Capítulo #13 - Porque el amor siempre encuentra su camino

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Aquata molesta, y prendida en furia llegó al palacio. Oceanía descansaba como una reina sobre su concha, y su padre jugaba con un dispositivo. Aquata podía distinguir la irritante canción de Candy Crush*, el desesperante juego para celulares en el que los dulces que deben ser acomodados antes de que se terminen los movimientos. Pero espera, ¿tenían las sirenas Candy Crush en el fondo de la mar? ¿Había visto ella un celular en las manos de Atlantis?

—¡Oh, Aquata! ¡Que bueno verte! —exclamó el levantándose de su trono.

—¿Qué es eso? —señaló Aquata, apuntando con el dedo el celular que llevaba en manos.

—¿Esto? —preguntó—. Es solo un artefacto de esos que ustedes usan para comunicarse. Oceanía me lo trajo desde la tierra para que me divirtiera un poco. Y antes de que te preguntes como funciona bajo agua tiene un protector para que no se le cuele el agua dentro.

Había algo en ese celular que Aquata conocía, había algo extraño en ese protector de celular, algo muy reconocido.

—¿Me permites?

—¡Claro! —y le pasó el celular. Aquata lo desbloqueó, pero el celular estaba completamente en blanco, a excepción del juego de CandyCrush y muchas fotos de la cara de Atlantis.

—Deberías hacerte un Instagram* —bromeó de mala gana Aquata entregándole el celular nuevamente. Sabía que había algo que no cuadraba en ello, pero no podía saber que era, sinceramente por más que intentara no podía descubrirlo. Sabía que estaban pasando cosas y que ella no podía recordarlas, como si su mente estuviera des programada en ciertos momentos del día.

Nadó hacia Oceanía, la cual se miraba en el reflejo de un cristal pulido, quizás por los años de permanecer en el fondo de la mar.

—¿Qué has hecho? ¡Asesina!

—¿Yo asesina?

—Si, si lo eres, acabaste con su vida. ¿Recuerdas la atención que un día te di? Me fui contigo, dejé a mi familia, a todo, por ayudarlos a ustedes, y dijeron que no le harían daño a la gente que yo quería. Y la mataste sin más. ¿Qué piensa tu padre de eso? Ese no era parte del plan. Has asesinado a una persona inocente, ella no estaba ni en tu camino.

—Aquata, lo siento, perdóname. Ya no puedo volverla a la vida ni remplazarla. Ella está en mejor vida.

—¡¿Mejor vida?! Era mi mejor amiga —gritó Aquata rompiendo en llanto —. ¿Tenías que matarla a ella, no a nadie más? Es lo peor que me has hecho, primero me conviertes en sirena, y luego esto. A puesto que tienes que ver con la desaparición de Maxwell y de Andrés ¿cierto? ¿Qué viene próximo? ¿¡Asesinar a mi madre!? De seguro tampoco te importa dejarla hecha pedazos como a Amanda.

Oceanía se mantuvo callada.

—¡Contéstame! —gritó Aquata desesperada, mientras agitaba su pesada cola de un lado al otro en señal de nerviosismo.

—Lo siento, ya te lo he dicho.

—No bastan los, lo siento. Es algo imperdonable. ¿No vas a hacer algo? —se giró a Atlantis el cual observaba la escena callado.

—Oceanía, estuvo mal de tu parte matar la amiga de Aquata, no vuelvas a hacerlo.

—¿Eso es todo? —gritó exasperada—. Lo que ella hizo jamás tendrá perdón. No deseo verla nunca jamás, y puedes olvidarte del trato. Prefiero morir antes de que ella siga destruyendo mi vida.

—Ya no hay un trato, Aquata. Has cumplido ya con tu misión, tenemos a los dos hombres.

—¿Cómo?

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora