Capítulo 11

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Phoebe terminó de ajustarle el vestido a Angy con el cinturón dorado ajustado bajo su pecho y la alisó unos pliegues.

La noche de la fiesta había llegado por fin y las cosas se pondrían interesantes. Angy se sentó en su tocador mientras dos chicas más la peinaban y la maquillaban. La muchacha estaba nerviosa. Sus manos no paraban de juguetear sobre su falda y a veces se mordía el labio inferior ansiosa por llegar a la fiesta. Phoebe vio desde el espejo la figura de la chica y pidió que la dejaran a solas con ella.

—Deberías tranquilizarte, Angy — aconsejó dejando caer su rubia y larga melena por toda su espalda — Es solo un baile.

—No es solo un baile — la chica volvió a morderse el labio — En este baile podré hablar con uno de los chicos con el que a veces quedaba en Londres — Phoebe sonrió divertida. Amoríos de niños...

—¿Debería preocuparse tu hermano? — preguntó burlona mientras la hacía una trenza compleja por todo el cabello.

—¡No! Él es... Es un chico muy atento... Y simpático, y dulce, y atractivo... — volvió a suspirar — Ese chico me vuelve loca, Phoebe — admitió dejando caer los hombros — ¿Crees que le gustaré yo? — preguntó con lágrimas contenidas.

—Eh... Angy — Phoebe dejó de hacerle la trenza y la miró a través del espejo — Tu vas a ser la más guapa de la fiesta, ¿me oyes? Y si a ese chico no le gustas ya vendrán más para hacerte sentir mariposas en el estómago — comenzó a ponerla hojas de oro en el pelo mientras Angy volvía a retorcerse las manos. Phoebe la tendió los guantes y la chica se los puso rápidamente — Además, no tienes que preocuparte de esos temas ahora — la dijo mientras acomodaba el extremo de la trenza en un moño — Mi madre siempre decía que cuantos más hombres conocía más pensaba en meterse a monja — ambas mujeres rieron — Pero mi padre siempre le decía que nunca encontraría a un hombre como él — Angy asintió conmovida por el amor de los padres de la modista — Y cada noche, cuando nos acostábamos ellos se ponían a bailar mientras reían. Mi hermana, Aba, mi prima, Greer, y yo nos escondíamos detrás de la puerta mientras bailaban — la joven sonrió melancólica de tantos recuerdos.

—¿Los echas de menos? — preguntó cuando se enfundó su segundo guante hasta casi el codo.

—No sabes cuánto, querida... — dijo tras suspirar — Pero hoy es un gran día como para recordar cosas del pasado — Angy se levantó y Phoebe la estudió con meticulosidad — Estás perfecta. Quién sabe si conseguirás encandilar solo a ese joven.

—Muchas gracias, Phoebe — la dio un beso en la mejilla y salió corriendo mientras reía feliz. Hoy estaría con el chico que le gustaba.

La mujer salió de la habitación y entró en su cuarto encontrando a Celine de brazos cruzados mientras ocultaba algo tras su espalda. La muchacha arqueó una ceja y Phoebe frunció él ceño. ¿Qué planeaba ahora esa chiquilla? Celine se apartó y dejó ver un hermoso vestido azul marino sobre la cama junto a unos zapatos y unas medias. La mujer frunció aún más el ceño y se aproximó a la cama.

—No me puedo creer que no te hayas vestido aún — la regañó la rubia con su tiara de pétalos plateados sobre su cabeza.

—No voy a ir a ese baile, Celine — sentenció la mujer aproximándose a ella mientras miraba la cinta de tela que pasaba sobre su hombro y su pecho y aparecía de nuevo colgado de su brazo izquierdo — ¿Y de dónde de supone que has sacado ese vestido? — preguntó señalando el vestido azul.

—Era de mi madre. Le pedí a Winny que lo ajustara a tu medida a escondidas — Phoebe boqueó un par de veces buscando las palabras adecuadas para responderla — Y no preguntes cómo supe que debía traerlo porque sabía perfectamente que mi hermano te invitaría al baile hoy — Phoebe tuvo que cerrar la boca.

La ModistaOnde histórias criam vida. Descubra agora