Capítulo XV

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¿Alguna vez has sentido esa extraña forma de seguridad? Como si nada pudiese pasarte porque estás en el sitio preciso, con la persona precisa en el momento preciso. Como si ningún rayo de sol pudiese quemar tu piel porque estás bajo una amplia y protectora sombra. Como si ninguna gota de lluvia pudiese enfermarte porque hay una pequeña nube blanca cuidando de ti. Como si ningún ruido pudiese perturbarte porque ella tapará tus oídos. Como si ningún tropiezo pudiese hacerte caer porque ella está justo a tu lado esperando para sostenerte. Como si nada en el mundo pudiese tener el poder de hacerte daño, porque el daño está hecho, y ella lo reparó y lo remplazó por latidos calmados a tu corazón.

¿Alguna vez has sentido como si tu corazón sólo latiera por una persona? ¿Por una persona que no eres tú?

¿Alguna vez has sentido como si tu vida depende de otro corazón latiente? ¿Y ese corazón no es el tuyo?

¿Alguna vez has sentido como si tu felicidad dependiera de la de alguién más? ¿Como si tu sonrisa sólo estuviese cuando estaba la de ella? ¿Como si tus ojos sólo se iluminaran cuando se iluminaban los de ella? ¿Como si tu cuerpo funcionara sólo si el de ella lo hacía? ¿Como si el ver una mínima lágrima salir de sus ojos hiciera que el mundo temblara para ti?

¿Alguna vez has sentido que estás hecha para ella?

¿Alguna vez has sentido que tu única misión en la vida es hacerla feliz?

¿Alguna vez has sentido que naciste... Sólo para amarla? ¿Sólo para protegerla? ¿Sólo para cuidarla? ¿Sólo para ser su sombra en un día soleado? ¿Sólo para ser su sombrilla en un día lluvioso? ¿Sólo para ser las manos que taparan sus oídos de los ruidos tormentosos? ¿Sólo para ser los brazos que la atajarían antes de caer?

¿Alguna vez has sentido que tu único deber es reparar toda aquella grieta que pueda haber en su corazón? ¿Y convertir su corazón en algo puro de nuevo?

Es así lo que sientes... Cuando te das cuenta de que te has enamorado.

Es así lo que sientes... Cuando te das cuenta... De que amas.

De que la amas.

Y es exactamente lo que yo sentí cuando por primera vez desperté en los brazos del amor de mi vida. Ella.

***

La incontenible luz del sol hacía su presentación a través de las cortinas. Ya estaba en ese punto en que mis ojos no podían soportar la claridad. Entonces decidí que era momento de despertar.

Cuando mis ojos estuvieron abiertos pude captar a la hermosa chica dormida a mi lado. Y en ese momento todos los recuerdos de la noche anterior volvieron a mi memoria. Y sonreí como una idiota. Me había entregado a ella. Kalani, la chica a la que amaba. La chica que me había enseñado a amar. Amar de verdad. Y a ser amada.

Me dediqué a observar su precioso rostro quién sabe por cuanto tiempo. Hasta que su cuerpo empezó a tomar consciencia, y sus ojos lenta y forzadamente comenzaron a abrirse. Sentí como sus dedos acariciaron dulcemente mi brazo mientras fijaba sus ojos de chocolate en los míos. Y sonrió suspirando. Y sonreí devuelta.

— Buenos días, pequeña—dijo con su voz ronca y baja.

Suspiré y observé detenidamente el brillo en sus ojos antes de responder.

— Buenos días, K.

Su sonrisa se expandió aún más y se acercó para dejar un pequeño pero dulce beso en mi frente. Por inercia cerré los ojos, sintiendo la delicada forma en que sus labios estaban sobre mi piel.

— ¿Dormiste bien anoche?—me preguntó, separándose lo suficiente para poder mirarme a los ojos.

— Dormí de maravilla—dije, acompañándolo con un pequeño suspiro.

An Ordinary Girl (Malani)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora