Capítulo 22.

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ADAM

—¿Qué haces aquí Evan? —escucho decir a Maya tan bajo que si no hubiera estado mirando fijamente su rostro, no habría entendido que Evan está del otro lado de la puerta.

¡Maldita sea!

El hecho de que esté aquí, en nuestra casa, cuando recién nos mudamos me deja aún más claro que algo no termina de calzar con ese tipo, no es solo su gusto por Maya, el cual es evidente y solo ella no se termina de enterar, hay más, lo sé, lo siento.

A menos que, ella le haya dado la información.

—He venido a disculparme —contesta.

Maya mira con disimulo hacia mí y aunque siga convaleciente no voy a quedarme sentado escuchando su conversación. No lo quiero cerca de ella, su presencia me pone tenso. Tomo las muletas y me pongo de pie.

—Es mejor que te marches, Evan. Te dije que hablaríamos mañana.

¿Hablar mañana? ¡Qué demonios! Llego hasta ella y me ubico a su lado, sus labios se vuelven un delgada línea y Evan no se ve nada contento.

—Maya no puede hablar contigo ni ahora, ni mañana, ni nunca y ahora te pido que te marches.

—Solo he venido a disculparme. Maya y yo tuvimos un problema.

—Si, sé perfectamente qué tipo de problema. Lárgate.

—Adam —interviene Maya.

Cada vez que veo a Evan, siento que me recuerda algo o a alguien, pero no logro ubicar a la persona o a la situación en mi cabeza. Al principio creí que se trataban de celos estúpidos como Maya los llama y no es así. No estoy loco, este tipo transmite muchas cosas que no logro descifrar y no voy a permitir que siga rondando a Maya.

—¿No me oíste?

—No pienso irme hasta hablar con ella, no he venido a buscarte a ti, deberías irte a tomar tus pastillas para controlar tu puta enfermedad y darle un poco de espacio.

Es como si me han dado un puñetazo en el centro de la cara, ¿cómo carajos sabe del TEI? Maya empieza a negar con su cabeza mirándome, pero yo me siento increíblemente traicionado. No es que me avergüence, es lo que tengo, forma parte de mí y las personas que de verdad quieran permanecer a mi lado tienen que saberlo, el problema es, joder, que Evan no entra en esa maldita lista.

—Yo no... cómo es que... Vete Evan —tartamudea ella.

—¿Nos vemos mañana? —pregunta dirigiéndose exclusivamente a Maya y la sangre me hierve. ¿No entiende español? Maya niega con su cabeza una vez más.

—¡¿Qué parte no entiendes?! —le grito—. Te vuelves a acercar a ella y voy a partirte la cara.

En cuanto termino la oración su ceño se junta y una risa extraña sale de su garganta. Algo ha cambiado en él de un momento a otro.

—¿Me darás una paliza? —Me mira de pies a cabeza y sigue riéndose—. No puedes ni moverte, amigo. Sí te has visto en un espejo, ¿cierto? ¿Me siento a esperar cómo me partes la cara, o mejor aún a que me mates porque no puedes controlarte?

—¿Pero de dónde has sacado todo eso, Evan? —la voz de Maya es casi inaudible. Yo ya no puedo ni verla.

Sin pensarlo dos veces, dejo caer las muletas al suelo y me abalanzo sobre él. Su cabeza impacta en la pared del apartamento de enfrente y sigue riéndose como si todo se tratara de una jodida broma. ¿Qué demonios le sucede?

—Así como estoy puedo hacer que te arrepientas de haber nacido —gruño.

—Veremos quién se arrepiente Adam White. —Me mira fijamente a los ojos.

¿Cómo volver a ti? Where stories live. Discover now