Capítulo 37

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Rick Grimes;

—  Estás loco si crees que me quedaré aquí con los brazos cruzados mientras quién sabe qué le estará haciendo a Daryl ese hijo de... — Gruñí frustrado y dejé caer mi cabeza sobre la almohada.

— Tienes un disparo en el hombro, Rick. Necesitas recuperarte. No estamos listos para un enfrentamiento contra Negan. Entiendo que sientas le necesidad de salvarlo, pero ellos nos vencen en números — Jesús intentó calmarme.

Tú no entiendes — Solté entre dientes y suspiré sintiendo un dolor agudo en la zona lastimada.

Era como un fuerte impulso que crecía lentamente en mi pecho y se incrementaba con cada segundo que pasaba sin moverme. Solo quería ir a buscarlo, con brazo o sin brazo, pero lo único que tenía era un agujero en el hombro y al mismísimo protector Jesús; el cuál se encargaba de hacerle honor a su particular nombre, a mi lado, escuchando mis constantes quejas.

- Créeme que te entiendo perfectamente, pero mírate - Bajé la mirada a mi débil cuerpo - Así no puedes matar ni a una mariposa - Negó levemente con la cabeza y sonrió.

Volteé los ojos sin dar respuestas. Tenía razón. Pero aún así, iré a buscarlo. Poco me importa si tengo que arrastrarme con un solo brazo para ir a rescatarlo. Después de todo, sé que esto es mi culpa. El que Daryl sufriese y fuese secuestrado es mi culpa. Todo es mi culpa, y lo repito, no me quedaré con los brazos cruzados. No volveré a cometer el mismo error. No esta vez.

- ¡Papá! - Carl entró a la habitación casi corriendo y vino hasta la cama donde estaba acostado.

- Estuve horas esperando a que despertaras. Hasta te movías extraño, como si estuvieras soñando - Hablaba rápidamente, dejándo rastros de felicidad en cada rasgo de su cara.

- Sí... ahora que lo recuerdo, tuve un largo sueño - Jesus nos observaba sonriente.

Mi hijo me miró por unos segundos y pude notar cómo sus ojos se llenaron de lágrimas

- Te extrañé - Repentinamente, se dejó caer sobre mi pecho, brindándome un cálido y reconfortante abrazo.

- Yo más, campeón - Sonreí y sacudí sus largos cabellos castaños, como siempre acostumbré a hacer.

Besé su cabeza y nos mantuvimos juntos, disfrutado de nuestra compañía por un rato hasta que se enderezó y rascó sus hinchados ojos.

Lo detallé con la mirada y suspiré al notar que mi pequeño Carl ya no era para nada pequeño. Ha crecido muchísimo desde que todo comezó. Ahora es todo un hombre. Supongo que estaba tan inmerso en este caos que no me di cuenta de los grandes cambios por los que pasaba mi hijo.

Y sí que es apuesto como su padre.

- Papá... - Miró al suelo.

- ¿Sí? -

- Tenemos que buscar a Daryl - Habló decidido y subió su mirada a mis ojos.

- Lo sé, Carl, y eso es exactamente lo que haremos - Sujeté su mano.

Suavemente me intentó levantar. Solté un quejido y apreté mis ojos para superar el dolor que sentía en el hombro hasta que lo logramos.

— P-pero Rick... - Fulminé a Jesus con la mirada y éste rodó los ojos con gracia - De tal palo tal astilla — Rascó el puente de su nariz y no tardó en cruzar los brazos con gracia.

Estando ya de pié miré hacia la resonante puerta para ver a Glenn acercándose con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos, cosa que me resultó extraña viniendo de un chico como él. Al igual que yo, los demás se cuestionaron internamente qué era lo que le preocupaba, o al menos eso decían sus caras de confusión.

Te necesito | RickylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora