8. Sólo fue deseo

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Mi corazón latía con fuerza, el aire se reducía cada vez más y mis ganas de tomarla en mi oficina no cesaban. Elizabeth no soltaba mi corbata y pasaba su vista de mis ojos a mis labios. Debía retroceder, pero no quería, cerca de ella sentía el deseo recorrer mi piel, la excitación, eso que llevaba tiempo sin sentir. Algo increíble. Tragué saliva mientras trataba de respirar el poco oxígeno a mi alrededor.

-¿Por qué haces esto?

-¿Qué es lo que hago Tony?

Su respiración también era irregular.

-Me seduces.

Una sonrisa asomó en sus labios.

-¿No eras tú quien me veía de manera indecorosa?

-Es tu culpa.

Soltó mi corbata y con aquella mano abrió un botón más en su camisa y soltó su cabello. Ahora tenía una mejor vista de sus pechos y no podía dejar de observarlos con aquella cadena entre ellos. Colocó su mano en mi mandíbula y me obligó a observar su rostro que reflejaba el mismo deseo, sus pupilas estaban dilatadas, sus mejillas encendidas, algunos mechones se adherían a su frente por el sudor y sus labios entreabiertos respiraban con dificultad.

Se acercó aún más, casi rozando mis labios con los suyos y pasó su dedo sobre ellos provocando que cada uno de los vellos de mi piel se erizarán. Terminé de juntar nuestros labios, necesitaba tomarla allí, tenía que besarla. Pero antes de que pudiera hacerlo levantó mi rostro y aquel beso lo depositó lentamente en mi cuello acompañado de un mordisco. Gruñí producto de la excitación y pegué mi cuerpo más a ella provocando que soltara también una queja. La necesitaba, la quería sólo para mí. Tomé una de sus piernas y la subí hasta mi cintura colocándome entre sus muslos. Gimió aún besando mi cuello sabiendo lo que pasaría allí.

-Tony -la escuché-.

Coloqué mis manos en su espalda baja y la atraje más hacía mí. Nuevamente oí un ruido proveniente de su garganta. Llevé una de mis manos a su muslo y ascendí por él mientras lo acariciaba lentamente deleitándome con su piel bajo mis dedos.

-Tony -dijo nuevamente-.

-Por Dios Elizabeth -le respondí con mi voz ronca-.

-Hay alguien en la puerta -me dijo mientras paseaba sus dedos por mi pecho descubierto-.

Detuve mis manos y finalmente pude escuchar los golpes en la puerta. En cuanto se abrió me aparté de Elizabeth y la persona fuera se asomó.

-Disculpe, ¿aún siguen las entrevistas? -era una muchacha-.

-Claro -le respondí-, adelante.

Aún con mi pulso acelerado y el cuerpo a mil arreglé mi cabello al igual que los botones de mi camisa que había logrado desabrochar Elizabeth. Regresé a verla un momento, también arreglaba su cabello y su camisa, su falda estaba aún a la altura de sus muslos y en ellos estaban las marcas de mis manos. Era imposible negar que algo acababa de pasar en esa oficina. Su rostro estaba bañado de una pequeña capa de sudor, sus mejillas aún estaban coloradas y trataba de volver a respirar con normalidad. De seguro era el mismo aspecto que traía yo. La muchacha se encontraba de pie frente a mi escritorio y cuando Elizabeth recompuso su falda se dio la vuelta para hablar con ella.

-Bienvenida -le sonrió-, toma asiento.

La joven se sentó en uno de los pequeños sillones y dejó su carpeta sobre el escritorio. Yo por lo pronto necesitaba salir, debía calmar mis pensamientos, todo el lugar me olía a Elizabeth combinado con el deseo. Y así no podría bajar mi calentura. Me encaminé hacia la puerta mientras desataba mi corbata.

-Señor Steele -me llamó-, ¿no piensa hacer la entrevista?

-No, la dejo a tu cargo.

-¿A dónde va?

Regresé a observarla, tenía una gran sonrisa en el rostro. Claro, ella sabía perfectamente a donde iba, y yo le había dado una prueba evidente de su efecto en mí.

-A tomar aire -le respondí ya en la puerta-.

Llegué hasta la planta baja y salí del edificio. Me apoyé en mi auto, allí respiré hondo para que mi cuerpo dejara atrás la esencia que Elizabeth había pegado en mí y mi mente se enfocara en otra cosa que no fuera su cuerpo. Realmente me sentía frustrado por no concluír lo que empezamos, sin embargo estaba enojado por haberle mostrado que aún me rendía a sus encantos. Golpee el auto con mi puño, no debía mostrar debilidad ante ella, debía estar firme en mi decisión de apartarla de mi vida. Pero en algún momento mi cuerpo fue el que decidió reaccionar, a pesar de eso yo no quería detenerlo. ¿Qué pasaba entonces? Solo fue deseo, era placer lo que buscaba. Nada más.

-Tony -escuché a mi lado-.

Me levanté y observé a West con una botella en su mano.

-West, ¿y eso? -señalé la botella-.

-Es para celebrar -sonrió-, tengo una excelente noticia.

-¿Enserio? ¿Y cuál es?

-Vamos a tu oficina, así aprovecho y se lo digo a Elizabeth.

Me acerqué a él, intrigado.

-¿Cómo sabes que está arriba?

Con su dedo indice se dió pequeños golpes en el cuello. Instintivamente toqué el mío y me miré en el espejo del auto. Tenía varios chupetones en el cuello, unos más marcados que otros y todos hechos por la misma mujer. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Eran cinco bien marcado, ¿cuánto tiempo tuvo para hacer eso?

-¿Se nota mucho? -le pregunté aún observando el espejo-.

-Amigo, parece que hubieras tenido una noche salvaje.

Como hubiera querido que fuera así, una tarde salvaje en la oficina. Pero cómo haría para ocultar las marcas, y más importante ¿Cómo se lo explicaría a Allison?

Nota del autor: No se vayan sin oír esta gran canción 😍👇

Al pobre Tony lo dejaron con las ganas 😂 y creo que a much@s lectoras/es también 😏🔥

No olviden comentar y votar 😍✋ (y sólo para encender más esto, gracias a una lectora estoy pensando hacer una maratón 😏)

❤️❄️

Corazón Recargado (CA #3)Where stories live. Discover now