Capítulo 5.

35.1K 2.5K 544
                                    


Maya.

Evan se acerca aún más peligrosamente y me quedo estática, sin saber bien qué hacer, si detenerlo o como he decidido hace segundos, olvidar, intentarlo de esta manera. Eso no sería muy Maya, pero estoy harta de extrañar.

—Maya —me llaman casi como un grito, por la música tan alta. Ese no es el problema; el problema es que en cuanto el sonido de esa voz ha llegado a mí he dejado de respirar, mi corazón late desbordado y mi cerebro no está funcionando, porque no me giro, no lo busco, no me muevo, ni siquiera estoy parpadeando.

Es él, es Adam.

—¿Lo conoces? —me habla Evan.

—Sí, me conoce y bastante —responde Adam un poco alterado—. ¿Tú quién eres? —le lanza la pregunta.

—Disculpa colega pero no me parece que te conozca.

—¿Ah no? —ironiza, toma con suavidad mi brazo y creo que estoy temblando—. ¿Hobbit? —me lanza una bala—. No tiembles, soy yo... Adam —dice demasiado cerca de mí.

—Amigo, ¿por qué no te largas? La estás asustando.

—¿Y por qué no te largas tú? —vocifera.

—Lo conozco —aclaro antes de que la discusión continúe, pero no lo veo, no puedo. Intento caminar en dirección contraria y Adam no me lo permite, me toma con más fuerza del brazo y me obliga a girar.

Me tenso de pies a cabeza, mis dientes castañean, mis labios están entreabiertos y creo que estoy sudando. Abro los ojos tanto como puedo y si antes me había costado respirar ahora el aire no entra a mis pulmones de ninguna forma. El corazón se detiene por un microsegundo frente a esos ojos que antes, me hacían perder la razón.

Adam, la bestia, en persona. Su cabello sigue conservando el mismo corte y sus ojos oscuros me acribillan, no sé si asustados, sorprendidos, enojados. Adam White está aquí, el hombre que amé locamente está justo frente a mí y no recuerdo cómo hablar.

—Adam —musito y con la música y el ruido de las personas es probable que no me escuche.

—Hola —es su respuesta. ¿Hola? ¿Después de todo lo que expresó la última vez que peleamos me dice "hola"?

—Suéltame —le pido, su agarre está iniciando a lastimarme, aun así su tacto quema de una forma placentera y trato de no prestarle atención. Me sigue mirando como si estuviera debatiendo qué hacer o qué decir. De pronto su mirada se dulcifica. No puedo con tanto. Las lágrimas se acumulan en mis ojos—. Suéltame.

—No —responde tajante—. Quiero hablar contigo, necesito hablar contigo —sus palabras son como bombas explotando en mi interior. ¿Quiere hablar conmigo? ¡Qué demonios está pasando! ¿Cómo es posible que hayamos coincidido en el mismo lugar?

—Suéltame, por favor —repito. Becca y Julia miran la escena desde la mesa y al parecer Becca tarda en reconocer a Adam, cuando lo hace se pone de pie con la boca abierta.

—Será mejor que la sueltes —le exige Evan y Adam lo hace al ver mi rostro suplicante, no porque él se lo haya pedido. Voltea hacia él y conozco esa mirada, ese rostro amenazante. Está perdiendo la paciencia.

—Escucha, Maya y yo vamos a hablar y será una conversación demasiado larga, así que no me provoques y lárgate —le advierte entre dientes

Presa del pánico me pongo en medio de los dos. No puede estar pasando esto. Ni siquiera termino de creer que Adam esté aquí. Niego con mi cabeza intentando que se tranquilice. Pero su particular ceño fruncido y sus venas a punto de explotar me gritan que esto está iniciando. No tengo idea de cómo esté, si ha avanzado, si su padecimiento ha empeorado o ha mejorado.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora