Cap 8

109 14 1
                                    

-¡Ven a comer! -llamó Ross para que cenaran.

Laura sentada en el sillón se levantó de este y se sentó en la silla negra cubierta por una manta amarilla, como todas las demás.

Ross llegó tras ella con unos guantes rojos, un sombrero de chef en su cabeza, no pudo evitar reír.

En sus manos traía un pastel de papas, inconscientemente lo dejó en la mesa. Para Ross el olor que emanaba era delicioso, carne, verduras... ¿Qué podría ser mejor?

Laura también pudo olerlo. No lo soportó, comenzó a tener arcadas y hasta que pudo expulsar algo a la fuerza. Ross la ayudó, poco importándole lo sucio ahora que estaba el suelo de su casa. Caminó hacia ella, pero no alcanzó, cayó hacia su espalda; hacia atrás y sintió un golpe fuerte pero corto.

No podía ser peor, ¿qué había pasado? ¿no debía haber aspirado el aroma a papas? ¿la cebolla? Simplemente no lo sabía.

Nuevamente llamó a el hospital paramédico, literalmente golpeando el aparato que se trabó. Pero reaccionó a tiempo cuando una mujer contestó.

"¡Laura de nuevo!" Gritó. Se agachó junto a ella y puso su cabeza en sus piernas.

"¿Disculpe?"

"¡Laura! ¡Laura Marano! ¡La paciente que revivieron, está inconsciente, los necesitamos ya!"

"Vamos en camino" Dijo al chica. Sonaba irónicamente tranquila, no se podía comprender.

Ross no podía hacer nada, sólo pensar positivo, pero no podía evitar recordad a Courtney, cuando murió en su cama: claramente no quería que eso le pasara a Laura.

Las lágrimas no tardaron en caer por su rostro, fruncía el ceño intentando pensar cómo podía ayudar a la chica tendida en sus piernas. Se sentía inútil, imbécil, culpable. Pero por otro lado, su mente le decía que no debía sentirse así, que no es su culpa, pero no podía sentir eso viendo a Laura en ese estado.

Laura se iba poniendo cada vez más pálida, cada contacto con las manos de Ross era cada vez mas frío, su piel se ponía fría, sus labios resecos... ¿Se podía ver peor?

Hasta que llegaron los esperados paramédicos irrumpiendo en la casa. Se la llevaron nuevamente en la estúpida camilla que tanto odiaba, por no poder estar él en su lugar... Su cabeza estaba por explotar, sus ojos ya no tenían lágrimas para salir, sentía que ya no iba a tener a Laura a su lado...

Prácticamente el mundo se estaba acabando ante sus narices.

Caminaba hacia el vehículo cuando un  paramédico se detuvo, también hizo que Ross se detuviera.

-No puede venir con nosotros. -le dijo el joven chico vestido de celeste.

-Pero antes podía, ¿qué pasa? ¿por qué ahora no? .- Ross protestó. 

-Tenemos nuevas reglas, acaban de implementarlas y debemos hacer que se cumplan, lo sentimos señor Lynch. 

Ross asintió.

Finalmente, el joven se subió a la ambulancia y mientras el vehículo se ponía en marcha, Ross soltó una lágrima.

Tiró la puerta de golpe para que se cerrara de la misma, manera, pero no sintió el sonido que suena cuando cierras de golpe. Maia venía con galletas y bolsas de supermercado y bien sonriente. El impulso de la puerta de Ross hizo que las bolsas cayeran al suelo botando botellas de gaseosa, vasos plásticos, servilletas y papas fritas. Miró a Maia, quien corrió a abrazarlo, sabiendo que no estaba pasando un buen momento; lo abrazó sin ni si quiera saber qué pasaba, sólo lo hizo porque su corazón lo dijo.

-Ross, ¿qué pasa? Había traído papas, gaseosa y galletas para que compartiéramos -apuntó las bolsas y contenido en el suelo de la entrada-, veo que tu intención no es la misma que la mía. 

-No sabía que vendrías, debías haberme avisado antes. -habló como si estuviera enojado.

-Está bien, tienes razón. -dijo triste-. Bueno, ya vi tus intenciones así que no tengo nada más que hacer aquí.

-No te vayas. -suplicó tomando el brazo de Maia reteniéndola cuando iba a caminar hacia la salida-. No me dejes solo, no es momento de que me dejes...

-Déjame ir, ¿quieres?

Maia se zafó del fuerte agarre de la mano de Ross y se fue de la casa tomando todas las bolsas que estaban en el suelo, esparcidas.

Se fue sin ni siquiera despedirse, esto empeoró el día que acababa de comenzar. 

Te pasa por idiota. Primero, haces empeorar a Laura con un tonto y assqueroso pastel de papas. Ahora te andas de hombre rudo e ignoras a tu mejor amiga, te desconozco, Ross Lynch.  Pensó frustrado. 

Subió al segundo piso de su habitación y allí terminó la mañana y durmió por un rato. Se despertó por el ruidoso sonido de su teléfono.

Estaba en su velador. Lo tomó y contestó la llamada.

"¿Diga?"

"¿Señor Lynch?"

"¿Con quién estoy hablando?" Ross frunció el ceño.

"Soy el paramédico que se llevó a la señorita Marano"

Ross suspiró nervioso.

"Dime, ¿pasa algo con Laura?"

"Sólo quería avisarle de sus signos vitales. Entre las reglas del hospital, incluyeron que se debe mantener informado al acompañante o familiar el estado del paciente internado" Informó.

"Bien, díganme. ¿Ella está bien?"

"Del todo no. Su nivel de saturación de oxígeno está estable" Dijo el joven. Ross suspiró. "Su respiración no lo está, pero la tenemos conectada a la mascarilla de oxígeno. Es probable que dentro de su estadía aquí no le saquemos la mascarilla"

"¿Y qué pasó? ¿Saben por qué Laura se desmayó?"

"No, aún no. Le avisaremos apenas podamos saberlo"

El joven cortó.

Ross se tomó el pelo, y volvió a acostarse en su cama.






ONLY MY FANTASY; rauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora