Capítulo 26

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La iglesia estaba rebosante de gente. Desde niños hasta ancianos. Percy no había podido ver esa semana a su prometida debido a la insistencia de sus hermanas por seguir la tradición de finalizar la semana separando a los novios. Percy estaba muy nervioso. Sus manos sudaban y de vez en cuando tenía que separarse el cuello de su traje porque el aire comenzaba a faltarle o se sentía asfixiado entre tanta tensión y los invitados.

El conde dejó de mirar a su alrededor para centrarse en el primer banco, donde se encontraba su familia y la de Phoebe. Celine le miró con una enorme sonrisa y asintió al tiempo que las puertas de la iglesia se abrían dejando ver a su prometida del brazo del marido de Ava. Él sonreía mientras le palmeaba la mano a la muchacha, ella sonrió y se rió mientras alzaba la cabeza y sus ojos verdes se encontraban con los de Percy.

El vestido había podido diseñarlo ella misma, y con ayuda de una costurera amiga de la familia, había conseguido hacer su vestido de novia soñado en realidad. Poseía pliegues en todo el corsé que acababa en una pequeña punta al final del abdomen, las mangas eran de una tela color perla roto que se unía en el pecho del corsé hasta llegar a las muñecas y la falda caía en suaves hondas hasta el suelo creando una preciosa cola de dos metros que arrastraba por todo el pasillo De la iglesia. Phoebe tuvo que respirar un par de veces antes de poder continuar caminando.

Su sonrisa se agrandó y se irguió bajo la corona de laureles que las niñas de su familia le habían colocado junto al velo. Percy se frotó las manos con nerviosismo, intentando quitarse el sudor mientras hinchaba el pecho de orgullo ante lo que habían conseguido. Seguramente era la mejor mujer que podría haber encontrado en años. El marido de Ava la dejó en las escaleras y le tendió la mano a su futuro cuñado.

—Has tenido suerte de poder encontrarla — Phoebe sonrió y bajó la cabeza intentando esconder su sonrojo. Percy estrechó las manos con el duque y asintió.

—Ha sido una verdadera suerte... — comentó sin apartarla la mirada.

—Cuídala como la reina que es... o mi esposa te castrará — se dio la vuelta y se sentó junto a su esposa, que contenía las lágrimas para no estropear su maquillaje.

—Estás hermosa — susurró mientras caminaban hacia lo alto de las escaleras hasta llegar al altar.

—Gracias... tú también estás guapo — se arrodillaron y tomaron sus manos frente al cura, que los observaba con rostro inexpresivo y unicejo fruncido.

En pocos segundos, el casamiento comenzó. Las mujeres se esforzaban por contener los sollozos de alegría que salían de sus gargantas, los hombres permanecían en silencio mientras que los niños atendían a cada suceso de la boda con cierta curiosidad. Phoebe y Percy no apartaron sus miradas en ningún momento. Ella esbozó una sonrisa mientras él pronunciaba sus votos con mirada significativa. Ella suspiró mientras él la colocaba el anillo.

Estaba feliz. Era feliz. Su hijo también estaba en la iglesia, durmiendo en el pecho de Angy junto a Devon y a sus hermanas. Percy carraspeó llamando su atención levemente y Phoebe se rió para sus adentros al ver que se había despistado tanto. Pronunció sus votos con lentitud, admirando cada palabra, cada gesto en el rostro de Percy. Deslizó el anillo por su dedo para mirarle con una sonrisa aún más grande que las anteriores y esperó a que su marido la quitara el velo y la besara de una vez. Sus deseos se cumplieron pocos segundos después.

Percy la atrajo hacia él tras apartarla el velo, juntando sus manos en la pequeña cintura de su esposa. Sus labios se juntaron en poco tiempo. Phoebe sonrió en medio del beso mientras subía sus manos a su cuello. El conde se separó de ella, para su desagrado y la cogió en brazos para volver a besarla mientras los presente más distinguidos se escandalizaban por las acciones del conde.

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