Capítulo 36.

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Maya.

Quisiera contar que después de aquel día, recibimos una buena noticia, o en los siguientes, que finalmente despertó, que todo ha salido bien, que nuestras vidas volvieron a la normalidad y que somos felices, que logramos después de toda esta experiencia hacer que lo nuestro funcionara. Pero, nada de eso es cierto.

No es cierto, porque Maya no ha dado indicios de mejoría, tampoco de escucharnos, de nada. Los primeros seis meses fueron terribles, la presión en mi pecho era casi insoportable, yo sentía que también me moría, como ella, que estaba y no estaba, que vivía solo por vivir, por respirar. Los siguientes seis meses me hundí en una oscuridad de la que mi hobbit se sentiría inmensamente desesperada.

Dejé de ir al doctor, también abandoné mis medicamentos, empecé a pelear en las calles, pero no solo en peleas clandestinas, también con el primero que me quedase viendo mal. Ya no podía, ya no me soportaba ni a mí mismo, mi niña no volvía a mí y parecía que no volvería jamás.

Hoy, son dos años. La vida ha sido tremendamente difícil. Todo se ha convertido en una rutina aburrida y sin sentido para mí. Me he cansado de todo, hasta de pelear. Solo hay algo de lo que aún no me canso, y es de esperar. Sé que muchas personas ya perdieron la esperanza. Tratan de hacerme entender casi a diario que Maya no despertará.

Trato de despertar cada mañana con optimismo, me gusta creer que al llegar al hospital me darán la noticia que tanto anhelo. Uno de tantos días, Maya movió ligeramente sus dedos y me gustó pensar que aquel leve movimiento lo había provocado mi voz. Pero, los doctores insistían en que los pacientes en el estado de Maya, no sentían nada, no escuchaban nada, no pensaban nada, porque en realidad estaban muertos en vida.

El término: "muertos en vida" es doloroso. Sigue doliendo verla así, en esa cama. Extraño su voz, su mirada, su sonrisa, sus caricias, su presencia. No me importaría discutir con ella, cada día, si eso me permitiera oírla. A veces le ruego que haga algo, que vuelva a moverse, que algún sonido salga de su garganta.

Nada sucede y una pequeña parte de mí, también empieza a creer que eso no pasará nunca. Trato de luchar contra esos pensamientos, porque me pienso gastar hasta el último centavo en mantenerla con nosotros.

Todos hemos tratado de seguir con nuestras vidas, o más bien, adecuarlas para poder estar con ella el mayor tiempo posible. Su madre, a pesar de que me ofrecí a ayudarla económicamente para que se trasladara a Connecticut con su hijos, no ha accedido, así que ha tenido que viajar cada vez que puede.

Si me lo preguntan, hace un buen tiempo que Mery y yo no estamos de acuerdo en nada. Es decir, nunca lo hemos estado, pero los primeros meses que Maya pasó en coma, parecía florecer algún tipo de relación entre ella y yo.

Sobre todo cuando Andrew apareció exigiendo ver a su hija, sé que la nobleza de Maya hubiera interferido y lo habría dejado hablar con ella. Mery y yo prácticamente lo echamos del hospital. Después de vender la sangre para su hija, ¿cómo se atrevía a exigir algo? Esa fue la última vez que esa mujer y yo compartimos opiniones.

No me malinterpreten, no es que la odie, es que odio su negatividad respecto a Maya, hace un buen tiempo que insinúa que su hija no despertará y escucharla decir eso, cuando es su madre, rompe mi corazón cada vez más fuerte y dolorosamente.

Sé que intenta prepararse, sé que trata de amortiguar el golpe final, las palabras que tarde o temprano saldrán del doctor de cabecera de Maya. Lo que todos murmuran y nadie se atreve a decir en voz alta, solo ella, solo Mery y por eso es por lo que nuestra relación ha fracasado.

—¿Aún no has entrado? —me pregunta Julia.

Viene todos los días y se lo agradezco, no quiero que Maya sienta que la abandonamos. Después de todo, Mery solo viene a verla una vez por semana, tampoco entiendo su orgullo. ¿Qué hay de malo en dejarse ayudar? No es como si un día me vaya a despertar y cobrarle todo. Me cuesta un mundo que me permita pagar los pasajes de avión, ahora entiendo por qué Maya es tan necia. Lo ha heredado de su madre.

¿Cómo volver a ti? Où les histoires vivent. Découvrez maintenant