Capítulo 7 [3]

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   Reconozco al instante el tipo de petardo que Gale me disparó. Es el que me hace salir de la fase licántropa, obligándome a ser humana otra vez. Suelto un grito en agonía ya que el ácido que provee esa bala comienza a quemar todo mi sistema en dos escasos segundos. Caigo con mi cuerpo desnudo convulsionando. Finnick grita cosas ininteligibles a mi lado a medida que levanta mi ahora frágil cuerpo y me estrecha entre sus brazos hasta que el dolor se disipe. Johanna en un ataque de furia le pega un puñetazo al castaño a lo que observo a gente llevarse a Peeta y a Katniss.     

   Cuando el ácido cesa y Haymitch tira una manta para tapar mi desnudez, le lanzo una mirada asesina al que ha disparado y mascullo con el ceño fruncido

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   Cuando el ácido cesa y Haymitch tira una manta para tapar mi desnudez, le lanzo una mirada asesina al que ha disparado y mascullo con el ceño fruncido.

—Si querían que salga de la forma lobuna me lo hubiesen pedido —intento calmar mis respiraciones y arrullo entre mis palmas el rostro del destrozado Finnick.

   Toma mis mejillas entre sus heridas manos y sus labios se estampan con los míos en un beso lleno de desesperación. Miedo, castigos, gritos se disipan en un momento a lo que abro mi boca para adentrar mi lengua en la boca de Finn. Luchamos, las lágrimas caen de mis ojos y cuando nos separamos, lloro desconsoladamente en su hombro.

—¿Sabes el dolor que le provoca este maldito petardo? —pregunta Johanna con furia en sus ojos, mirando a Hawthorne—

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—¿Sabes el dolor que le provoca este maldito petardo? —pregunta Johanna con furia en sus ojos, mirando a Hawthorne—. Es como si te bañaran en ácido que come toda tu estúpida carne, grandísimo idiota.

   Plutarch se acerca hacia mí junto a un lloroso Haymitch, huelo algo y comienzo a levantarme al igual que Finnick, quien toma mi mano fuertemente con la de él.

—Llevas tiempo sobrio —él asiente y mi pecho se estampa contra el de él, fundiéndonos en un gran abrazo en el cual mis sollozos son incontrolables—. ¡Lo siento! ¡Cambiaron algunos recuerdos y me hicieron vivir que ante tu borrachera, me golpearas hasta la muerte!

—Sh... —él acaricia mi espalda de arriba a abajo—. Ya todo ha pasado, lograrás superarlo, pequeña. Después de todo, eso es lo que haces.

   Sonrío de costado y Finn, a mi izquierda, saca algo de su bolsillo. Son varias cosas, a decir verdad. Lo miro con una ceja enarcada hasta que las reconozco. Mi collar del diente de tiburón, mi anillo de compromiso de la aguamarina y mi alianza de oro. Llevo mi mano a mi cuello y me quito su collar de la concha de mar y lo paso por su cabeza.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora