15. Últimos momentos

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Cuando tomé mi quinta copa de champán, Allison se acercó a mí hablando por teléfono.

-Tony, tengo que viajar.

-¿Otra vez?

-Sí -guardó su celular-, surgió otro inconveniente.

-¿Por qué no mandas a un reemplazo?

-Sólo empeorarían el problema. Tengo que ir a cambiarme antes de ir al aeropuerto, estaré aquí mañana -me dio un beso en los labios y me observó-. Cuídate de ella.

Sin decir más, salió. ¿Era yo quien debía cuidarme de ella? ¿O ella cuidarse de mí?

Un par de minutos después decidí regresar a casa, así que busqué a Elizabeth que seguía en la barra y hablaba por teléfono algo enojada. Me acerqué a ella y terminó su llamada.

-Vamos a casa -le dije-.

Ella sólo asintió y salimos del lugar. En el auto, a su lado, observé como se aferraba nuevamente al volante y no dejaba de observar los espejos laterales. ¿Tenía algo que ver su comportamiento con aquella llamada?

-¿Qué pasó con Allison? -me preguntó observando el retrovisor-.

-Tuvo un viaje de última hora -me quité la corbata y el saco-. ¿Está todo bien?

-Sí, todo bien -me dijo sonriendo-.

Pero eso no era cierto, estaba tensa, lo podía notar. Algo estaba pasando y por alguna razón no quería contármelo.

-¡Diablos! -vociferó-.

Repentinamente Elizabeth aceleró, esquivando algunos autos. Definitivamente estaba pasando algo.

-¿Qué sucede? -pregunté-.

-Nos siguen -me respondió con la mirada fija en la carretera-.

-¿Quién?

Observó nuevamente el espejo, sin bajar la velocidad, mientras zigzageaba por las calles de la ciudad.

-Elizabeth, ¿quién nos sigue?

-Elliot.

Un peculiar escalofrío recorrió mi espalda. ¿Ese tipo otra vez? Observé por el retrovisor y efectivamente, un auto verde venía tras de nosotros. El conductor, al igual que mi escolta, estaba aferrado al volante con una perversa sonrisa en su rostro, parecido a las películas de terror.

-Maldición, ¿dónde están los de tránsitos cuando se los necesita? -gritó ella-.

Eso no era lo peor. Una luz empezó a parpadear en el tablero del auto, nos estabamos quedando sin combustible, nos alcanzaría en cualquier momento.

-¿Qué vamos a hacer? -pregunté ahora alterado-.

-Necesito que llames a West, dile que vamos al estacionamiento subterráneo.

Inmediatamente tomé mi celular y marqué el numero indicado. Varios tonos después me envió al buzón, West no contestaba. Intenté nuevamente pero obtuve el mismo resultado así que no tuve otra opción que mandarle un mensaje de texto.

-Dios, ¿cómo llegamos a esto?

-Es mi culpa -dijo-, ¡todo esto es por mi maldita culpa! -golpeó el volante-.

Los faroles de la ciudad no eran más que destellos al igual que las luces de los autos. Elizabeth ni siquiera respetó los semáforos, lo que quería era huir de él. Por desgracia el tipo estaba cada vez más cerca. En un movimiento rápido dio la vuelta para entrar al subterráneo, provocando que lo neumáticos chillaran.

Detuvo el auto y trató de controlar su respiración agitada, al igual que la mía. Me observó un momento y sacó un revolver que estaba bajo el asiento. Se escuchó el motor del auto verde, Elizabeth quitó el seguro del arma y me la entregó mientras me observaba.

-Si llega a acercarse a ti vas a dispararle -sus ojos reflejaban miedo-, y por lo que más quieras no bajes del auto.

-Elizabeth...

No tuve tiempo de decirle nada, ella ya estaba fuera del auto, acercándose a él. Elliot tenía esa sonrisa macabra dibujada en su rostro. Recordé aquella vez que se presentó como un hombre de negocios en mi empresa, no quedaba ni rastro de ese hombre. Su cabello estaba largo, su barba era notable al igual que sus ojeras. El tipo estaba demacrado.

-Elizabeth, mi amor, tanto tiempo sin verte -se acercó más a ella-. ¿Cuánto ha pasado? ¿Unos tres meses, quizás?

-¿Qué haces aquí?

-¿No es obvio? Vine por ti.

-Eres un idiota, podías haber escapado con todo tu dinero.

-Claro que sí querida, pero el dinero no lo es todo -su semblante cambió, estaba serio-. Es por eso que vine aquí, solo por ti.

-No iré a ningún lado contigo, no otra vez.

-Lo sé, estoy consciente de que si te llevo conmigo me traicionarás otra vez, pero le voy a poner solución a ese problema.

De su espalda sacó una pistola para apuntar hacia ella. Esa simple imagen me recordó el momento de la explosión de la bodega, era el mismo sentimiento, el mismo miedo a perderla. Nuevamente ese frío subió por mi columna, erizando cada vello de mi cuerpo.

-¡Elizabeth!

Bajé inmediatamente del auto con el arma en mi mano y me acerqué a ella, no permitiría que le hicieran daño de nuevo. No dejaría que me quitaran nuevamente a mi mujer.

-Señor Steele, ¡qué placer verlo! Supongo que me recuerda -continuó apuntando a ella-.

-Te dije que no salieras -me susurró Elizabeth-.

-Ya que él está presente, los planes cambian -ahora apuntaba el arma hacia mí-. Voy a matarlo frente a tus ojos.

-Tus problemas son conmigo -se colocó frente a mí-.

-Claro que sí cariño, pero su muerte te dolerá tanto que me rogarás que te dispare y para suerte de todos tenemos suficiente munición. Así tu novio no te verá morir, tú no tendrás que sufrir por su muerte y yo no iré a la cárcel, ¿todos felices, cierto?

Elizabeth trató de acercarse a él pero la retuvé sosteniendo su mano. Era simple, si realmente eran mis últimos momentos, si moriría a manos de ese loco, todo lo que quería era pasar con ella, a su lado. Ella me observó, con sus ojos acumulados de lágrimas y llenos de miedo, aferrando su mano a la mía, para luego regresar la vista a él.

-¿Por qué haces esto? -habló ella-.

-Quiero que sufras Elizabeth. Mi intención nunca fue mala contigo, ¡tú me obligaste a hacer esto!

-Deja el arma, podemos hablar -él rió-.

-Ya es muy tarde para eso.

De repente se escucharon las sirenas de la policía. Finalmente estaban aquí. Inmediatamente, Elizabeth tomó el arma de mi mano y disparó contra Elliot. Se escuchó dos veces el mismo ruido y él cayó con la bala en su pierna, soltando el revólver.

-Elizabeth -me paré frente a ella-, ¿estás bien?

-No -susurró-.

Soltó el arma y su cuerpo se tambaleó. La tomé en mis brazos antes de que pudiera caer. Colocó su mano en su costado, allí lo descubrí. Una de las balas la había recibido Elliot, y la otra Elizabeth.

Nota del autor: quien diría que ha estas alturas aparecería Elliot 😱 Creo que la actitud de Tony cambiará radicalmente después de esto ¿que creen ustedes? Esto es mejor que un ataque de celos 😏

PD: me encanta leer sus comentarios (excepto los de actualiza😒), me hacen reír mucho 😂👌

❤️❄️

Corazón Recargado (CA #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora