la tumba. Perdió la imagen de un padre bueno, honesto y fiel, y se encontró solo en un mundo lleno de injusticias y maldades. Similarmente, yo me había enfrentado a un mundo adulto y analítico a una edad muy tierna, lo cual me formó como una persona... pues como la persona que soy yo. 
La mirada triste de Justin era algo nuevo para mi. El siempre habia sido bastante animado, extrovertido, divertido... verlo así hacía que algo dentro de mi se quebrara. Por alguna razón, yo solamente quería abrazarlo y acurrucarlo como si fuera un niño pequeño en mis brazos. 
Ahora que entendía un poco mas mi situación, es cuando me daba cuenta de que quizás, al final terminamos necesitando algo, el uno del otro. 




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