Capítulo 24

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Phoebe salió de la casa con el cochecito de Zev por delante. Los encargados la ayudaron a bajar el cochecito y ella, inmediatamente, caminó hacia la calle y paseó con paso relajado hacia la casa de Percy. Estaba dispuesta a ceder y seguir el consejo del juez de muy mala gana debido a su reciente relación amor-odio que tanto les estaba identificando.

Casi una hora después, Phoebe había llegado a la casa londinense del conde de Summerfield. Los encargados estaban arreglando el descolorido jardín que comenzaba a florecer. Saludó amablemente a algunos de ellos y subió el carrito por las escaleras hasta que pudo tocar el timbre con manos temblorosas. Winny la recibió como si hicieran siglos que no se veían y la invitó a pasar mientras anunciaba su llegada a las muchachas y a Percy.

—¡Phoebe! — Belladona corrió hacia ella y se enganchó a sus piernas mientras se reía con la ternura de una niña de seis años recién cumplidos — ¡Te he echado de menos! — la abrazó y Phoebe se agachó para poder estrecharla entre sus brazos.

—¡Phoebe! — Angy y Celine también corrieron a su encuentro, fundiéndolas a las cuatro en un abrazo que casi las tiraba al suelo — ¡Dios mío! — se besaron en las mejillas con cariño y luego se separaron cuando escucharon a sus espaldas un carraspeo.

—Un placer verla aquí, señorita Authbrey — dijo Percy mientras avanzaba unos pasos — ¿Ha venido por algo en especial? — preguntó, impaciente por poder hablar con ella a solas.

—Sí, y es algo importante, además — contestó recomponiendo su atuendo — Es un tema que debemos tratar en privado — Percy asintió y comenzó a caminar hacia el despacho. Phoebe pidió que vigilaran a Zev mientras ellos hablaban. Pocos segundos después consiguió recordar dónde se encontraba el despacho para dirigirse a él.

Percy estaba sentado en el sillón del escritorio, preparándose una copa de algo mientras que Phoebe cerraba la puerta con pestillo para que nadie les interrumpiera en su charla. Percy y ella se dirigieron al sillón común frente a la chimenea, donde pudieron contemplarse mientras Phoebe se preparaba para decir lo que debía de una manera en la que ella no se arrepintiera, aunque era más para concienciarse de que lo que debía hacer era para el bien de su hijo.

—Estuve pensando en la propuesta del juez muy profundamente — suspiró mientras el conde dejaba la copa sobre la mesita ratona — No sé qué opinarás tú, pero me gustaría escucharlo — dijo con serenidad mientras se retorcía las manos.

—Creo que Zev necesita un ambiente familiar estable. Dónde sus padres puedan dar y recibir amor hacia él — comenzó inclinándose hacia ella un poco — Sin embargo, creo que casarnos y convivir es erróneo — Phoebe sintió su corazón estrujarse en su pecho. Aunque esa sensación se había hecho constante para ella desde hacía unos días, aún le dolía que él dijera cosas como aquella — ¿Qué es lo que ibas a proponer tu? — preguntó Percy sacándola de sus pensamientos.

—No hace falta. Ya me lo has dicho todo — ella se levantó del sillón y dejó a Percy mientras se dirigía a la puerta. Percy se levantó justo antes de que ella quitara el pestillo a la puerta.

—Phoebe... — su voz salió en un susurro mientras se acercaba a ella con pasos lentos y peligrosos. La susodicha se dio la vuelta lentamente hasta enfrentar al conde con los ojos comenzando a cristalizarse.

—No sabes lo que sentí cuando discutimos en la reunión y mucho menos cuando me insultaste en la mansión de campo — Percy avanzó otro paso y ella dejó caer la cabeza mientras una lágrima resbalaba por su mejilla — A pesar de lo que muestro o lo que dije, yo... sigo sintiendo cosas por ti, Percy... Tenía miedo de... de ti, de lo nuestro. Temí que lo hicieras por obligación, que no sintieras lo mismo que yo... Lloré durante meses por lo que discutimos y lo que me llamaste. Sentía miles de dagas clavándose en mi pecho... - se golpeó suavemente el pecho mirándole a los ojos — Y lo sentía porque te amaba... — el conde contuvo la respiración unos segundos.

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