22. Hijo tuyo

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Indudablemente la acompañé al funeral. Como era de esperarse, los asistentes fueron pocos. Con suerte y fue el sacerdote. No estaba tan abatida como ayer y por desgracia no pude obtener más información de su boca.

En ese lugar tan lúgubre recibí una llamada de mi amigo. No podía entenderle, hablaba demasiado rápido, sin embargo ya suponía lo que pasaba. Le pedí que se calmara y le aseguré que estaría allá en un par de minutos. Apenas terminé la llamada me acerqué a Elizabeth, tenía que decírselo. Estaba concentrada observando una de las lápidas. Al llegar a su lado descubrí de quien se trataba: Elizabeth Collins.

-Sólo a mí se me olvida retirar la lápida. ¿Cuánto ha pasado? ¿nueve meses?

-Y un poco más -le respondí releyendo el nombre-. ¿Cuándo van a quitarla?

-Hoy mismo -me observó-. ¿Todo bien?

-Excelente -sonreí-. West llamó, está en el hospital -abrió los ojos de par en par-.

-¿Ya nació? -asentí, ella rió-. Tenemos que ir a verlos, ya.

-Claro que sí, pero debo pasar antes a la oficina.

Inmediatamente salimos hacia el gran edificio. Debía darme prisa, tenía muchas ganas de felicitar a mi amigo. La ley de la vida, una termina y otra comienza. Subí inmediatamente a la oficina, Allison me había mandado un mensaje pidiendo mi presencia para firmar algunos papeles. Más importante, necesitaba hablar con ella. Al entrar, la encontré hablando por telefonó pero cortó la llamada al verme. Avanzó hasta mí con una amplia sonrisa y me rodeó fuerte con sus brazos.

-Te extrañé mucho -dijo junto a mi oído-.

No quería complicar más las cosas, me aparté de ella con cuidado y me acerqué a mi escritorio para tomar un bolígrafo.

-¿Qué necesitas que firme?

Su sonrisa se esfumó, se colocó a mi lado y expuso unas cuantas hojas frente a mí. Revisé rápidamente los papeles, debía asegurarme de que se trataba el asunto, y al encontrar todo en orden coloqué mi firma bajo la atenta mirada de Allison. Dejé el bolígrafo en la mesa y repasé por última vez los documentos.

-Tony, creo que deberíamos irnos de viaje, juntos.

Retrocedí un par de pasos, dejé escapar un suspiro y la observé.

-Allison, lo que debemos hacer es sentarnos a hablar, tengo muchas cosas que decirte.

-Dímelas, tenemos todo el día -me respondió jugando con el bolígrafo de la mesa-.

-No ahora, debo irme.

Salí de la oficina en ese instante. La conversación podía esperar un poco más, ahora debía cumplir con mi amigo. Pero, y aunque me costaba aceptarlo, una miníma parte de mí deseaba aplazar esa charla. Moría por estar con Elizabeth, claro que sí, pero cómo haría para no dañar a Allison en el proceso.

***

El hospital no me traía buenos recuerdos, para nada. Hacía ya casi un año de mi accidente, de lo cerca que estuve de pasar al otro lado. Aún recuerdo ese loco sueño, que estaba más que seguro no fue solamente eso, la expresión de mi madre y de como Elizabeth me salvó nuevamente. Sí, de no ser por ella hubiera dejado todo atrás.

Al entrar a la habitación indicada por una enfermera, encontramos a West hablando amenamente con su esposa. En cuanto nos observó, se acercó a nosotros para invitarnos a pasar. Elizabeth felicitó a mi amigo e inmediatamente se dirigió hacia la nueva madre.

-Felicidades -palmee su espalda mientras él sonreí ampliamente-.

-Dios, no sabes lo bien que me siento, estoy demasiado contento.

Corazón Recargado (CA #3)Where stories live. Discover now