Capítulo Diecisiete: Su sonrisa

474 87 56
                                    

Ha pasado una semana desde que aquello pasó con Evan. Mañana es sábado.

Me he acostumbrado a no hablar con él, no sé cómo. Con el tiempo, mis pensamientos referentes a él están desapareciendo. Eso extrañamente no me gusta.

Aún así sigue sentado al lado mío en clase, lo observo a veces. Sus ojos siguen tan azules como siempre.

Su hermano se trasladó al día siguiente, como el propio Evan dijo, pero está en otra clase, tampoco he hablado mucho con él.

He estado triste últimamente, mis amigas quieren matar a Evan ahora mismo por estropearles "el shipp".

Ahora mismo estoy sentada en mi pupitre, esperando a que empiece la clase.

Él entra por la puerta de clase. Lleva una gorra puesta, como siempre desde el día en que decidió no hablarme más. Ni siquiera me mira.

Ah, realmente no me gusta estar así con él. Me gustaría saber porqué está haciendo esto.

Se sienta a mi lado, pero es como si no fuera así. Estoy molesta por ello. Noto la mirada preocupada de mis amigas a mis espaldas, como siempre que él llega.

Ellas son tan buenas conmigo...Me siento mal por hacerlas preocuparse.

Quiero hablar con él, pero eso no solucionará nada.

Lucio entra por la puerta, y saluda a la clase. Todos o casi todos respondemos. Toca hora de tutor.

Osea que, básicamente, no haremos nada, por lo que agradezco a quién haya puesto este horario inmensamente, no tengo ganas de hacer clase ahora mismo, a primera hora.

—Voy a cambiar algunos sitios—anuncia Lucio—¿Alguien no está cómodo con su sitio?Que diga las razones, también. Y que sean razonables, por favor, no me vale que desde ahí pueden pillarte fácilmente jugando a Clash Royale¿De acuerdo?

Hay un tiempo largo de solo murmullos.

Miro al chico a mi lado, quien solo dirige sus ojos al vacío. No parece estar triste, ni enfadado ni nada.

¿No te cambiarás de sitio...Verdad?

Vuelvo la cabeza hacia mi mesa, sumiéndome en mis pensamientos de nuevo.

¿Cómo han cambiado las cosas tan rápido?

Solo entonces, una persona levanta la mano, y es quien más temía que fuera.

Oh, rayos...

Miro fijamente a la mesa de nuevo, sin saber que hacer. Mi mente está en blanco.

—¿Evan?¿Por qué quieres cambiarte de sitio?—pregunta el profesor.

Me atrevo a levantar la mirada, y me sorprendo al encontrarme con sus ojos. Puedo asegurar que los míos han brillado un instante. Él me ha mirado, solo por un segundo. Y me ha dado un sentimiento frío, como la primera vez que lo vi, pero puedo ver tristeza también.

Ah...No quiero que se vaya. Y tampoco quiero saber sus razones para hacerlo. Me siento tan estúpida por sentirme mal.

Yo no he hecho nada...¿O sí?

—En este sitio es difícil concentrarse para mí—responde, observando al profesor, quien arquea una ceja, sin acabar de tomarlo por válido.

No comprendo sus palabras, tampoco.

Está en la fila de delante del todo, es el mejor sitio para prestar atención.

—No tiene sentido, Evan. Estás en la posición que más afavorece a la concentración. Explícate mejor—contesta con aplomo Lucio.

¡Yo no soy Yato!Where stories live. Discover now