13. Ella te hizo daño

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Me observaba atentamente, sin ninguna preocupación por su cuerpo descubierto.

-¿Qué es lo quieres Elizabeth? ¿Quieres que me acueste contigo?

-Yo sólo quería pasar una agradable noche, tú empezaste todo.

Con una sonrisa en mi rostro, dejé mi camisa en el sofá.

-Tú iniciaste, en la oficina ¿recuerdas?

-¿Acaso pusiste resistencia?

No, últimamente su tacto era necesario para mí.

-Gané la apuesta, y yo no fui quien intentó algo.

-Está bien, me quedaré -le dije resignado, suspiré-. Necesitaré ropa.

Me sonrió ampliamente.

-Siempre puedes usar la ropa de Alex.

Pasó de mí, tomó su camisa y entró a una de las habitaciones. Bufé mientras me sentaba en aquel taburete. ¿Qué debía hacer? Controlar mis instintos era lo primero, ella tenía razón, yo había iniciado y si no hubiera sido por aquellos estúpidos sentimientos habría terminado ese arrebato.

Salió, con su camisa encima sin abrochar, y me entregó unas cuantas prendas de ropa. Entré al baño y una vez que el agua logró apaciguar el calor dentro de mí salí con el pantalón de pijama viejo de Alex. Ese tipo tenía mucha vagancia de comprar ropa o prefería la comodidad de lo viejo. Bueno, realmente todos tenemos esa prenda vieja que preferimos ante todo porque al parecer es la más cómoda. Elizabeth estaba sentada en el sofá, había cambiado su ropa y estaba comiendo mientras veía la televisión.

-La cena está lista -me dijo sin dejar de observar el canal-.

Dejé mi ropa tirada en alguna parte del suelo y me senté a su lado. En la mesa había un plato frente a mí con un par de sándwiches. Tomé uno mientras la mujer a mi lado me observaba nuevamente con una sonrisa en los labios.

-¿Qué? -le pregunté mientras masticaba-.

-Tu cuello.

-¿Te divierte acaso lo que hiciste?

-Me gusta lo que hice.

Repentinamente se acercó a mí, directamente a las marcas de sus besos. Sus labios estaban a unos pocos centímetros de mi cuello, sin rozar nada pero sentía claramente su aliento. ¿No acabábamos ya de pasar por una situación así? Sonrió.

-Alguna vez me tomaste entre tus brazos y me susurraste que te pertenecía mientras recorrías mi cuerpo, lo recuerdo bien. Me dijiste lo mismo con el anillo y no he dejado de usarlo desde que me lo diste.

-Puedes hacerlo ahora -la interrumpí-, no eres nada para mí.

-Claro que no, este anillo me ata a ti, nunca lo dejaría. Y estas marcas -pasó su dedo por mi cuello, provocando que mi piel se erizara- reclaman lo que es mío, lo que me pertenece.

Me separé de ella para poder observarla.

-No soy de nadie, mucho menos de ti. Ya te lo dije antes, no te amo.

-Creeré eso el día en que dejes de besarme como lo hiciste hace tan sólo un momento.

Regresó a su posición y continuó viendo la televisión.

***

Con la misma ropa del día anterior me senté en la barra para revisar mi celular. Pero mi vista no se apartó de Elizabeth y su destreza en la cocina, tenía su mangas arriba, podía percibir el exquisito olor de su comida y se movía al ritmo de algo que ella estaba cantando.

En unos instantes el desayuno estaba frente a mí y no dudé en tomarlo. Cerré los ojos en cuanto lo ingerí para degustarlo, estaba tan delicioso como olía. Hacía mucho que no comía así, un desayuno hecho en casa. Al abrir mis ojos encontré a Elizabeth frente a mí, sonriendo con una taza cerca de sus labios.

-¿Está bueno?

-Con hambre todo es bueno.

En cuanto terminamos el desayuno, partimos hacia mi casa pues tenía que cambiar mi ropa y por supuesto vigilar a Friday. Al llegar a la sala encontré a Allison en el sofá con su celular en el oído. Cuando cerré la puerta, ella lo escuchó e inmediatamente se levantó para acercarse a mí.

-Tony -me rodeó con sus brazos-. ¿Dónde estabas?

-Yo... -me zafé de ella para sentarme en el sofá, buscando alguna buena explicación-.

-No necesitas mentirme -susurró-.

Friday llegó hasta mis pies y se echó allí. Allison se sentó junto a mí, observando el suelo. Pensaba encontrarla enojada, pero su aspecto era otro, igual a aquella vez en la oficina. La veía lastimada, y eso me dolía.

-Allison, no pienses mal, no pasó nada.

Eso no es cierto, estuvo a punto de que pasara de todo pero ¿qué podía hacer además de mentirle?

-Tony, tú aún tienes sentimientos por ella.

-No -intervine-, claro que no.

-No te lo estoy preguntando, lo sé. Pero aún no entiendo como es que sientes algo por ella después de lo que te hizo.

Guardé silencio. Aunque me costaba aceptarlo sí sentía que algo había cambiado entre nosotros, quizás aquella tarde en la oficina al confirmar que Elizabeth tenía un efecto en mí. Ya no la odiaba, después de todo ella me había contado sus vivencias y ahora podía decir realmente que no solamente yo la pasé mal. Pero el dolor seguía conmigo, y de eso sí la hacía culpable. Alguna vez lo dije, ese sentimiento es algo que no se borra así nomás.

Se movió de su lugar para sentarse sobre una de mis piernas y pasó sus manos por mi rostro mientras me observaba atentamente.

-Déjala atrás Tony, ella te hizo daño y lo volverá a hacer, ¿quieres eso?

Su mano bajó hasta mi cuello y posó su vista en aquellas marcas que esta vez no pude ocultar. No, definitivamente no quería pasar por el mismo dolor.

-Mírame a mí solamente, yo puedo hacer que la olvides.

-Ella trabaja conmigo -contradije-.

-Es tu guardaespaldas, no tu amante. No le permitas más -señaló los chupetones-.

¿Yo se lo permitía? Pero claro que lo hacía, debía frenar aquellos momentos en que la pasión se desataba. Sin embargo era algo que no podía hacer, simplemente porque yo necesitaba de la calidez de su tacto.

-Tengo que ir a la oficina -Allison se levantó -, ¿vienes conmigo?

-No -me levanté después-, debo hacer algo más.

Tomó sus papeles y el celular que había dejado en la mesa, para después salir. Por otro lado, a mis pies, Friday descansaba tranquilamente ajeno a los conflictos de su dueño. Caminé alrededor de la sala por un momento. No quería lastimar a Allison, era mi amiga, nunca le desearía ningún mal. Pero no podía amarla tampoco y no porque no se lo mereciera, sino que ya no podía hacerlo. El amor era algo doloroso. Amé tanto a una mujer que cuando se fue me dejó hecho pedazos. Ni siquiera la muerte de mi madre me había golpeado tanto como la despedida de Elizabeth.

Salí hacia el garaje donde Elizabeth esperaba pacientemente.

-¿A dónde lo llevo, Señor Steele?

-A un bar.

Nota del autor: No me maten, pero a veces creo que Allison no es tan mala, ella sólo quiere a Tony (como muchas que leen esto 😏🔥). Los comentarios se los dejo a ustedes 😊

❤️❄️

Corazón Recargado (CA #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora