Capítulo 43

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   Noto que Johanna no deja la habitación, lo que sólo puede significar que encontró alguna lógica en la explicación de Haymitch. O tal vez sólo quiere quedarse para irritarnos otro poco. Ella siempre es fácil de enojar, pero no tiene la energía necesaria para mantenerse así por mucho tiempo. Finnick estira el brazo por entre las sillas para alcanzarle la botella, que ella reluctantemente acepta.

 Finnick estira el brazo por entre las sillas para alcanzarle la botella, que ella reluctantemente acepta

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—Lo siento, Phira —Murmura la pelinegra con arrepentimiento. Sin embargo, no le respondo.

   No lo puedo soportar, me levanto y tomo una de las botellas de whisky. Todos me observan, ellos toman vino. Aunque yo opto por algo más fuerte. Sirvo en uno de los vasos hasta la mitad y me lo tomo rápidamente, cerrando levemente los ojos al sentir mi garganta arder. Lleno el vaso otra vez hasta la mitad pero esta vez le pongo hielo y sé que si me tomo ésto, ya estaré ebria.

—Quizás, si me emborracho, estaré feliz otra vez y dejaría de ser tan egoísta —Fruncen sus ceños, al no comprender mis palabras—. ¡Maldita sea, lo siento por tener a mi mejor amigo en esos Juegos!

—Saph-

—Cierra la puta boca, Johanna —Mascullo entre dientes, volviendo a mi lugar—. No quiero escucharte.

   Debería tomar más seguido, me hace menos vulnerable, ahora lo entiendo

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   Debería tomar más seguido, me hace menos vulnerable, ahora lo entiendo. De reojo veo que Finnick quiere acercarse, pero Haymitch toma uno de sus brazos y niega.

   Peeta es quien tiene el control ahora, ya sea que él lo crea o no. Unirse a los Profesionales fue su idea. Salvar a Katniss de Cato fue su idea. Él fue quien convenció a Katniss de unirse a él desde el principio. Diablos, si hasta ser apuñalado fue una buena (aunque involuntaria) movida de su parte, porque Katniss lució espectacular salvando su vida. Afortunadamente, hasta ahora la cazadora se estuvo comportando, y ella está más convincente que nunca interpretando su parte como una trágica heroína enamorada. La audiencia la ama. Pero sólo en tanto Peeta esté ahí. Ella perdería toda simpatía si le clavara un cuchillo en la espalda, y los Organizadores de los Juegos no dudarían si tuviesen la oportunidad de liquidarla. Ella ya los irritó lo suficiente como para que sea una posibilidad, pero si haces feliz a la multitud, sigues vivo. A fin de cuentas, es realmente el Capitolio quien decide quién gana. Si el Capitolio no está contento con quien lleva la delantera, hace falta sólo un "accidente" para terminar con las chances de un tributo de ganar.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora