Capítulo 9 [2]

5.9K 422 97
                                    

   Salgo de casa y camino por todo el Distrito con destino al gimnasio. Ya han pasado varios meses desde el Anuncio y muerte de Tonn. Finnick ha tenido que aceptar que iré con él a los Juegos por las malas, pero poco a poco lo asimila más y coopera en los entrenamientos. Me ha enseñado cómo apuñalar a alguien con un cuchillo cuerpo a cuerpo. Debo pasarlo entre las costillas para llegar directo al corazón, espero que no ocurra y encuentre algún tridente o lanza, odio los cuchillos y los golpes secos con los nudillos.

   Está bien, no los odié cuando rompí mis dos muñecas con el rostro de Koned, pero no va al tema.

   He subido bastante de peso, pero lo importante es que estoy en mejor estado atlético que nunca. Los músculos de mi vientre comienzan a marcarse, ya tonificados. No me gustan demasiado, la verdad, pero Finn insiste en que tenga mejor musculatura para tener más resistencia.

   Ha aprendido cómo ser más ágil en el sentido de correr y esconderse, una de mis especialidades ya que mi cuerpo delgado y alto me lo permite.

   Lo que más hemos querido saber son los tipos de plantas, venenosas, curativas y comestibles. Ahora sé cómo identificar cada fruto que hay en los Distritos, todo gracias a los entrenadores que ha mandado Snow para nosotros. Sabe que no me gusta la idea de que mi marido entre a esa arena.

   Cruzo el umbral de la gran puerta y saludo a uno de los entrenadores, el que me entrenará hoy, supongo. Mi esposo se encuentra al final de la gran sala con distintas armas fatales. Está practicando con su persona asignada cuerpo a cuerpo, con su tridente. Muevo mis caderas exageradamente y me acerco a ellos, haciéndole una seña a los dos hombres restantes para que se vayan. Cuando lo hacen, camino felinamente al chico de cabellos cobrizos y tomo su arma de las manos.

—Por ahora nos enfocaremos en nuestro trabajo en equipo —Le doy una vuelta completa a su arma y él me entiende al instante, por lo cual va a buscar el tridente que usé en mis Juegos. Los dos tenemos nuestras armas como regalo por haber ganado, cortesía de Snow. ¿Sádico, no?—.
Necesito que te lleves bien con mi preciosura por si pierdes la tuya, o viceversa.

—O quizás no pondrán tridentes en sí, amada mía —Opina encogiéndose de hombros a la vez que vuelve a caminar hasta el cuadrilátero donde me encuentro haciendo movimientos con su arma—. Por lo menos ahora mismo sabemos usar cada una de las armas que existieron en la historia de Los Juegos del Hambre de forma normal.

—Sabes que Snow nos pondrá algunos. Al menos eso espero. Odiaría usar espadas, muy pesadas para mi criterio —Nos ponemos en guardia y él hace el primer golpe, el cual lo esquivo sin esfuerzos y se lo devuelvo—. Desperté y no estabas, me tienes sin cuidado, cariño.

—No pude dormir —Se limita a decir sin más, así que seguimos entrenando.

   Llevamos más de tres horas luchando, arrojándolas a muñecos en movimiento, entre nosotros y ya nos hemos acostumbrado a las armas, todo el tiempo en silencio.

—Ya, Finn, volvamos a casa. Debes comer algo.

   Hablo mientras guardo su tridente en la caja correspondiente. He transpirado demasiado, tenemos que ingerir algo o nos desmayaremos por falta de azúcar en sangre. Me tendré que acostumbrar cuando esté allí, de seguro ni comeremos por días.

—No, necesito pasar al menos más de cinco horas diarias aquí para poder protegernos el culo allí dentro, Saphira —Me responde al voltearme para enfrentarlo y me quedo pensando tanto en mi respuesta que él atenta un golpe en mi mejilla con la empuñadura provocando que caiga duramente al suelo, demonios, esto dolerá en unas horas—. ¡LEVÁNTATE! —Me estoy tomando el rostro entre las manos en el momento que deja caer todo su cuerpo sobre mí. Sus rodillas están a cada lado de mis caderas, las cuales magulló hace un tiempo, por su ataque de ira—. ¡VAMOS, JODER! ¡¿O acaso eres una inválida?!

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora