Capítulo 26.

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Maya.

Hoy no había sido un buen día, definitivamente, sobre todo cuando al salir de casa recibí una llamada de mi madre, pensé que era buena idea soltarle una de las bombas que tengo para ella. Le he confesado que he retomado mi relación con Adam y no le ha gustado nada, hasta me ha dicho que soy una tonta de primera.

Después he recibido otra llamada, de Samantha, me ha pedido que nos reuniéramos otra vez para finiquitar los últimos detalles y comunicarme que los Lambert forman parte de los invitados, siendo honesta ha sido muy amable en pedirme mi opinión y esperar a que yo dijese si estaba de acuerdo o no con invitarlos, pero ha insistido tanto en hacerlo que he terminado cediendo.

Al volver a casa solo esperaba que no se convirtiera en un campo de batalla o explotaría, y gracias al cielo mi chico y yo ahora estamos haciendo el amor.

Entierro mis uñas en su espalda cuando mi cuerpo pega en la pared con cada una de sus estocadas y su miembro entra con mayor rapidez, siento que voy a caerme, las piernas me tiemblan. Baja su cabeza y atrapa uno de mis pezones con su boca, lo muerde un poco y echo la cabeza hacia atrás y digo su nombre una y otra vez. Adam me volverá loca uno de estos días.

—No te vengas todavía —me pide y ni siquiera puedo contestar, son jadeos los que salen de mi boca y no palabras.

—Adam... —gimo y su boca toma mi otro pezón y pasa su lengua haciendo círculos—. Adam... no... puedo... carajo —chillo.

Me tumba sobre la cama y cuando creo que no puede hacer otra locura en sus condiciones, logra arrodillarse de alguna forma. ¡Va a lastimarse! Abre mis piernas y su rostro se pierde en mi entrepierna y gemidos que nunca habían salido de mi boca, salen con desesperación en el momento que su lengua entra y sale de mi interior y su pulgar e índice acarician la parte más punzante y creo que voy a morirme.

Siento cómo el líquido recorre mi interior hasta salir, exactamente a su boca. Se recuesta sobre mí y me sonríe.

Yo me llevo ambas manos a la cara y cubro mi rostro. ¿Qué acaba de hacer? Su risa ronca me pone más colorada y acalorada. Me aparta las manos y besa mi mejilla.

—No te apenes por favor —me pide.

—Sigue siendo nuevo para mí —susurro.

—¿Te ha gustado? Estás tan roja, hobbit. No es la primera vez que sucede.

—Sí —musito.

—Pues ahora a comer, señorita.

—Dame un segundo —le pido.

Asiente y se viste rápidamente. Me miro en el espejo aún afectada y me pongo un pijama. Salgo y lo encuentro en la mesa. Lo ayudo a servir todo y me asombro cuando saca una botella de vino de la nevera. ¿Dónde ha estado todo este tiempo? No la había visto.

—El mismo que probaste y te puso algo loca en tu cumpleaños —aclara.

—¿Celebramos algo?

—Yo siempre celebro tenerte conmigo, no tiene que ser un día especial.

—¿Me perdonas por todas mis tontas decisiones? —Me apoyo con los codos en la mesa.

—No tengo nada que perdonarte. Solo sé un poco más precavida. —Sirve el vino y asiento—. En tu cumpleaños, me retaste, ¿lo recuerdas? ¿Qué te hizo pensar que ibas a resistirte a todo esto? —Señala su cuerpo y me ataco a reír.

—Sigues siendo muy engreído. Yo era un ser inocente y tú me has pervertido.

—¿Tienes alguna queja?

¿Cómo volver a ti? Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin