Capítulo 27

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Después de este capítulo pueden matarme si quieren. Que sea rápida porfi 🙁☹️

Phoebe se despertó entre las suaves y sedosas sábanas de la cama de Percy, bueno no, su cama. Él dormía a su lado, ignorando el hecho de que las ventanas estuvieran abiertas de par en par, o que alguien estuviera llamando a la puerta principal. La muchacha besó los labios de su marido y se levantó poniéndose una fina camisola y una bata encima para dirigirse a la puerta a abrir.

—No te vayas... — pidió Percy remoloneando y tirando del brazo de su esposa hacia la cama.

—No puedo, tengo que abrir — se rió la chica intentando recuperar su brazo mientras el hombre acariciaba su cintura —Pensarán que somos unos maleducados.

—Que lo piensen, ya llegará el servicio — aprisionó a Phoebe entre sus brazos y su pecho y la tumbó sobre la cama.

—Si quieres que esta noche durmamos juntos, será mejor que me sueltes — Percy bufó y la dejó salir de su agarre.

Phoebe sonrió victoriosa, recordando que tendría que ocuparse de la casa hasta que el servicio llegara. Habían ordenado que el servicio llegara a la una y se marchara a las siete, para poder tener la privacidad de los recién casados, aunque de eso hacían casi cuatro semanas. Percy había pretendido que, después de la primera semana, se dedicaran a viajar un poco hacia el norte, cerca de las highlands para conocer un poco su país, pero viviendo en primavera en Kent no hacía falta de nada viajar. Tenían preciosas vistas hacia el campo y el pueblo un poco más allá, montañas, ríos, lagos, campos cubiertos de trigo casi maduro y largos paseos a caballo o picnics.

Phoebe sentía que no podía ser más feliz, que nadie podría arrebatarle todo lo que estaba viviendo junto a su marido y su nueva familia. Miró por la ventana junto a la puerta y vio varios oficiales de la marina y el ejército, algunos sobre sus caballos y otros a pie. Su pulso comenzó a temblar, sus ojos picaron, pero se contuvo y, con las fuerzas de la mañana que tenía, abrió la puerta para poder asomar el rostro.

—Buenos días. ¿Desean algo? — preguntó amablemente analizando la imagen de cada uno de ellos. Phoebe pensó que daban miedo.

—Sentimos interrumpirla en tan hermosa mañana, milady — comenzó el cabecilla descendiendo del caballo con rapidez — Pero es urgente que hablemos con el conde de Summerfield. Es un asunto muy grave — Phoebe asintió y sintió unas manos en su cintura.

Una sonrisa tonta se apoderó de su rostro mientras dejaba que Percy regara algunos besos sobre su cuello, abriendo más la puerta y permitiéndose observar con todo lujo de detalles a aquellos hombres que les habían interrumpido durante su luna de miel y la maravillosa mañana con la que podría haber despertado con su esposa, disfrutando de su sonrisa mañanera.

—¿Adam Hemingway? — preguntó Percy cuando reconoció al cabecilla. Cogió a su esposa de la cintura y estrechó una mano al oficial de la marina inglesa. Era un hombre importante, sí, pero también había sido el mejor amigo del colegio de Percy. Ambos habían compartido cientos de travesuras juntos, aunque, más adelante, perdieron el contacto al Adam irse al ejército y Percy tener que hacerse cargo de sus estudios en la universidad y su vida familiar — ¿Qué haces aquí, bribón? Anda, pasa, seguro que estaréis todos cansados — dos de los oficiales asintieron, ordenando al resto que se quedaran en la entrada para cuando ellos terminaran con su charla.

Percy los guió hacia el salón de la mansión mientras Phoebe iba a la cocina y preparaba un rápido desayuno para los cuatro. Pocos minutos después, se encontró con su marido y sus dos invitados en la mesa del desayuno mientras charlaban animadamente.

La ModistaWhere stories live. Discover now