Capitulo 4

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Por la mañana, Zoey era un estropajo. O así se sentía, porque su cabello estaba revuelto, pajoso y horrible; los pies le dolían y el maquillaje negro que debía estar en los ojos se había pegado a sus mejillas. Además, se sentía agotada; cansada como si hubiera montado a caballo. Sí, eso, montado a caballo.

Abrió los ojos y apretó el acolchado contra su pecho. No sería bueno que Jessica le preguntara por qué estaba desnuda debajo de las sábanas, no quería responder a eso. Pero, aunque esperaba estar como Dios la trajo al mundo, se descubrió a sí misma vestida con una camiseta fina y shorts con dibujos de

Giró el rostro hacia el costado, donde el conejo Zackary Collins tenía las rayas bordadas de los ojos bien estiradas.

—Me vestiste —susurró Zoey.

Él se encogió de hombros.

—¿Preferías que te dejara desnuda?

—No —contestó ella. Entonces, se dio cuenta de que no había ropa interior debajo del pijama. Miró a Zack por unos segundos más, antes de sentir que los glóbulos rojos se le agolpaban en los cachetes.

—¿Dormiste bien? —preguntó él, y ella asintió con la cabeza—. ¿Te duele? Anoche dijiste que te dolía un poco.

Zoey hizo una mueca. No se acordaba de eso hasta que él lo nombró. Apretó las piernas y muy en el fondo pudo sentir un leve ardor.

—Estaré bien.

—Sé que lo estarás —rio él.

Jessica hizo ruidos desde su cama, por lo que Zoey se volteó hacia ella, para vigilarla. Su amiga estaba mitad despierta, mitad dormida y, por un segundo, le aterró que haya podido oír a Zack.

—¿Qué hora es? —preguntó Jess, volviendo a cerrar los ojos.

—No sé —le respondió Zoey, quitándose el acolchado de encima—, pero hace calor.

Salió de la cama y fue directo al baño. Necesitaba una buena ducha. Se detuvo al verse en el espejo. Los labios de Zack habían dejado numerosas marcas. Necesitaría también una buena capa de maquillaje.

Después de asearse, Zoey se con cepillo en mano delante de la mesada del baño y raspó su piel con la esperanza de que las cerdas del cepillo dispersaran el hematoma. El método no funcionó, más bien se dejó la piel hecha un desastre.

Molesta, comenzó a ponerse capas de corrector de ojeras y base. Sabía que, sin importar lo que hiciera, Jessica lo notaría igual —y haría preguntas que ella no sabría responder— pero, al menos, tenía hasta el lunes para que el color se aclarase un poco. Que lo vieran sus compañeros sería incluso peor.

Zoey salió del baño con el cabello recogido en una coleta. Jessica estaba a medio levantarse, con las piernas fuera del colchón, pero la cara aún contra la almohada.

—Si quieres, puedes seguir durmiendo —le dijo Zoey—. Es sábado.

—¡No! —Jessica se giró hasta quedar boca abajo—. Tengo que salir.

—¿Salir? —Zack le dirigió una mirada confundida y ambos alzaron las cejas—. ¿De qué estás hablando?

—Quedé con James. Vamos a pasear y a comer chocolates.

Zoey dejó caer la mandíbula. Luego, esbozó una sonrisa. Saltó sobre el trasero de su amiga, aplastándola contra la cama.

—¿En serio? ¿Con James? ¡Wow! Y qué rico, chocolates. Me parece una de las mejores citas de las que he escuchado en mi vida —le dijo, con verdadera sinceridad.

El Alma [El dije #2] en FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora