Capítulo 16

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Phoebe se limpió el rastro del vómito y se sentó mientras intentaba respirar. Seguramente eran los nervios, o alguna comida que la había sentado mal. Volvió a subirse al carruaje y finalizaron su trayecto en las últimas dos horas de viaje. Cuando llegó a Londres, miró por la ventana con melancolía y recordó las noches que había pasado con Percy. Cerró la cortina y se sentó recta hasta que llegaron a la calle de su hermana. Seguramente ella estaría allí por el embarazo y no viajaría, pero si lo hacía tendría que buscarse la vida y dormir en algún hotel.

Phoebe llamó a la puerta y Fanny le abrió la puerta con una enorme sonrisa. La dejó pasar y mandó a unos mozos que comenzarán a descargar las maletas de la mujer para subirlas a su antigua habitación. Inspeccionó la casa y encontró a su hermana y a su prima charlando en el comedor mientras colocaban la vajilla. Sonrió inconscientemente y se acercó a pasos lentos mientras contenía las lágrimas de alegría por volver a su casa.

—Ya ni siquiera prestáis atención a quién entra en casa — las mujeres se giraron y corrieron al encuentro de Phoebe.

A Ava le había crecido el vientre y Greer se mostraba más radiante que nunca. Se abrazaron, lloraron y se sentaron en las sillas del comedor para contarse sus vidas, como hacían de pequeñas:

—¿Qué haces aquí, Phoebe? Creí que estarías con tu jefe, en el campo — dijo Greer tomando las manos de su prima mayor. Phoebe agachó la cabeza, sin saber qué decirlas — Phoebe, ¿pasa algo?

—Me acosté con él — dijo con lágrimas contenidas. Greer y Ava ahogaron un grito y comenzaron a regañarla — Lo siento, yo... — no supo qué decir, por lo que se llevó las manos al rostro y dejó que las lágrimas rodarán por su rostro.

—¿Qué va a decir la gente? Dios mío... Phoebe, ¿qué has hecho? — preguntó su hermana comenzando a caminar de un lado a otro.

—¿Crees que me importa lo que diga la gente? ¿Qué voy a hacer yo ahora? — casi gritó la modista señalándose con nerviosismo.

—Phoebe tiene razón, Ava. Lo importante es lo que vaya a pasarle a Phoebe.

—A mí sí que me importa lo que diga la gente. No pienso dejar que mi familia sea el hazme reír de la sociedad por la insensatez de mi hermana — dijo sorprendiendo a ambas mujeres.

—No te preocupes, Ava. En cuanto encuentre algo me marcharé de aquí y no serás el hazme reír del barrio — Phoebe corrió a su habitación y se encerró dispuesta a no salir por el enfado que le había provocado su hermana.

Eran las ocho de la tarde y ella se encontraba ya preparada para meterse en la cama, sin cenar y sin deshacer sus maletas. Intentaría marcharse lo más pronto posible para no causar molestias, si con eso dejaba a su hermana vivir a solas con su familia ya formada.

Miró por la ventana y vio en el cielo ennegrecido de Londres, unas pocas estrellas asomando entre los tejados. Sonrió de nuevo y se metió en la cama, arropándose hasta el pecho. Miró el fuego frente a su cama y poco a poco cerró los ojos quedando completamente dormida.

A la mañana siguiente, se levantó más temprano que cualquier persona de la casa y salió hacia un café cercano en el que solía desayunar cuando tenía su taller. Pidió un café y unas tostadas francesas, y se lo tomó con calma mientras pensaba en el próximo paso de su vida.

—El próximo barco saldrá en dos semanas — oyó a sus espaldas mientras pagaba la cuenta.

—Aún nos quedan muchos camarotes vacíos, ¿crees que podrías encontrar a alguien que quiera viajar a Nueva Orleans? — preguntó otro hombre.

—¿Y qué más da? — reprimió el primero haciendo un aspaviento con las manos — Menos bocas que alimentar durante el viaje.

—Tengo que dar de comer a mi mujer y a mi hijo, Silver — le regañó el segundo hombre — Me esperan en Nueva Orleans, no puedo fallarles y no tengo el dinero suficiente para ir...

La ModistaWhere stories live. Discover now