Capítulo 9

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Phoebe continuaba inmersa en la lectura mientras que Percy intentaba conciliar el sueño desde hacía ya media hora, pero los baches que provocaban las rudas en el campo, hacía que no pudiera dormir. Finalmente se rindió y se dedicó a observar a Phoebe. La joven apartó la mirada de las páginas y miró de reojo al conde. Arqueó una ceja y volvió a mirar las páginas:

—¿No tiene otra cosa que hacer que mirarme? — preguntó mientras se cruzaba de piernas.

—Se me ocurren muchas cosas que podría hacer... — el conde sonrió con malicia y Phoebe sonrió negando con la cabeza — ¿Ha pasado buena noche? — Phoebe lo miró aún con la duda en la cabeza. Asintió algo distraída — Yo también — no recibió contestación. La joven cerró el libro y miró a Percy, que observaba las medias de la mujer. Inmediatamente ella se bajó el vestido y se colocó recta en el asiento.

Percy extendió la mano y la colocó sobre la rodilla de la joven. Aunque el carruaje era grande, tampoco es que pudieran hacer muchos movimientos. Phoebe miró al conde a los ojos mientras él se acercaba lentamente a ella. Cerró las cortinas que tenía a su alcance y se sentó junto a la joven:

—¿Qué pretende, milord? — preguntó confusa la modista mientras observaba cómo se acomodaba junto a ella.

Percy se inclinó hacia ella a pocos centímetros de sus labios. Phoebe contuvo el aire y le miró nerviosa. ¿Acaso quería repetir lo que sucedió la noche pasada? Antes de que la joven pudiera pensar nada más, Percy ya la estaba besando mientras se inclinaban en el asiento hasta que ella quedó tumbada completamente bajo el joven conde. Percy paseó sus manos por el cuerpo de Phoebe hasta que encontró los botones del vestido. ¿Lo harían allí? ¿En un carruaje perdido en medio del campo?

Phoebe no contó con el descontrol de sus manos, que comenzaron a quitar la camisa de Percy mientras doblaba una rodilla. Percy tocó cada centímetro de su pierna desde el tobillo hasta poco más de la mitad del muslo. La joven no sabía lo que hacía, pero parecía que lo hacía bien por los jadeos y gruñidos de él mientras le besaba y le acariciaba el cuello y los hombros. Los besos de Percy bajaron por el pecho de Phoebe hasta el escote. Consiguió deshacerse de los botones del vestido y las cuerdas del corsé mientras que ella se peleaba con la camisa del conde. ¿Pero qué hacía? Estaba cometiendo un error.

En uno de los baches, ambos rodaron al suelo del carruaje, se rieron y Percy continuó su tarea de desvestirla a medias mientras Phoebe solo se dejaba hacer. Aunque no quisiera admitirlo, quería saber qué ocurriría. Aún era una chiquilla inocente a pesar de los veintiséis años que tenía.

Otro hizo que ambos se golpearan contra uno de los asientos. Eso les alertó. Los traqueteos se habían detenido y ahora estaban inclinados hacia un lado. Phoebe comenzó a vestirse a toda prisa. Algo no andaba bien. Percy se puso la chaqueta a toda prisa y abrió para salir el primero y dejar que Phoebe tuviera su intimidad.

El conde, al bajar, vio que la rueda de uno de los ejes se había quebrado al chocar contra un hundimiento. "¡Lo sabía!" Se gritó Phoebe cuando salió y vio el desperdicio de toda la rueda. Eso no tenía solución. El cochero estaba intentando hablar con Percy para que fueran a un pueblo cercano que se encontraba a pocos kilómetros si iban andando. Pero no dejarían a los caballos ahí. Eran buenos animales y no les dejaría a merced de los ladrones de los caminos.

—Lamento lo de su carruaje — comentó Phoebe mientras desataban las riendas del carruaje. El cochero se giró y sonrío.

Era un hombre grueso, algo bajito y parecía bonachón y el poco cabello que poseía lo tenía perfectamente peinado hacia atrás. Phoebe comenzó a ayudar también mientras Percy ajustaba la silla, las cinchas y los estribos a sus medidas. Phoebe buscó su libro en el interior del carruaje desviado y volvió a reunirse con los hombres:

La ModistaWhere stories live. Discover now