❁ Capítulo #1O

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Aquata se paró en la cafetería del hospital psiquiátrico con una bandeja de sopa de brócoli y pan integral en los brazos. El sitio no era más que un espacio cuadrado con losetas blancas, y mesas redondas. Habían en las paredes más cuadros abstractos y cortinas azules en la ventanas. Habían máquinas de entremeses, papas y refresco, una mesa llena de dulces, una fuente de chocolate, y un espejo. Ese sitio era como un hotel cinco estrellas, pero en el medio de la nada. Era todo tan perfecto, y la gente parecía toda tan cuerda. No era como los de las películas, en el que hay un masturbador compulsivo, o una loca que le habla a las muñecas. Todos caminaban pasivamente de un lado a otro, o conversaban en grupos. Los más solitarios leían en una esquina acompañados de un capuchino, o un postre. ¡Era como una convención de hispsters enfermos, pero vestidos de batas!

Su primer día en el manicomio Eldridge no había sido el mejor, pero se había acostumbrado, y no era tan malo como imaginaba. Podía visualizarse viviendo ahí por seis meses. Se sentía ahí dentro segura, le daban buena comida, y habían spa para relajarse. Las enfermeras entraban cada tarde a las 18:00 (6:00) y le entregaban una píldora pequeña la cual era opcional. Era natural, para dormir, y mantenerse relajada; de manzanilla, y melatonina. Una hormona que el cuerpo produce cuando se es joven, pero que se va desgastando con el estress, o problemas neurológicos.

En las mañanas a las 11:00 tenía terapia con su terapeuta, la Dra. Collins. Una señora muy apuesta que parecía comprender la depresión que tenía Aquata por el menosprecio de sus padres.

-El ser un adolescente conlleva mucho trabajo ¿sabes? -se había quejado Aquata esa mañana-. Los padres jamás te escuchan, los hermanos te gritan y te culpan de todo. Y cuando tienes razón, todos te dan la espalda.

-La clave está en tomar las cosas con calma -había dicho la Dra. Collins-. Hay que pensar positivo, en que todo va a salir bien. En que todo pasa por una razón, y salir adelante. No puedes dejarte caer por cualquier mínimo detalle.

-Pero es que nadie me entiende -estalló Aquata.

-Para que te entiendan, primero tienes que entenderte a ti misma. ¿Sabes por qué estás aquí? -Aquata negó con la cabeza. Ella estaba ahí porque sus padres no creían en las arpías y en que la familia corría peligro en ese nuevo lugar. Ella estaba ahí porque se había convertido en una sirena de un momento para otro, inesperadamente. Ella estaba ahí porque el que era su padre no era realmente, y lo era en cambio un tritón rey del a mar. Ella estaba ahí porque conoció una chica que resultó ser su hermana gemela, y que mató a su mejor amiga, y casi asesina a su novio. Ella estaba ahí porque había visto una mujer que tenía torso de humana, pero garras, patas y plumas de pájaro. Ella estaba ahí porque estaba volviéndose loca. Ella estaba ahí porque no sabía que demonios estaba ocurriendo en su vida.

-Me ha pasado demasiado -dijo, finalmente.

-¿Quieres contarme? Existe algo que se llama círculo entre doctor y paciente. Tu puedes contarme lo que desees, y yo no puedo decirle a nadie a menos que lo que me digas ponga en peligro tu vida. ¿Alguna vez has querido morir? -Aquata negó-. ¿Escuchas voces? -Nuevamente negó-. ¿Tienes alucinaciones? ¿Ves cosas que son irreales?

-No puedo con esto, usted no sabe nada de mi vida. Mejor deme por loca ¿vale? Si yo le cuento lo que me pasa terminará enviándome a un cuarto aislado y me sedará de por vida.

-¿Crees que estás loca?

-No -masculló.

-Entonces, cuéntame. Para poder superar un trauma, primero hay que creer o confirmar que lo que tienes en la mente es cierto.

-Es cierto, yo sé que lo es, pero mis padres no me creen, y dicen que estoy loca.

-A veces lo hacen por tu bien. Quizás es un secreto, quizás ellos saben pero no quiere decir nada porque están involucrados en ello.

Aquarius - Una saga de sirenasWhere stories live. Discover now