1. El Comienzo.

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¿Do...donde estoy? ¿Qué pasa? Empecé a moverme, lo cual era un poco inútil porque estaba atado. Empecé a preocuparme... ¿Qué había sucedido? Estaba vendado, no veía nada. Había un olor a húmedad en el aire... ¿Dónde me encontraba?

-¡Ayuda! ¡Jenna! ¡Zack! ¿¡Alguien!? -comencé a gritar.

No obtuve respuesta, no quería creer que era real, seguro era una tonta pesadilla y pronto despertaría al lado de mi esposa. De pronto escuché pasos, decidí no hablar o quizás sólo estaba muy asustado para hacerlo.

-Escuché ruido, veo que ya despertaste. -sonaba muy amigable.

-¿Qu... qué quieres? -dije casí en sollozos, estaba aterrado.

-Calma, calma. -dijo acercandose. -Traje comida. Entiendo si no quieres comerla pero no te preocupes, no tiene veneno.

-No la comeré...

-No importa, tarde o temprano lo harás. No hay bananas en ella, no te preocupes.

-¿Cómo sabes que... -me impresionó escuchar eso, ¿como sabía sobre mi odio a las bananas?

-Si tienes hambre, solo llamame. Estaré muy cerca, no te preocupes.

Escuché sus pasos al alejarse. No entendía nada de lo que estaba pasando, ¿porqué me hacía esto? ¿quien era él? ¿qué quería de mi? Empecé a sentirme demasiado asustado, antes de que me diera cuenta unas lágrimas estaban rodando por mis mejillas, cortos sollozos salian de mis labios. Escuché sus paso de vuelta, más rápidos y más violentos. Sentí como sí mi columna fuera acechada por un terremoto.

-No, no, no, no. -dijo con su ronca voz. -No llores, por favor.

Sentí su pulgar secando mis lagrimas, tenía una piel áspera, sentí repulsión hacia él pero no podía moverme.

-Haré algo, te quitaré este vendaje, tal vez eso te tranquiliza un poco, ¿si?

Sentí como sus manos se fueron a mi nuca y desataron el nudo de la venda que rodeaba mi cabeza. Me dolió un poco la cabeza al recibir la poca luz que había en el lugar, mis ojos buscaron desesperadamente su rostro. Cuando todo dejó de estar borroso, ahí estaba él.

Lo primero que vi fueron sus ojos. Unos achinados ojos color café, lo que vi luego me preocupó. Era un hombre musculoso, podía golpear a cualquiera, eso me incluía a mí. Nunca antes lo había visto y si lo había hecho no lo recordaba. Soltó una sonrisa para mí, yo solo agaché la mirada.

-¿Porqué haces esto? No tengo dinero que dar...

-No quiero dinero. -interrumpió sin pensar.

-Entonces... ¿porqué me has traído aquí?

-Es... es algo personal. -volteó la mirada a un costado.

-¿Dónde está mi esposa? ¿Mi familia?

-Ellos están bien, no te preocupes. Seguramente se preguntan dónde estás... -mi estómago rugió, mi hambre estaba matandome. -No dejaré que mueras de hambre. Come por favor.

-Realmente no vas a hacerme daño, ¿o si? -negó con la cabeza.

¿Realmente estaba dispuesto a confiar en este tipo? No sabía sus intenciones y ¿porqué sonreía tanto? No sé que era peor, el hecho de que quisiera comer algo sin importar que viniera de él o el hecho de que de cierta forma sabía que él me obligaría a comer.

-Sé que es difícil confiar en mi en esta situación, pero dejame alimentarte, por favor. No te he traído a que mueras, Tyler, te lo ruego. -dijo.

-¿Po...podrías darme la comida? -noté como un sonrisa se reflejó en su cara, sus ojos desaparecían cuando sonreía.

-Lo haré. -Trajo el plato de vuelta. Tomó un poco de comida con los cubiertos y la llevo a mi boca. No estaba mal.

Y así pasamos un rato, sin decir nada. Él me daba bocados con tanto cariño que me recordaba a cuando era pequeño y mi madre lo hacia igual. No dejaba de verme, su mirada se penetraba en mí. Terminé de comer.

-Gracias. -dije seco.

-Gracias a ti. -respondió él sonriendo.

¿Porqué este tipo me había traído aquí? ¿Qué quiere de mí? Y sobre todo... ¿Porqué es tan bueno conmigo?

Sindrome de Estocolmo. [Joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora