Por partida doble

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William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez, que aprender a soportar los golpes de la vida.

Porque la vida de cualquier hombre, lo quiera o no, trae siempre golpes. Vemos que hay egoísmo, maldad, mentiras, desagradecimiento. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás, y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.

Toda esa dolorosa experiencia es algo que, si lo sabemos asumir, puede ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave es saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.

¿Y por qué lo que a unos les hunde a otros les madura y les hace crecerse? Depende de cómo se reciban esos reveses. Si no se medita sobre ellos, o se medita pero sin acierto, sin saber abordarlo bien, se pierden excelentes ocasiones para madurar, o incluso se produce el efecto contrario. La falta de conocimiento propio, la irreflexión, el victimismo, la rebeldía inútil, hacen que esos golpes duelan más, que nos llenen de malas experiencias y de muy pocas enseñanzas.

La experiencia de la vida sirve de bien poco si no se sabe aprovechar. El simple transcurso de los años no siempre aporta, por sí solo, madurez a una persona. Es cierto que la madurez se va formando de modo casi imperceptible en una persona, pero la madurez es algo que se alcanza siempre gracias a un proceso de educación -y de autoeducación-, que debe saber abordarse.

Por Gianella

Vamos camino al hospital, hoy tengo la primera cita después de enterarme que estoy en la dulce espera. Thiago puso en venta a su querida moto, para comprarse un auto nuevo, él muy gracioso me dijo: Te imaginas llevarte a las citas de control, en mi moto? Mi respuesta fue un almohadazo en su cara. Por lo tanto vamos en mi carro, él conduce, no para de cambiar la emisora y ya me esta desesperando su nerviosismo. Suficiente, ya lo estoy yo!

Marco quedo pálido cuando le conté que sería el mejor tío del mundo, ahora anda más que sobreprotector, no me deja hacer nada!

Ayer llame a mi mamá, esta en Cuba y por lo que escuche conoció a alguien, se puso muy contenta con la noticia y me dijo que esta es una etapa maravillosa, que tratará de estar cerca de mi lo más pronto posible y además quiere conocer a Thiago y a Liani en persona, ellos ya han hablado con ella anteriormente por skype.

Marco y Liani están enredados por los preparativos de la boda. Reservaron una finca con viñedos, ya que ella quiere una boda al aire libre, rodeada de la naturaleza. Sera algo pequeño, dentro de tres meses. Obviamente Thiago y yo somos los padrinos de la boda.

Apenas Thiago estacionó el carro, los nervios volvieron, estábamos en la sala de espera y la enfermera oxigenada que me recibió no dejaba de hacerle caritas a Thiago, el aludido ni siquiera le prestaba atención el estaba sumergido en su café con leche. Aún asi los celos me mataban. En eso Miss Oxigenada, anoréxica, prostíbulosa se acercó.

-Señora Ramos- me miro haciendo una mueca, luego su mirada paso a la de Thiago- me informa el doctor Ines que pueden pasar- batía sus pestañas falsas de forma escandalosa.

-Oye!- aún la mirada de ella seguía sumergida en Thiago- Oye, oxigenada!- me miro con desagrado.

-La señora Ramos soy yo! Deja de mirar lo que es mio, gata!- le decía esto caminando hasta el consultorio junto con Thiago que no dejaba de reír a carcajadas, llamando la atención de todos.

La sonrisa de Thiago se borró de golpe cuando vio al doctor.

-No es una doctora?- dijo entrecerrando los ojos.

Internamente FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora