Lunático.

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Advertencias: Violencia. Maltrato animal. Sobredosis. Alcoholismo. Suicidio. Acosadores. Homicidio. Y Au.
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No puedo sentir nada.

Por todo el tiempo que puedo recordar, nunca he sido capaz de sentir emociones.

Pretendo ser normal cuando estoy alrededor de otras personas, pero en el interior, no siento nada.

Pero todo cambió cuando lo conocí...

Mi Viktor.

Por primera vez sentí algo. Un fuerte deseo. Anhelo. Un deseo.

Ahora finalmente entiendo lo que significa ser humano. Estar vivo.
Soy adicto a la forma en que me hace sentir. No me importa nada más.

Y ahora alguien está tratando de alejarlo de mí.

Lo quieren, pero no del mismo modo que yo lo quiero.

Nunca podrían apreciarlo de la manera que yo lo hago. No lo merecen.

Él me pertenece.

Me han enseñado una nueva emoción... Ira.

Quiero detenerlos.

Quiero matarlos.

Víktor será mío.

No tiene elección.

Pasaba todas las fotos de Viktor Nikiforov que tenía en la galería de mi celular.

Unas con su perro, Makkachin, unas de él en sus diferentes programas que había presentado, y otras con una corona de flores azules sobre su cabeza.

Era tan hermoso y lleno de gracia.

Era difícil creer que no siempre estuvo en mi vida.

Víktor llegó a Hasetsu el año pasado, después de renunciar al mundo del patinaje. Un día cualquiera, él apareció en el hotel de mi familia con sus maletas y ese fue el momento en que me enamoré.

No me había prestado mucha atención. Aún no lo hace.

Pero eso no significa que yo no le preste atención a él.

Tenía mi habitación llena de posters suyos. Había enmarcado fotos de él sobre mi escritorio. Tenía un mechón de su cabello de aquella cita de peluquería cuando se cortó su cabello largo. Oh, y también tenía un palo que Makkachin había mordisqueando cuando Viktor jugó con él el domingo pasado.

Así que, imaginen mi rabia cuando descubrí que Viktor estaba interesado en otra persona.

Tenía que ser la única persona en la que Viktor se fijara. Ni siquiera Makkachin podía superarme. Tenía que entrar al corazón de Víktor, incluso si eso significaba destruir a cualquiera que se pusiera en su camino.

Tuve que averiguar quién tomó el corazón de mi Víktor.

A la mañana siguiente, corrí al Ice Castle, nuestra pista de hielo local. Víktor siempre iba allí a practicar y a entrenar a su aprendiz, Yuri Plisetsky, un patinador ruso de 15 años que también tenía la misma rabia que yo. Aunque yo no la dejaba mostrar, a diferencia de él.

Esperé fuera de las puertas de la pista para abrir. A las 6:30 a.m, vi a una de los empleados del lugar, Yuuko, caminar hacia la puerta. Era sólo unos años mayor que yo. Tenía el pelo castaño sujeto en una cola de caballo y grandes ojos marrones. Nadie podía negar que era hermosa de una manera adorable.

Pequeños momentosWhere stories live. Discover now