Tocando el cielo

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Me desperté con una sonrisa en mi rostro, pero con los ojos hinchados de tanto llorar. Él, aún estaba dormido con su boca ligeramente abierta, abrazándome. Una parte de mi me dice, que estoy siendo una debilucha ante él, que saque mi escudo y coloque mi máscara de guerrera pero otra siente mariposas revolteando, cada día son más, ellas piden libertad, quieren que deje de tocar el suelo y me permita volar. No sé, que decirle si me pregunta, cual es él motivo de mis pesadillas, no estoy segura de querer contarle.

Siento una química inevitable a su lado, tanta que me da miedo, ni se nada sobré él y él nada sobre mi.

Una voz en mi interior me grita, que entonces que espero para conocerlo pero le grito que no opine! Puedo manejarlo sola.

Me levante con cuidado, zafandome de su agarre y me dirigí a la cocina, mire el reloj y eran las 10:05 am. Para una dormilona como yo, es temprano y más si es sábado.

Dios! Pero en esta nevera no hay nada! De milagro agua y un par de productos que la verdad parecen caducados. Iiiuuu.

-Se lo que piensas, Lucia- dijo desperezándose en la entrada de la cocina. Al hacer eso, sus músculos se flexionaron y pude ver una cicatriz al lado derecho de su ombligo. Que le habrá pasado? Decidí no preguntar yo no quiero hablar del pasado y quiero pensar que él tampoco.
Mordí mis labios ruborizada, esto si es un pedazo de hombre sexy!

-Te gusta lo que ves?- dijo al ver que no articulaba palabra, solo lo veía de arriba hacia abajo.

-A ver- me acerque a él con coquetería, pude ver como tragaba saliva y como sus ojos se tornaban a ese café oscuro seductor.

-Te refieres a tus pantalones con dibujitos de la pantera rosa?- Sonreí burlona a centímetros de su cara. Lo más curioso, es que yo estaba de puntillas y aún asi no alcanzaba.

Enseguida me veo envuelta por sus brazos y bufo viendo el yeso. Me pegó a su cuerpo y me levanto para montarme en la isla de la cocina. Ahora nuestras narices rozaban.

-Asi..que no te parezco sexy?- hizo una mueca.

-De...de ninguna forma lo eres- titubie un poco.

-Mientes- sonrió y atacó mis labios con fiereza. Sus manos recorrían mis espalda. Se quejo un poco por el dolor en su brazo. Ni cuenta me di como quedamos en su cama. Él estaba encima de mi besándome, yo puse mis manos en sus hombros para pegarlo más a mi, mis caderas se movían con anticipación y él soltó un gruñido al sentir la fricción, esto lo excitó más y comenzó a dejar besos húmedos en mi cuello.

Éramos un volcán a punto de hacer erupción, sus manos quemaban... Yo me derretía.

-Tu me pones así desde que te vi, pequeña bruja- agarró mi mano y la deslizo hasta su enorme erección. Por un momento abrí los ojos como platos. Se sentía grande!

Me quito mi enorme suéter y se quedó observándome, podía ver como respiraba con dificultad tratando de contenerse, sus manos temblaban. Mis senos estaban completamente duros, me sentía como una presa delante de un león. Metió en su boca uno de mis pezones, lo chupaba, lo mordía con cuidado y luego soplaba. Es una verdadera tortura ese procedimiento!

Agarré una almohada para ahogar mis gemidos. De inmediato él me la quito.  

-Gime para mi, brujita. Quiero que me mires y sientas lo mismo que yo. Volvió a introducir mi pezón en su boca, yo lo miraba fijamente gimiendo como una loca. Nunca había sentido esto, siempre tenia relaciones de noche y con la luz apagada. Nunca había visto a alguien deleitar mi cuerpo. No recuerdo haber sentido algo como esto.

Su mano era como pluma, que se deslizaba desde mis senos hasta el borde de mi encaje. Mi mente pedía a gritos que me tocara.

Metió dos de sus dedos, sin quitarme la vista de encima sintiendo mi humedad. Cerró los ojos y sin dejar de mover sus dedos me pregunto:

-Estas tan mojada, Gia. Dime que es por mi- abrío los ojos mirándome, sus dedos se movían más rápido

Yo estaba sumergida en el placer gimiendo como una loca. Detuvo sus dedos esperando mi respuesta. Como no decía nada, los metió más a fondo haciendo que me remolcara de placer y los sacó inmediatamente - Es por mi?- pregunto nuevamente.

-Siiiii- dije entre jadeos- Si, es por ti- respondí con dificultad.

Agarró el borde de mi encaje y lo deslizó con suavidad entre mis piernas, dejando libre mi humedad. Dejo mostrar su enorme erección y yo trague saliva. Confirmado, esta grande. Santa Madre!

Se metió entre mis piernas rozando solo la punta de su amigo, desde mi botoncito hasta mi punto de entrada. Yo gemía desesperada por tenerlo dentro de mi, pero ya!

-Quieres que lo meta?- sonrió de lado. Maldito dominador. Pero mi placer era mas grande que yo ahora mismo.

-Siii- chille moviendo mis caderas contra su amigo.

Se levanto rápidamente y abrió una de sus gavetas de la mesa de noche. Rompió un paquetito plateado y se lo puso. Se introdujo nuevamente entre mis piernas y lo metió todo sin piedad, con deseo, con desesperación y entre algunas estocadas bajaba la intensidad para sentir cada parte de él dentro de mi, llenándome por completo. Haciéndome el amor, eso hacia, lo podía ver en su mirada. Entonces lo toqué.... Toqué el cielo, me sentí dueña de la nube más alta, que pueda existir en el cielo azul, rodeada de paz, esa que tanto he buscado, ya no sentía frío, todo era cálido y fresco.

Su voz me sacó de mis pensamientos.
- Ponte en cuatro brujita, quiero que te corras conmigo. Lo hice.

Agarró mi cabello mientras metía todo su pene dentro de mi, tocando mi punto G, sentía los espasmos del orgasmo, acercarse.

-Vamos, correte nena- me dio una nalgada. Estrellandome duro contra él.

Senti como nuestras líquidos se unían, mientras que él soltaba un gruñido de satisfacción, caímos rendidos en la cama. Se acostó a mi lado mirándome fijamente.

-Eres tan hermosa- besó mi frente. No pude evitar sonreír.

Cuando mire el reloj ya eran las 12 medio día, me pegue a él, no quería bajarme de esta nube nunca más.

- Tienes hambre? - preguntó aspirando mi cabello.

- La verdad si- dije con los ojos cerrados, estaba cansada.

- Tú, quedate aquí, si? Algo en especial?- dijo encaminándose a la ducha.

- Sorprendeme- dije coquetamente rodando en la cama.

- No me hagas esto, seductora!- dijo mirandome con deseo. - No sabes lo que me esta costando, no volver a estar dentro de ti, ya mismo.

Madre mía! No puedo creer que ya este húmeda otra vez, lo deseo. Me estoy dejando dominar por las mariposas. Confiando en que no me dejen caer.

-Entonces que esperas?- me quite las sábanas lentamente mostrando mi desnudez.

Como si de un rayo se tratara, quedo encima de mi, devorando cada parte de mi cuerpo, haciéndome suya una y otra vez.

-Me vuelves loco, Gia- susurro en mi oído.

Internamente FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora