Como fuego.

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An.

 Lo que me llevó de vuelta fue la sola e imparable imagen del cuerpo de Any. Podía encontrarme en la cama por la noche con la radio escondida bajo la almohada, escuchando el At the Top de Danny and the Juniors, y cerraría los ojos y allí estaría Any, charlando con un compañero invisible en la Cantina adolescente, y bailando en pareja con solo unos calcetines blancos enrollados en la parte de arriba y nada más. Tan cómoda con su desnudez como si acabase de comprar el traje nuevo del emperador.

O estaríamos jugando al Monopoly, una enfrente de la otra , y yo llegaría a la casilla de Boardwalk o de los jardines Marvin y ella se levantaría, y se iría. Pero lo más frecuente es que la canción de la radio fuese algo parecido a Twilight Time, de los Platters, y Any no existía más. O el juego sería el juego, y no tenía nada de divertido. Me sentía nerviosa y a punto de saltar. Me sentía como si debiese ir allí. Tanto como nerviosa estaba por lo que me encontraría cuando lo hiciera. Incluso Aaron se dio cuenta de ello. Lo descubrí observándome, con un mohín en su boca, pensativo, como si yo hubiese saltado de la mesa tirando el vaso de agua o me hubiese metido a hurtadillas en la cocina en busca de una Coca. Puede que esa fuera una de las razones por las que nunca hablé de eso con él. O puede que fuera porque Any era una mujer, y él no parecía llevarse bien con las mujeres.

Pero volví. Y, cuando lo hice, las cosas habían vuelto a cambiar. Entré y lo primero que oí fue a Aaron tosiendo y luego hablando en voz baja, y me di cuenta de que tenía que ser Any con quien hablaba. Tenía ese tono que nunca usaba con las otras chicas, e incluso conmigo, como si fuera un profesor enseñando a una niña pequeña, instruyéndola. Bajé las escaleras. Había colocado la lámpara de trabajo, pasando el cable sobre la lavadora hasta uno de los garfios que habían puesto en una de las vigas de su casa.

La bombilla oscilaba, con un brillo cegador. Aaron estaba sentado en una silla plegable, parte del viejo conjunto de jardín que guardaba allí, dándome la espalda y fumando. El suelo estaba lleno de colillas, como si llevase allí un buen rato. Erick no estaba . Any estaba de pie delante de él, vestida con un liviano vestido amarillo; no era el tipo de vestido que uno asociaría con ella, así que pensé que era de la madre de Aaron , uno viejo, y además saltaba a la vista que tampoco estaba demasiado limpio.

Tenía unas manguitas cortas abultadas y una falda tableada, por lo que los brazos y las piernas quedaban al aire. Por encima del cigarrillo olí a alcanfor. Naftalina. Aaron seguía hablando. A primera vista parecía que eran hermanos, más o menos del mismo peso, aunque Aaron era más alto y flaco. Ambos tenían un pelo ligeramente grasiento y ambos llevaban esos viejos y apestosas ropas, como si estuvieran ensayando para una fiesta. Solo que Aaron estaba allí sentado, fumando. Mientras que Any estaba de pie contra uno de los postes de apoyo de cuatro por cuatro de su padre. Any con los brazos fuertemente atados alrededor del poste y a sus espaldas y con los pies también atados. Estaba amordazada, pero no tenía los ojos vendados.

- Cuando yo tenía la misma edad que tú -contaba Aaron - lo hice, busqué a Dios. Fui a todas las iglesias de la ciudad. Baptista, luterana, episcopalismo, metodista... Di la que quieras. Incluso fui a las novenas de san Matías y me senté en la balaustrada donde se encontraba el órgano. »Pero eso fue antes de saber, ya sabes, lo que son las mujeres. ¿Y sabes quién me lo enseñó? Mi padre »Por supuesto, él no sabía que me estaba enseñando, no de la forma en que yo lo estoy haciendo contigo. Se trataba más de lo que yo veía. »Quiero que sepas y entiendas que mis padres me lo dieron todo; todo lo que un adolescente podía desear, eso es lo que tuve. Excepto la universidad, por supuesto, pero, de todas formas, la mayoría de los chicos no iban a la universidad en esos tiempos. Pero mi padre, que Dios le tenga en él infierno , trabajó duro para vivir, y mi madre y yo lo tuvimos todo. No como mi Padre lo hizo conmigo.

Aquella chica de los hematomas.Where stories live. Discover now