❁ Capítulo #7

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A primera hora de la mañana del miércoles, Atlantis manejó por una carretera estrecha y llena de árboles en algún lugar de Carolina del norte. Habían estado manejando por muchas horas pues habían salido el Lunes, y habían parado para descansar en las tardes. Elizabeth estaba sentada en el asiento delantero de la MiniVan, y los chicos y Aquata detrás. Habían vendido el carro Mercedes de la familia, y lo habían remplazado por una minivan donde todos cabían perfectamente y era el automóvil correcto para una familia numerosa.

-¡Ahí está!

Atlantis detuvo el auto bruscamente y se detuvieron frente a una reja de seguridad con el nombre de Eldridge Mental Center (Centro Mental, Eldridge). Si suena genial.

Aquata se hundió en el asiento trasero. Andrés el cual estaba sentado a su lado la acercó y le besó el cachete. Habían estado manejando por todo Carolina del Norte en busca de ese extraño centro el cual quedaba en el medio de la nada, y que no tenía mares cerca. Obvio, era un estado en el centro de los Estados Unidos. Aquata con todas ansias había esperado que ese lugar no existiera y que regresarían a la casa y la obligarían a quedarse en su cuarto. Eso era mucho mejor que el ir a un sitio desconocido a ser tratada.

-Anabelle Cooper -le dijo Atlantis al policía bastante armado de la casilla de seguridad. El hombre consultó su tablero de asistencia y asintió. El brazo mecánico frente a ellos se levantó lentamente ofreciéndoles el paso al patio del centro.

Los días anteriores se los habían pasado comentando, apresurándose y tomando decisiones acerca de la vida de la pobre Aquata sin molestarse por preguntar su opinión, era como si ella no tuviera ninguna opción de vida. Ella se sentía inútil, indefensa, o como un robot al cual programaban para hacer ciertas cosas solamente. Después de su ataque de pánico aquella tarde, los padres de Aquata llamaron al hospital, y le dijeron que estaban muy seguros de que era el momento de internarla. Llamaron a la universidad y avisaron de que faltaría por un tiempo por cuestiones de salud. Si, tenía que decir incluso lo que le ocurría. Aquata se había quejado por ellos haber dicho, sabía que no estaba loca, lo tenía demasiado claro, pero aún así le daba vergüenza que sus padres hablaran de ello. Y claro, a cualquiera le daría. Después de todo, no es como si fuera que dijeran que tenía piojos, o sarampión, hablaban de una enfermedad mental severa, algo mucho peor que un rumor de enfermedades veneras. Bueno, que quizás no tan exagerado, pero para Aquata era así, o aún más.

El padre de Aquata continuó manejando por el campus. Todos en la cabina habían estado callados, incluso la pequeña. El viaje había sido largo y extenuante, pero aún así el dejar a una chica en un hospital psiquiátrico al otro lado del país era cruel. Es más, cruel era poco. Aquata pensó que si Oceanía hubiera sido la de la idea de las arpías se hubieran mudado de inmediato. Ella sabía que Oceanía sabía, pero que no decía nada porque quería mortificarla. Típica cosa de hermanas, ella era muy pesada. Me vengaré de ti pensó la rubia mientras apartaba su vista de ella. La culpa de ella ser ingresaba era de Oceanía por no decirles a sus padres que eran reales las arpías. O, ¿no sabía Oceanía realmente de ellas?

Se movieron en dirección hacia una fuente circular con delfines. Un majestuoso edificio blanco con columnas en espiral apareció frente a ellos. Tenía plantas, banderas, y balcones en el segundo y tercer piso. Atlantis estacionó en un espacio vacío y miró a Aquata con una sonrisa de, todo estará bien, lo hacemos para que dejes de estar loca. De mucha motivación, ¿sabes?

-Es un sitio hermoso -dijo Elizabeth intentando soltar un poco la tensión y luego quitándose el cinturó del asiento-. Iré por tus cosas al baúl.

-Es cierto -concordó Atlantis rápidamente-. Quiero hacer esto sola -dijo Aquata-. Los quiero a todos lejos de aquí ¿vale? No quiero que comiencen a empeorar las cosas ahí dentro. ¿Quieren que tenga una desintoxicación mental? No llenen de mis ideas a la gente de aquí que se como va esto de los psicólogos.

Aquarius - Una saga de sirenasWhere stories live. Discover now