VI. THE ARRIVAL OF THE BEST

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Desperté y miré el reloj, eran poco menos de las ocho de la mañana, en un día normal ya hubiese hecho un par de cosas importantes por mi vida pero como era sábado me decidí por tirarme en la cama una vez más. Bajé cuando el hambre me atacó y noté el bolso de mi madre en el sofá, me sorprendí, no sabía que ella vendría ese fin de semana, la llamé para ver donde estaba y de paso para saludarla pero no obtuve respuesta.

Queriendo redimirme por lo de la última vez, puse toda mi disposición en preparar un delicioso desayuno para ambos, supuse que el tiempo ya habría ablandado sus corazoncitos pero de igual manera quise ayudar al proceso con un delicioso desayuno. Mamá volvió a casa unos minutos después, trayendo compañía consigo, al verles limpié rápidamente mis manos y fui a recibirles.

—Buenos días —les saludé entusiasta y curioso miré la maleta que el hombre sostenía, en esos momentos sentí un gran alivio en mi corazón, tenía la gran esperanza de que mamá hubiese conseguido un mejor trabajo y se quedara en casa conmigo, pero pronto descubrí que no era eso.

—Louis, él es tu tío Jack, se quedará cuidando de ti mientras nosotros estemos fuera.

Miré al tipo sin entender del todo lo que estaba pasando y de pura cortesía tendí mi mano hacia a él para presentarme —Louis... —susurré mi nombre esperando que él correspondiese mi saludo, pero el hombre a quien por cuya apariencia le ponía más de cuarenta años pasó completamente de mí y se quedó mirando nuestra casa.

—Solo a ustedes se les ocurre dejar a un adolescente solo en casa —mencionó déspota y mi madre suspiró cansada y también pasó de mí para adentrarse a la casa.

—Cuando nos fuimos confiábamos en él, no sé qué le está pasando ahora.

—Mucha libertad, siempre te dije que ustedes eran demasiados condescendientes con él, ¿de qué se puede preocupar este niño? Seguro que mientras ustedes se parten el lomo trabajando él solo se dedica a holgazanear.

No podía negarlo, su dura conversación comenzaba a dolerme aunque sabía que nada de lo que decían era cierto, es que no sabía que era peor, que lanzasen todos improperios delante de mí o que fingieran que simple y llanamente yo no existía. Oh claro, eso sin contar la no tan buena noticia de que pasaría a vivir de allí en adelante con ese señor el cual no había dejado una muy buena primera impresión. Agaché mi rostro, resoplé para controlarme y caminé derechito hasta las escaleras y fue en esos momentos que por arte de magia ellos se acodaron de que yo existía.

—Hey muchacho, ¿adónde crees que vas? —el tipo me habló alto y con su mano me pidió que me acercara a ellos, miré a mi madre sin poder creer que ella estuviese apoyando el trato que él me estaba dando y al notar, una vez más, indiferencia en su mirar caminé totalmente dolido hacia él—, tu madre acaba de llegar de viaje, atiéndela, sírvele el desayuno en la mesa y luego ponte a hacer algo en esta sala, la casa parece una pocilga.

—Acabo de despertarme por eso aún no he hecho el aseo, pero no creo que la sala parezca una pocilga, solo hay algunas cosas fuera de lugar.

—¿Lo ves? —El hombre habló a mi madre señalándome con el dedo—, ese es el comportamiento que yo te decía.

—Louis, si tu tío te dice que la sala está sucia es porque la sala está sucia no tienes por qué ponerte de atrevido contradiciéndole.

Llevé una mano a mi cabeza y en esos momentos deseé de todo corazón ser el idiota que habló sin pensar el día que contraataqué a Josh, pero no, lo único que hice fue tragarme mis palabras, mirar a ambos con un gesto resentido y caminar de mala gana hasta la cocina. El hombre siguió hablando de mí, no paraba de decir que yo era un malcriado, un holgazán, que no merecía estar en el Pearce y hablaba bastante alto, el muy maldito obviamente quería que yo le escuchara.

Hell ; Larry Where stories live. Discover now