Capítulo 5

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   Desde que Finnick terminó con Annie nuestra relación se ha vuelto más fuerte. Lo contuve y milagrosamente se olvidó muy rápido de ella, bueno, olvidarse no tanto, pero al menos su duelo fue veloz. Eso me hizo muy feliz, incluso desde ese tiempo nos enviamos cartas una vez por semana, antes lo hacíamos con menos frecuencia. Obviamente tratan sobre lo que hicimos esa semana, lo tanto que nos extrañamos y esas cosas. No podemos correr el riesgo de hablar sobre la Revolución ya que pueden ser leídas antes de llegar a nuestras manos.

—Qué jodan a las parejas felices —Susurro para mi misma.

   Veamos, es mi amiga y toda la cosa, pero le rompió el corazón a mi pececito en su momento. Un poco de resentimiento queda en mi ser.  Raramente nos mandamos cartas, me ha mandado fotos de ella y su novio, pidiéndome que vaya a visitarlos. Es sólo que me dan celos que ella pueda ser feliz con el que dice ser el "amor de su vida". ¡Yo también quiero eso! Quiero que alguien me ame a pesar de todo, de mi locura, de mi fragilidad, que soporte mis traumas.

—¿Cómo dices? —Finnick frunce su ceño al no haberme escuchado. Me levanto y me apoyo en la baranda.

   Este es uno de los pocos lugares del Capitolio en los que me siento libre... Sin embargo, que Peeta esté aquí con la persona que ama, me llena de cólera. Me molesta su pesimismo, quiere morir porque según él no tiene a nadie. ¡Tiene a su padre que lo ama con toda su alma! ¡Me tiene a mi! ¿Acaso eso es poco?

   Quizás él no se da cuenta de lo tanto que lo necesito. Es mi ancla en toda esta tormenta marítima, me mantiene a flote.

—¡Qué jodan a la gente que es realmente feliz! —Él suelta una carcajada y me susurra para que baje la voz—. Nadie puede escucharnos aquí, Finnick. Mira, ¡Hola Snow, soy virgen y no puedo hacer nada con eso! ¡Viviré sola toda mi vida si es lo que deseas!

   Nos quedamos callados unos segundos y comenzamos a reírnos como locos. Siempre extraño pasar el tiempo con mi pececito.

—Saphira, sabes que eso no es cierto, no eres virgen

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—Saphira, sabes que eso no es cierto, no eres virgen. Tu primera vez fue con un hombre muy guapo —Sube y baja las cejas repetidas veces mordiéndose el labio. Yo enarco una ceja y lo miro sonriente—, o sea, yo, cariño.

 Yo enarco una ceja y lo miro sonriente—, o sea, yo, cariño

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Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora