Capítulo Trece: Hideo Taiki.

623 94 84
                                    

—Erika, vamos, levanta la cabeza. Si Conchi te ve así pensará que estás durmiendo y te llevarás un buen sermón—la voz de Keira retumba en mis oídos sin dejarme tranquila por un segundo.

No puedo, no puedo...Simplemente no soy capaz.

Si mi cabeza se levanta de la mesa...Veré a las personas de mi clase, por lo tanto, ellos me verán también. Evan incluido.

No quiero, no sé cómo hablarle después de lo ocurrido.

¡No sé qué decirle!

—¿Habéis visto los memes de Trivago?Me han hecho mucha gracia, la verdad—Kaya cambia el tema de conversación, como siempre.

Decido no responder, aunque suelto una risilla al recordar tal anuncio y los graciosos memes que hace la gente de ello.

—¿Tienes tanto sueño?¿Qué anime fue esta vez?Si no es InuYasha no lo entiendo—Lucy me habla seguidamente, volviendo al tema inicial.

Me extraña que no se hayan dado cuenta de lo que me pasa realmente, pero no me apetece mucho contárselo, la verdad.

Soy idiota.

¿Qué fue eso de "Me enamoraré de ti"?

¡Nadie dice eso a alguien cuando se confiesa!

—¿No quedaría mejor decir One Piece en ese caso, Lucy?—le pregunta la voz de Kaya a la rubia.

—¡Pero qué dices!Eso es técnicamente imposible. Ni siquiera yo puedo hacerlo—responde Keira, incrédula.

Esta chica y su pequeño ego no cambiará nunca.

—Ya, claro...—contestan las otras dos, sarcásticas.

Además, dentro de tres días es el examen de Naturales¡Y todavía no he estudiado nada de nada!

No sé qué haré...Debo esforzarme estudiando por una vez en mi vida.

Tengo que lograr sacar más de un ocho.

Un olor característico inunda mis fosas nasales de repente.

No, no os equivoquéis, no es Evan.

Creo que alguien no se ha duchado en mucho tiempo, que asco, por Dios...

Levanto la mirada para ver que semejante guarro puede emitir ese olor.

Theo. El amigovio de Lía.

Recordatorio número trescientos de Erika: Decirle a Lía que cuando salga con ese chaval, muy amablemente le pida que se duche.

No quiero que la nariz de mi amiga sea infestada por ese insípido olor.

Bien, menos mal, ya se ha ido a su sitio.

Vaya, eso ha sido un cambio de pensamientos muy rápido por mi parte.

—Hey—la voz de Evan me sobresalta.

¿¡En serio, vida?!¡¡Un segundo, un maldito segundo que levanto la cabeza y aparece el rey de Roma!!

¡No puede ser!

Ah, ahí vuelven mis queridos amigos los nervios. Nunca encontraré otros más leales que ellos.

¡Uf, mi cara ya está caliente!

—E-eh...Tú...Mi...Cha-chaqueta...¡Ah, bueno, digo!...Ho-hola, pri-primero de todo—y me río estúpidamente después de decir tal bobada.

¡¿Cómo rayos debería hablarle?!¡Mi mente está completamente en blanco!

—Ah, la chaqueta. Está en mi maleta—responde, con total normalidad, por mí admirada. Extrae de su mochila la prenda de ropa y me la entrega.

En un impulso, la olfateo. Huele muy bien.

¡Yo no soy Yato!Where stories live. Discover now