(GIF DELA TIRANDO A ROUPA E DANÇANDO PRA ELE NO QUARTO DELA)

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Incluso el hombre del restaurante se da cuenta de ello y la deja pasar. La mira complacido y aprecia su belleza, no siento celos.
En cuanto entra en el local, Babi se queda asombrada. Hay varias mesas puestas, con flores en cada una, habrá una decena y, sin embargo, en el restaurante no hay nadie más aparte de nosotros.
—¿Os gusta? —El hombre aparece en medio de nosotros y se ríe divertido de su increíble sorpresa—. Qué pasada, ¿no? Como en Érase una vez en América, cuando él, De Niro, ¿no?, reserva todo el restaurante para ellos solos. Pero aquí no hay violines... Bueno, yo lo tengo todo un poco más sencillo.
Y, al ver que tampoco es que nos riamos mucho, se rasca enseguida detrás de la cabeza los pocos pelos que le quedan.
—Ah, lo que pasa es que vosotros no habéis visto esa película... Ni siquiera habíais nacido en los años ochenta. Bueno, en cualquier caso, es una buena película, incluso había preparado la música... ¿Puedo ponerla?
Entonces lo miro, todavía estoy sorprendido con todas las molestias que se ha tomado, y él nos mira sonriente, a la espera de nuestra bendición.
—Por supuesto...
—¡Gracias! Pues me voy a la cocina y enseguida os traigo algo de comer.
Y desaparece corriendo en la cocina.
Estamos solos en el interior del restaurante, con las cortinas ondeando ligeras al viento, con todas esas mesas dispuestas y la luz que, reflejada en el mar, llena la sala y la vuelve mágica. Sólo puedo abrir los brazos.
—¿Escoges tú?
Babi sonríe y se presta al juego. De modo que empieza a caminar entre las mesas fingiendo cierta indecisión sobre cuál puede ser la mejor para nosotros. Y, en ese momento, desde un equipo de música escondido en alguna parte, empieza a sonar la música,
Babi se queda sorprendida, impresionada por un momento, se vuelve y me mira. Levanto las manos como diciendo «Oye, que yo no tengo nada que ver». Pero ella sigue observándome con esos ojos tan profundos, con esa mirada tan intensa y seria que, aunque parezca mentira, me desconcierta. Me emociona por todo lo que no sé, por todo lo que no consigo explicarme.
Luego me sonríe.
—Elijo ésta —dice finalmente y, acto seguido, se sienta.
Y yo me quedo sorprendido porque, por extraño que parezca, mirando toda la sala, era justamente esa mesa la que quería que eligiera.

Baby Y Yo❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora