Capitulo 3

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De la tarde de ayer sólo me quedan dos sensaciones: el puño de la camisa empapado en sangre y la orla negra de la carta. De la noche, el ruido del tren al cruzar la sombra... A estas horas debe haber muerto y la policía estará buscándome. Me hice inscribir en el registro del hotel con el nombre de Juan Simónides, griego, agente viajero, para despistarla... ¡Del estado en que estoy a la locura no hay más que un paso! Marinoni debe telegrafiarme hoy mismo y del hotel mandarán el telegrama a Whyl... donde voy a esconderme en una hostería a dos kilómetros del pueblecito!

De Sobremesa - José Asunción SilvaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu