Capítulo 29.

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Adam.

Me alejo de la puerta y salgo del apartamento en contra de mi voluntad. Nada va a solucionarse ahora. Estoy jodido, primero lo de Miranda y ahora Jennifer.

Hasta hace unas horas no podía creerme lo increíble que era mi vida, tenía a la chica de la que no me pensaba separar jamás a mi lado, una reconciliación parcial y prometedora con mi madre y a mi familia reunida celebrando, por ridículo que suene, mi cumpleaños atrasado.

Ahora todo es tan confuso.

Tuve intenciones de tirar la puerta y hacer uno de mis acostumbrados espectáculos. No lo hice porque la estoy perdiendo, estoy perdiendo a mi saltamontes y no hay cosa más dolorosa que esa. Todo se ha arruinado, ni siquiera hemos podido respirar, se nos ha juntado todo y lo que es peor, ella ignora que podríamos estar en peligro.

Evan Midman, es el principal sospechoso de haber provocado mi accidente y ella se ha quedado sola en el apartamento que él tiene muy bien ubicado. Les he pedido a todos los de seguridad que se queden cuidando el edificio. A mí puede pasarme cualquier cosa, pero a ella no.

Conduzco hasta casa de mis padres y me encierro en el estudio de papá, saco una botella de Whisky y me tomo tres tragos en menos de un minuto. Quiero hacer pedazos toda la jodida casa. Me ha costado un mundo dejarla sola, tengo que obligarme a quedarme aquí y no ir nuevamente al apartamento y suplicar por su perdón.

Me duele pensar en cómo está ella; creyendo que la he engañado con Jennifer. ¡Eso no fue un beso!

Me dejo caer en el sillón y me olvido de modales y etiquetas, no sirvo más Whisky en el vaso y lo bebo directamente de la botella. Con cada trago me lleno de más ganas de salir corriendo hacia ella. ¡Demonios! A veces siento que lo que ha crecido dentro de mí por ella, es incluso, preocupante. Pasar una noche sin Maya a mi lado representa todo lo que no quiero en la vida.

—Hijo —la voz de mi padre hace que deje la botella en el suelo—. Tu madre me dijo que te habías encerrado aquí. ¿Te sientes bien?

En el estado que estoy es muy gracioso oír a mi padre preguntándome si me siento bien. Cuántas veces deseé que me hicieran esa pregunta cuando era adolescente, cuántas veces necesité de unos padres preocupados, dispuestos a ayudarte hasta en lo más mínimo, ahora mamá nota que me encierro y envía a mi padre a hablar conmigo.

¿Saben cuántas veces me encerraba en mi habitación por días porque me creía un jodido monstruo y nadie aparecía? Cientos de veces, por supuesto que no estoy bien. La única persona que se interesó en mí, en mis problemas y cree que soy un buen tipo, está sola en nuestro apartamento creyendo que le he sido infiel, después de ser humillada por algo que hice con las mejores intenciones. ¿Cómo podría estar bien?

—Quiero estar solo.

—Emborracharte no soluciona nada.

—Ya lo sé, pero es lo que me queda —acepto.

—Samantha no tuvo nada que ver con lo que pasó hoy. Fue lamentable, pero tu madre no hizo nada para que eso sucediera.

Eso lo dice porque después de que Maya se marchó de la casa, tuve un pequeño momento de descontrol y la acusé de lo que había sucedido. Ya lo había hecho una vez, le hizo creer a Maya que la quería conocer y terminó armando un plan con Miranda y Alba, ahora las cosas no parecen muy diferentes.

—Pues no deberías creerle. Mamá está tan llena de prejuicios que es capaz de atacar a una chica que no ha hecho otra cosa más que ayudar a su hijo.

—Conozco a mi esposa, no está involucrada. El tiempo que pasó con Maya mientras planeaban todo esto, la hizo darse cuenta de que había estado equivocada.

¿Cómo volver a ti? Where stories live. Discover now